Zafiro (Edelstein-Trilogie #2)

Esta vez nos encontrábamos completamente solos en la sala del cronógrafo.

—Charlotte ha dicho que en estas circunstancias anularían la visita planeada al siglo XVIII —dije esperanzada—. O que la aplazarían. Solo para que Gideon tuviera tiempo de recuperarse, y yo de practicar un poco más...

Mister George negó con la cabeza.

—No. No lo haremos. Tomaremos todas las medidas de precaución imaginables, pero la ajustada planificación temporal era muy importante para el conde. Gideon y tú iréis pasado ma?ana a esa soirée, eso está decidido. ?Tienes alguna preferencia sobre el a?o al que te enviaremos a elapsar hoy?

—No —dije en un tono marcadamente indiferente—. De todos modos importa poco cuando uno tiene que quedarse encerrado en un sótano, ?no le parece?

Mister George extrajo con cuidado el cronógrafo de su envoltorio de terciopelo.

—Sí, es cierto. Generalmente enviamos a Gideon al a?o 1953, un a?o tranquilo, lo único que tenemos que vigilar es que no se encuentre consigo mismo. —Sonrió divertido—. Me imagino que debe de ser una experiencia siniestra permanecer encerrado en algún sitio uno solo consigo mismo. — Mister George se frotó la abultada barriga y se quedó mirando al vacío con aire pensativo—. ?Qué te parece 1956? También fue un a?o muy tranquilo.

—Sí, suena perfecto —dije.

Mister George me tendió la linterna de bolsillo y se sacó el sello del dedo.

—Solo por si acaso... No tengas miedo, seguro que no aparece nadie a las dos y media de la ma?ana.

—?A las dos y media de la ma?ana? —repetí yo horrorizada. ?Cómo iba a buscar a mi abuelo en mitad de la noche? Nadie creería que me había perdido en el sótano a las dos y media. Tal vez ni siquiera había nadie en la casa a esas horas. ?Y en ese caso todo habría sido inútil!—. ?No, por favor, mister George! ?No me envíe por la noche a esa horrible catacumba completamente sola...!

—Pero, Gwendolyn, la hora no tiene ninguna importancia, bajo tierra, en una habitación cerrada...

—Pero es que yo... ?por la noche tengo miedo! Por favor, por lo que más quiera, no me deje ahí sola...

Estaba tan desesperada que los ojos se me llenaron de lágrimas sin que tener que esforzarme en provocarlas artificialmente.

—Muy bien —dijo mister George, y me miró tranquilizadoramente con sus minúsculos ojillos—. Olvidaba que tú... Elijamos otra hora, pues. Pongamos por la tarde... ?hacia las tres?

—Mejor —contesté—. Gracias, mister George.

—No hay de qué. —Mister George alzó un momento la mirada del cronógrafo y me dirigió una sonrisa—. Realmente te exigimos mucho; creo que en tu lugar, yo también me sentiría mal si tuviera que quedarme completamente solo en un sótano. Con mayor motivo todavía si se piensa que a veces ves cosas que otros no ven...

—Sí, gracias por recordármelo —dije. Por suerte, Xemerius no estaba aquí, porque seguro que se habría puesto frenético al oír la palabra ?cosas?—. ?Y qué es eso de que hay tumbas llenas de restos humanos y calaveras a la vuelta de la esquina?

—Oh— dijo mister George—. No quisiera asustarte aún más.

—No se preocupe—le contesté—. No me dan miedo los muertos. Al contrario que los vivos, según mi experiencia, no pueden hacerte nada. —Vi que mister George levantaba una ceja y continué rápidamente—: Naturalmente, de todos modos me parecen siniestros y de ninguna manera querría quedarme por la noche junto a unas catacumbas... —Le alargué una mano y con la otra mantuve la cartera firmemente apretada contra mi cuerpo—. Por favor, esta vez coja el ámbar; hasta ahora no le ha tocado.

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