Funcionó sin ningún problema. Cuando hubieron pasado las dos horas, saltaron de vuelta conmigo al a?o 1948 sin que nadie se diera cuenta de que habían estado fuera. Y media hora después saltaron de regreso a 1992. Todo fue perfecto.
Me metí en la boca un bollo bien untado con nata. Podía pensar mejor si masticaba. Había un montón de preguntas que me parecía urgente hacer, y sencillamente elegí la primera de todas.
—Pero en 1590 aún no existían los Vigilantes, ?no?
—Exacto —dijo Lucas—. Por entonces ni siquiera existía este edificio. Y esa fue nuestra suerte. O nuestra desgracia, según como se mire. —Tomó un trago de té. Aún no había comido nada, y yo empezaba a preguntarme cómo iba a poder ganar todos esos kilos—. Estudiando planos antiguos, yo había descubierto que el edificio con la Sala del Dragón había sido construido exactamente en un lugar en el que, de finales del siglo XVI hasta finales del XVII, había habido una placita con una fuente.
—No acabo de entender...
—Espera. Este descubrimiento fue para nosotros como un billete para viajar sin riesgo al pasado. Lucy y Paul podían saltar al pasado desde la Sala del Dragón a esa plaza, y bastaba con que se encontraran de nuevo allí a tiempo para que volvieran a saltar automáticamente de regreso a la Sala del Dragón. ?Me sigues?
—?Y si aterrizaban en la plaza en pleno día? ?No los apresarían y los quemarían por brujos?
—Era una placita tranquila, la mayoría de las veces ni siquiera los verían. Y si no era así, la gente se limitaría a frotarse los ojos asombrada y pensaría que se había despistado un momento. Por descontado, a pesar de todo resultaba increíblemente peligroso, pero a nosotros nos pareció genial. Nos encantaba habernos salido con la nuestra enga?ándolos a todos, y Lucy y Paul se divertían como locos Y yo también, a pesar de que siempre estaba esperando en la gran sala con el alma en vilo a que Lucy y Paul volvieran, por no hablar de lo que podía ocurrir si entraba alguien...
—Tenías mucho valor —dije.
—Sí —reconoció Lucas con un aire un poco culpable—. Estas cosas solo se hacen cuando se es joven. Hoy no lo haría, seguro que no. Pero pensaba que, si era realmente peligroso, mi viejo y sabio yo intervendría desde el futuro, ?entiendes?
—?De qué sabio yo del futuro hablas? —pregunté sonriendo irónicamente.
—Pues de mí mismo —exclamó Lucas, y enseguida volvió a bajar la voz—. En 1992 todavía sabré lo que maquiné con Lucy y Paul en 1948, y si hubiera salido mal, seguro que les habría advertido contra mi frívolo joven yo...
pensé.
—Sí, de acuerdo —dije lentamente, y cogí otro bollo, alimento para el cerebro, podríamos decir—. Pero no lo hiciste.
Lucas sacudió la cabeza.
—Estúpidamente, por lo visto no lo hice. De hecho, cada vez actuábamos de una forma más frívola. Cuando Lucy tuvo que hablar de Hamlet en la escuela, los envié a los dos al a?o 1602. Durante tres días consecutivos pudieron ver la representación original de los Lord Chamberlain's Men en el teatro Globe.
—?En Southwark?
Lucas asintió con la cabeza.
—Sí, era bastante complicado. Tenían que cruzar el London Bridge para pasar al otro lado del Támesis, pescar allí todo lo que pudieran de Hamlet y estar de vuelta antes de que se produjera el salto en el tiempo. Los dos primeros días todo funcionó bien, pero el tercero hubo un accidente en el London Bridge y Lucy y Paul fueron testigos de un crimen. No consiguieron llegar a tiempo a esta orilla para el salto, sino que aterrizaron en el Southwark del a?o 1948, en las aguas del Támesis, mientras yo me volvía loco de preocupación. —Por lo visto, le asaltaron los recuerdos de ese episodio, porque la tez se le puso pálida—. Al final llegaron a Temple, empapados y con sus trajes del siglo XVII, con el tiempo justo para volver a saltar al a?o 1992. Yo no me enteré de nada de todo esto hasta su siguiente visita.
La cabeza empezaba ya a darme vueltas con todo ese lío de a?os.
—?Y qué clase de crimen presenciaron?
Lucas acercó su silla aún más. Estaba tan serio que sus ojos bajo las gafas se veían muy oscuros.
—?Ahí está el quid de la cuestión! Lucy y Paul vieron cómo el conde de Saint Germain mataba a alguien.
—?El conde?
—Hasta ese momento Lucy y Paul solo habían visto dos veces al conde. Sin embargo, estaban completamente seguros de que era él. Después de su salto de iniciación, tanto el uno como la otra le habían sido presentados en el a?o 1784. El propio conde lo había decidido así, ya que no quería conocer hasta el final de su vida a los viajeros del tiempo que nacerían después de él. Me extra?aría mucho que no hubiera ocurrido lo mismo contigo. —Carraspeó—. Quiero decir, que no vaya a ocurrir. O como sea. En cualquier caso, los Vigilantes viajaron con Lucy y Paul y el cronógrafo expresamente al norte de Alemania, donde el conde pasaba sus últimos a?os de vida. Yo mismo estuve allí. Estaré allí. Como gran maestre de la logia; ?puedes creerlo?
Torcí el gesto.