—Si no quieres darte contra la pared, deberías girar a la izquierda ya—me informó Xemerius—. Vaya, parece que al fin se ha dado cuenta de que no llevas incorporado ningún sistema de radar.
.—Bueno… —murmuró Gideon. Sus manos me palparon un momento la cara, y luego la nuca—. Gwendolyn, lo siento. —Su voz sonaba preocupada, pero estaba bastante claro que no era yo el objeto de su preocupación—. ?Encontrarás el camino de vuelta sola desde aquí?—Desanudó el pa?uelo y yo parpadeé deslumbrada. Estábamos en el taller de madame Rossini.
Gideon me acarició fugazmente la mejilla y me dirigió una débil sonrisa.
—Conoces el camino, ?verdad? Te espera el coche. Nos veremos ma?ana.
Y antes de que pudiera responder, se marchó.
—Y ahora se va—dijo Xemerius—. No es un prodigio de delicadeza que digamos.
—Dime, ?qué ha pasado?—le grité mientras se alejaba.
—Mi hermano se ha largado de casa—respondió sin volverse ni aflojar el paso—. Y puedes imaginarte adónde habrá ido.
Pero antes de que pudiera imaginarme nada, ya había desaparecido detrás de la esquina.
—Yo no apostaría por las Fidji—murmuré.
—Creo que hubiera sido mejor que no te fueras al pajar con él—dijo Xemerius—. Ahora piensa que eres una chica fácil y ya no se esfuerza.
—Cierra la boca, Xemerius. Toda esta charla sobre pajares me está poniendo de los nervios. Solo nos hemos besado un poco.
—?Ese no es motivo para ponerse como un tomate, tesoro!
Me toqué las mejillas y noté que estaban ardiendo.
—Venga, vámonos—dije fastidiada—, tengo hambre. Al menos hoy tendré la oportunidad de conseguir algo de cenar. Y tal vez podamos echar un vistazo al pasar a esos misteriosos hombres del Círculo Interior.
—?Ni se te ocurra! Les he estado espiando toda la tarde—replicó Xemerius.
—?Vaya, qué bien! ?Explica!
—?A-bu-rri-do! Pensaba que beberían sangre en calaveras y se pintarían runas misteriosas en los brazos, pero qué va: solo se han dedicado a hablar sin aflojarse la corbata.
—?Y de qué exactamente?
—A ver si aún consigo explicarlo… —Carraspeó—. Básicamente se trataba de si se podían infringir las reglas de oro para enga?ar a Turmalina negra y Zafiro. ?Una idea fantástica?, decían unos; ?No, de ninguna manera?, decían los otros; y luego los unos otra vez: ??Y qué pasará entonces con lo de la salvación del mundo, gallinas??; y luego los otros: ?pero es que está mal, además es peligroso por el continuum y la moral?; y entonces los unos: ?Sí, pero nos importa un pepino si de este modo salvamos el mundo?; y luego mucha verborrea empalagosa por ambas partes. Creo que al llegar a este punto me he dormido. Pero a continuación todos volvían a estar de acuerdo en que el diamante, por desgracia, tiende a actuar por su cuenta, mientras que el rubí es una cabeza de chorlito y por tanto queda descartado que actúe en las misiones de viaje en el tiempo Operación ópalo y Operación Jade porque es sencillamente demasiado boba. ?Me sigues hasta ahora?
—Humm… —Naturalmente, yo te defendí, pero no me escucharon —a?adió Xemerius —. Se comentó que tenían que mantener lo más ajena posible de cualquier información; que con tu ingenuidad, resultado de tu falta de formación, y tu ignorancia, constituías un peligro, y que además eras la indiscreción personificada. En todo caso, quieren tener controlada también a tu amiga Leslie.
—Oh, mierda.
—La buena noticia es que toda la culpa de tu incapacidad se la achacan a tu madre. De hecho, las mujeres siempre son las culpables de todo, en eso sí estaban de acuerdo los se?ores revuelvesecretos. Y luego la cosa siguió con pruebas, cuentas de sastre, cartas, sentido común, y después de algunos tira y afloja todos estuvieron de acuerdo en que Paul y Lucy habían saltado con el cronógrafo al a?o 1912, en el que ahora vivían. Aunque aquí la palabra ?ahora? no acabe de encajar. —Xemerius se rascó la cabeza—.
Es igual, el caso es que los dos se esconden allí, de eso están todos muy seguros, y en la próxima oportunidad tu fuerte y maravilloso héroe tendrá que localizarlos, extraerles sangre y llevarse el cronógrafo de donde esté ahora, y luego todo volvió a empezar desde el principio, bla bla bla, reglas de oro, verborrea empalagosa… —Pues es interesante —dije.
—?Tú crees? Si es así, se debe exclusivamente a mi ingeniosa manera de resumir esa aburrida charla.
Abrí la puerta que daba al siguiente corredor y ya iba a responder a Xemerius cuando oí una voz:
—?Sigues siendo exactamente igual de arrogante que antes!
?Era la voz de mamá! Y, efectivamente, al traspasar la puerta, la vi plantada frente a Falk de Villiers. Tenía los pu?os apretados.
—?Y tú igual de obstinada y testaruda! —replicó Falk—. Lo que te has permitido hacer, sea por el motivo que sea, tratando de ocultar la fecha de nacimiento de Gwendolyn, ha perjudicado considerablemente a la causa.
—?La causa! ?Vuestra causa siempre ha sido más importante para vosotros que las personas implicadas en ella!—exclamó mi madre.