Zafiro (Edelstein-Trilogie #2)

Caroline soltó una risita.

—Oh, no, Gwenny, siento tener que decirte esto, pero en el futuro las cosas se pondrán un poquitín más complicadas para ti —replicó Charlotte, y me dedicó una mirada supuestamente compasiva que en realidad me pareció más bien sádica.

—Tu prima tiene razón. —Siempre me había dado un poco de miedo la penetrante mirada de lady Arista, pero esta vez me estremecí de verdad al sentirla clavada en mi—. Por órdenes superiores —a?adió—, en adelante pasarás mucho tiempo en el siglo XVIII.

—Y además, rodeada de gente —completó Charlotte—. Gente que encontraría muy extra?o que no supieras cual es el nombre del rey que gobierna el país. O qué es un ridículo.

?Un qué?

—?Qué es un ridículo? —preguntó Caroline.

Charlotte sonrió levemente.

—Dile a tu hermana que te lo explique.

La miré enfadada. ?Por qué le proporcionaba siempre tanta satisfacción hacerme pasar por tonta? La tía Glenda rió bajito.

—Es una especie de bolso, una estúpida bolsa de mano generalmente llena de puntillas inútiles —dijo Xemerius—. Y de pa?uelos. Y frasquitos de sales.

?Vaya!

—Un ridículo es una antigua expresión para designar un bolso, Caroline — dije sin apartar la mirada de Charlotte, que pesta?eó sorprendida pero mantuvo su leve sonrisa.

—??Por órdenes superiores?? ?Qué se supone que significa eso? —Mi madre se volvió hacia lady Arista—. Pensaba que nos habíamos puesto de acuerdo en que se mantendría apartada a Gwendolyn de todo el asunto en la medida de lo posible. Que solo se la enviaría a elapsar a épocas tranquilas. ?Cómo pueden decidir ahora que van a exponerla e semejante peligro?

—Eso no es asunto tuyo, Grace —repuso mi abuela fríamente—. Creo que ya has causado bastantes desgracias.

Mi madre se mordió los labios. Durante un momento su mirada furiosa pasó de mí a lady Arista y otra vez a mí, luego corrió bruscamente su silla hacia atrás y se levantó.

—Tengo que ir al trabajo —dijo. Le dio un beso a Nick en el pelo y nos miró a Caroline y a mí—. Que lo pasen bien en la escuela. Caroline, piensa en el fular para la clase de manualidades. Nos veremos esta noche.

—Pobre mamá —susurró Caroline cuando mi madre abandonó la habitación —. Anoche lloró. Me parece que no le gusta nada que tengas ese gen de los viajes en el tiempo.

—Si —respondí—. Yo también lo he notado.

—La verdad es que no es la única —a?adió Nick, y dirigió una mirada a Charlotte y a la tía Glenda, que seguía sonriendo.

???

Nunca había recibido tanta atención al entrar en clase como ese día. La expectación se debía al hecho de que la mitad de mis compa?eros habían visto como la tarde anterior pasaba a recogerme una limusina negra.

—Aún se aceptan apuestas —anunció Gordon Gelderman—. Porcentaje superalto para el número uno: el tipo desenvuelto de aire afeminado de ayer es un productor de televisión que montó un casting para un show en el que participaron Charlotte y Gwendolyn, pero Gwendolyn fue la ganadora.

Posibilidad número dos: el tipo es su primo gay y tiene un servicio de limusinas. Posibilidad número tres...

—Por Dios, cierra la boca de una vez, Gordon —le soltó Charlotte, que se echó el pelo hacia atrás y se sentó en su asiento.

—Ya podrías explicarnos cómo es que parecía que estuvieras con ese tipo y luego fuera Gwendolyn quien subió con él a la limusina —le dijo Cynthia Dale con tono zalamero—. ?Imagínate, Leslie quería hacernos creer que era el profesor particular de Gwendolyn!

—Claro, un profesor particular que viene en limusina y hace manitas con nuestra Reina del Hielo —dijo Gordon mirando a Leslie con mala cara—. Está claro que aquí se ha producido un lamentable intento de encubrimiento.

Leslie se encogió de hombros y me sonrió.

—Así de repente no se me ocurrió nada mejor —se excusó dejándose caer en su silla.

Busqué a Xemerius con la mirada. La última vez le había visto agazapado en el tejado de la escuela, desde donde me había saludado alegremente con un gesto. Aunque tenía instrucciones de mantenerse alejado de mí durante las clases, lo cierto es que no creía que fuera a atenerse a ellas.

—Lo del Caballero Verde parece un auténtico callejón sin salida —dijo Leslie con tono apagado. Al contrario que yo, no había descansado mucho esa noche, porque se había pasado horas buscando en internet—. Hay una famosa figura de jade de la dinastía Ming que se llama así, pero está en un museo de Pekín, y además una estatua en la plaza del mercado de una ciudad alemana llamada Cloppenburg, y dos libros con ese título, una novela de 1926 y un libro infantil, pero este se publicó después de la muerte de tu abuelo. Eso es todo, hasta ahora.

Kerstin Gier's books