Zafiro (Edelstein-Trilogie #2)

—?Ven, tenemos como máximo dos minutos! —Su humor no parecía haber cambiado un ápice desde que nos habíamos separado— . ?Ya sabes lo que significa la contrase?a? —me preguntó alegremente.

—No —dije, y me sorprendió que el corazón que me había vuelto a crecer de repente en mi pecho se negara a caer de nuevo al abismo. Hacia como si todo estuviera en orden y la esperanza de que al final pudiera tener razón casi me mata—. Pero he descubierto otra cosa ?De quien es esa sangre de tu ropa?

—?Quien no sabe disimular, tampoco sabe gobernar?. — Gideon iluminó la última esquina con la linterna—. Luis XI —Que adecuado —dije.

—La verdad es que no tengo ni idea de como se llamaba el tipo cuya sangre mancha mis ropas. Seguro que madame Rossini se pondrá furiosa.

Gideon abrió la puerta del laboratorio y colocó la antorcha en el soporte de la pared. La luz vacilante de la tea iluminó una gran mesa repleta de extra?os aparatos, botellas de vidrio, botellitas y vasos, llenos de líquidos y polvos de distintos colores. Las paredes estaban en sombra, pero pude ver que había grandes espacios cubiertos con pinturas y símbolos de escritura, y justo sobre la antorcha, una calavera toscamente dibujada que en el lugar de los ojos tenía pentáculos.

—Ven hacia aquí —dijo Gideon, y me arrastró al otro lado de la mesa. Por fin me soltó la mano, pero solo para colocar la suya en torno a mi cintura y atraerme hacia sí—. ?Cómo ha ido tu conversación con el conde?

—Ha sido muy… instructiva —dije. El corazón fantasma aleteaba en mi pecho como un pajarito, y tuve que tragar saliva para seguir hablando—. El conde me ha explicado que tú y él comparten el extravagante punto de vista de que una mujer enamorada es más fácil de controlar. Debe de haber sido fastidioso hacer todo este trabajo previo con Charlotte y luego tener que volver a empezar otra vez desde el principio conmigo, ?no?

—?Qué estás diciendo?

Gideon me miró torciendo el gesto.

—Pero la verdad es que lo has hecho realmente bien —continué—. El conde también opina lo mismo, por cierto. Claro que yo no era un caso especialmente difícil... Dios mío, me siento tan avergonzada cuando pienso en lo fácil que te lo he puesto...

No pude seguir mirándole.

—Gwendolyn… —Se detuvo—. Pronto empezará. Tal vez sería mejor que continuáramos esta conversación más tarde. Con calma. Aunque no tengo ni idea de adonde quieres ir a parar… —Solo quiero saber si es verdad —dije. Claro que era verdad, pero, como es bien sabido, la esperanza es lo último que se pierde. En mi estómago ya se anunciaba el inminente salto en el tiempo—. Que realmente planeaste que me enamorara de ti, igual que antes lo habías hecho con Charlotte.

Gideon me soltó.

—Este es un mal momento —dijo—. Gwendolyn. Enseguida hablaremos de esto. Te lo prometo.

—?No! ?Ahora! —El nudo que tenía en la garganta estalló y las lágrimas empezaron acorrer—. ?Basta con que me digas sí o no! ?Lo planeaste todo?

Gideon se rascó la frente.

—Gwen...

—?Sí o no? —sollocé.

—Sí —dijo Gideon—. Pero, por favor, deja de llorar.

Y por segunda vez en el mismo día mi corazón —en esta ocasión solo la segunda versión, el corazón fantasma que había crecido con mi esperanza— cayó por el acantilado y se estrelló contra el fondo del precipicio roto en mil fragmentos minúsculos.

—Muy bien, en realidad es todo lo que quería saber —susurré—. Gracias por tu franqueza.

—Gwen, me gustaría explicarte...

Gideon se disolvió en el aire frente a mí. Durante unos segundos, mientras el frío volvía a reptar por mi cuerpo, miré fijamente la luz vacilante de la antorcha y la calavera que había encima y traté de reprimir las lágrimas; luego todo se difuminó ante mis ojos.

Necesité unos segundos para habituarme a la luz de la sala del cronógrafo en mi época, pero oí la voz excitada del doctor White y un ruido de tela rasgada.

—No es nada dijo Gideon—. Solo un corte minúsculo, apenas ha sangrado.

No necesito una tirita ni siquiera. ?Doctor White, puede guardar sus pinzas arteriales! ?No ha pasado nada!

—?Hola, chica del pajar! —me saludó Xemerius—. ?El hermano cabeza de serrín y tu amiga Leslie tienen que comunicarte algo importantísimo! ?No te puedes imaginar lo que acabamos de descubrir! ?Oh, no! ?No me digas que has vuelto a llorar?

Mister George me sujetó con las dos manos y me hizo girar sobre mí misma.

—?Está ilesa! —exclamó aliviado.

Sí. Si pasaba por alto mi corazón.

—?Por qué no nos largamos de aquí? —dijo Xemerius—. ?El hermano cabeza de serrín y tu amiga Leslie, tienen que comunicarte algo importantísimo!

Imagínate, han descubierto qué lugar se?alan las coordenadas del código del Caballero Verde. ?No te lo vas a creer!

—?Gwendolyn?

Gideon me miró como si tuviera miedo de que por su culpa fuera a arrojarme debajo del próximo autobús.

—Estoy bien —dije sin mirarle a los ojos—. Mister George, ?puede llevarme arriba, por favor? Tengo que irme a casa enseguida.

Mista George asintió con la cabeza.

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