Las pruebas (The Maze Runner #2)

Se apresuró a alcanzarla de nuevo, curioso, pero, por algún motivo, temiendo la respuesta.

Teresa no respondió enseguida y continuó avanzando a través de un peculiar grupo de ramas apretadas; una salió disparada hacia atrás y le dio a Thomas en la cara después de que ella la soltara. En cuanto las dejaron atrás, Teresa se detuvo y se volvió hacia él, justo allí donde un rayo de luna iluminaba su rostro. No parecía contenta.

—Da la casualidad de que conozco a Aris muy bien —dijo con voz tensa—. Mucho más de lo que te va a gustar. No sólo formaba una parte muy importante de mi vida antes del Laberinto, sino que él y yo hablábamos mentalmente, igual que lo hacíamos nosotros. Incluso cuando estaba en el Claro, nos comunicábamos todo el rato. Y sabíamos que al final volverían a reunimos.

Thomas buscó una respuesta. Lo que Teresa acababa de decir era tan inesperado que pensó que debía de ser una broma. Otro truco de CRUEL.

Teresa esperó de brazos cruzados, como si disfrutara al ver cómo se esforzaba el chico por hablar.

—Estás mintiendo —replicó al final—. Lo único que haces es mentir. No entiendo por qué ni lo que ocurre, pero…

—Oh, vamos, Tom —espetó—. ?Cómo puedes ser tan estúpido? Después de todo lo que te ha pasado, ?cómo puedes seguir sorprendiéndote? Todo lo nuestro formó parte de una ridícula prueba. Y ya se ha acabado. Aris y yo vamos a hacer lo que nos dijeron, y la vida continuará. CRUEL es todo lo que importa ahora. Ya está.

—?De qué estás hablando?

No podía sentirse más vacío. Teresa miró más allá de él, por encima de su hombro. Oyó el chasquido de unas ramitas al romperse en el suelo y tuvo que recurrir a toda su dignidad para no girarse y ver quién aparecía de improviso.

—Tom —dijo Teresa—, Aris está justo detrás de ti y tiene un cuchillo muy grande. Si intentas algo, te cortará el cuello. Vas a venir con nosotros y vas a hacer exactamente lo que te digamos. ?Comprendes?

Thomas se la quedó mirando y esperó que la rabia que sentía se reflejara claramente en su cara. No había estado tan enfadado en su vida… o en lo que podía recordar de ella.

—Di hola, Aris —ordenó Teresa, y luego hizo lo peor que podía haber hecho: sonrió.

—Hola, Tommy —habló el chico desde atrás. Sin duda era él, aunque no parecía tan simpático como antes—. ?Qué emoción volver a estar contigo!

La punta de su cuchillo rozó su espalda. Thomas se quedó callado.

—Bueno —dijo Teresa—, al menos estás actuando como un adulto. Sígueme, ya casi hemos llegado.

—?Adónde vamos? —preguntó Thomas con voz dura.

—Lo sabrás muy pronto.

La chica se dio la vuelta y volvió a caminar entre los árboles, usando su lanza como un bastón.

Thomas se apresuró a seguirla antes de que Aris tuviera la satisfacción de empujarlo. Los árboles se adensaron y el fulgor de la luna se alejó. La oscuridad le oprimía, absorbiendo la luz y su vitalidad.



? ? ?

Llegaron a una cueva cuya entrada tapaba el espeso bosquecillo de árboles como un muro compacto. No avisaron a Thomas. Estaban caminando entre unas ramas espinosas y de pronto se hallaban dentro de un alto y estrecho agujero en la falda de la monta?a. Una fuente de luz pálida brillaba al fondo, un rectángulo de horrible luz verde que hizo que Teresa pareciera un zombi cuando se apartó para que entraran ellos dos.

Aris rodeó a Thomas al pasar, con la hoja apuntándole al pecho como una pistola, mientras retrocedía hasta la pared frente a Teresa, en la que se apoyó. Thomas no dejaba de mirarlos. Eran dos personas a las que su instinto había tenido por amistosas. Hasta ahora.

—Bueno, ya hemos llegado —dijo Teresa, mirando a Aris.

El muchacho no apartaba los ojos de Thomas.

—Sí, estamos aquí, muy bien. ?De verdad consiguió convencer a las otras para que le perdonaran la vida? ?Qué es, una especie de superpsicólogo?

—En realidad, eso nos ha ayudado. Ha sido más fácil traerle hasta aquí —Teresa lanzó una mirada condescendiente a Thomas y luego cruzó la cueva hasta Aris. Mientras Thomas observaba, se puso de puntillas, le dio un beso a Aris en la mejilla y sonrió abiertamente—. Estoy muy contenta de que por fin estemos juntos.

Aris sonrió. Le dirigió a Thomas una mirada de advertencia y después se arriesgó a apartar la vista lo bastante para inclinar la cabeza hacia Teresa. Y la besó en los labios.

Thomas apartó los ojos y los cerró. Las veces que le había pedido que confiara en ella, el rápido susurro indicándole que se quedara… todo había sido para llevarlo hasta allí. Para que le costara menos atraerlo a aquel punto. Para que ella pudiera cumplir algún malvado propósito preparado por CRUEL.