Las pruebas (The Maze Runner #2)

—Creo que es la verdad, en serio. Si me matáis, habréis suspendido una prueba real que CRUEL os ha lanzado.

—Sí, me apuesto lo que sea a que te lo crees —replicó Harriet, y se levantó—. Mira, para serte sincera, hemos estado pensando el mismo tipo de cosas. Pero queríamos saber lo que tenías que decir. El sol no tardará en ponerse y estoy segura de que Teresa volverá en cualquier momento. Lo hablaremos cuando llegue.

Thomas volvió a hablar enseguida, preocupado porque Teresa no estuviese convencida:

—?No! Bueno, ella es la que parece tener más ganas de matarme —lo dijo, aunque en el fondo esperaba que no fuese verdad. A pesar de lo mal que le había tratado, estaba seguro de que no iba a cometer un asesinato—. Creo que vosotras deberíais tomar la decisión.

—Tranquilo —contestó Harriet con media sonrisa en su rostro—, si decidimos no matarte, no habrá nada que pueda hacer. Pero si… —se calló y una extra?a expresión le cruzó el rostro. ?Estaba preocupada por haber dicho demasiado?—. Ya veremos.

Thomas intentó no mostrar su alivio. Tal vez hubiera apelado un poco a su orgullo, pero intentaba que sus esperanzas no aumentaran demasiado.

Thomas observó mientras las chicas recogían sus pertenencias y guardaban las cosas en mochilas —?de dónde las habrían sacado?, se preguntó— para preparar el viaje nocturno, adondequiera que este fuese. Conversaciones entre murmullos y susurros flotaban en el aire mientras seguían mirando en su dirección, sin duda discutiendo sus palabras.

La oscuridad aumentaba por momentos y Teresa por fin apareció en el lugar por donde se había ido antes. Enseguida se percató de que había algo diferente, quizá por la forma en que todas no dejaban de mirarlos a ella y a Thomas.

—?Qué? —preguntó con la misma expresión dura del día anterior.

Fue Harriet la que contestó:

—Tenemos que hablar.

Teresa parecía confundida, pero fue al otro lado del hueco en el risco con el resto del grupo. Unos susurros furiosos resonaron de inmediato, pero Thomas no distinguió ni una palabra de lo que dijeron. Su estómago se contrajo anticipando el veredicto.

Desde donde estaba, observó que la conversación se enardecía y Teresa se mostraba más irritada que nadie. Contempló cómo se intensificaba su expresión mientras trataba de defender su postura. Parecía que era ella contra el resto, lo que a Thomas le ponía muy nervioso.

Al final, justo cuando se había hecho casi totalmente de noche, Teresa se volvió, se alejó a zancadas del grupo de chicas y se marchó del campamento, hacia el norte. Se había echado la lanza por encima de un hombro y la mochila colgaba del otro. Thomas contempló cómo se marchaba hasta que desapareció entre las estrechas paredes del Paso.

Volvió a mirar al grupo, en el que muchas parecían aliviadas, y Harriet se acercó a él. Sin mediar palabra, se arrodilló y desató la cuerda que le sujetaba al árbol.

—?Y bien? —preguntó al final Thomas—. ?Habéis decidido algo, chicas?

Harriet no contestó hasta que estuvo liberado por completo; luego se sentó sobre sus talones y le miró mientras sus oscuros ojos reflejaban la débil luz de las estrellas y la luna.

—Es tu día de suerte. Hemos decidido no matar tu culo raquítico después de todo. No puede ser una coincidencia que todas hayamos estado pensando lo mismo.

Thomas no sintió la ráfaga de alivio esperada. En aquel momento se dio cuenta de que ya sabía que aquella iba ser su decisión.

—Pero te digo una cosa —a?adió Harriet al levantarse, y le ofreció la mano para que él hiciera lo mismo—: a Teresa no le gustas. Yo me vigilaría las espaldas si estuviera en tu lugar.

Thomas dejó que Harriet le ayudara a ponerse de pie, mientras la confusión y el dolor luchaban en su interior. Teresa de verdad quería verlo muerto.





Capítulo 49


Thomas estuvo callado mientras comía con el Grupo B y se preparaba para marcharse. No tardaron en comenzar a atravesar el oscuro paso de las monta?as, en dirección al refugio seguro que se suponía que les esperaba al otro lado. Se le hacía extra?o de repente mostrarse simpático con aquella gente después de lo que le habían hecho, pero actuaban como si no hubiera ocurrido nada fuera de lo normal. Le trataban, bueno, como a una de las chicas.

Pero sí mantuvo un poco la distancia y se quedó rezagado, preguntándose si podía confiar plenamente en aquel cambio de opinión respecto a él. ?Qué se suponía que tenía que hacer? Aunque Harriet y el resto le dejaran marchar, ?debía intentar encontrar a su propio grupo, a Minho y Newt y todos los demás? Estaba desesperado por volver con sus amigos y con Brenda. Pero sabía que el tiempo se agotaba y no tenía agua ni comida para conseguirlo él solo. Tenía que esperar que hallaran ellos mismos el camino al refugio seguro.