Las pruebas (The Maze Runner #2)

—Ni yo tampoco. Por eso me alegro de que no seamos amigos —empezó a darse la vuelta.

—?Y qué es lo que te he hecho? —preguntó Thomas enseguida—. Perdona, creo que tengo un lapsus mental. Bueno, ya sabes que tenemos muchos problemas de memoria por aquí. Recuérdamelo.

Teresa se dio la vuelta y le fulminó con la mirada.

—No me insultes. No te atrevas a sentarte ahí y hacer como que no ha pasado nada. Ahora cállate o te partiré esa bonita cara tuya.

Se fue a zancadas y Thomas se quedó callado. Después se movió hasta que estuvo cómodo, con la cabeza apoyada en la madera muerta del árbol. La situación actual apestaba, pero estaba decidido a resolverla y sobrevivir.

Al final se durmió.





Capítulo 47


Thomas durmió de manera irregular, dando vueltas de un lado a otro, intentando encontrar una postura cómoda sobre la dura roca. Finalmente, cayó en un profundo letargo y entonces vino el sue?o.



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Thomas tiene quince a?os. No sabe cómo lo sabe, pero tiene algo que ver con la sincronización del recuerdo. ?Es un recuerdo?

Teresa y él están frente a un enorme panel de pantallas que muestran imágenes distintas del Claro y del Laberinto. Algunas secuencias se mueven y él sabe por qué: esas tomas vienen de las cuchillas escarabajo y, de vez en cuando, tienen que cambiar de posición. Cuando lo hacen, es como mirar a través de los ojos de una rata.

—No puedo creer que estén todos muertos —dice Teresa.

Thomas está confundido. Una vez más, no entiende muy bien lo que está sucediendo. Está dentro de ese chico que se supone que es él, pero no sabe de lo que está hablando Teresa. Es evidente que no se refiere a los clarianos. En una pantalla ve a Minho y Newt caminando hacia el bosque; en otra, Gally está sentado en un banco. Entonces Alby grita a alguien que Thomas no reconoce.

—Sabíamos que pasaría —responde al final, sin estar seguro de por qué lo dice.

—Aun así, cuesta aceptarlo —no se miran, tan sólo analizan las pantallas—. Ahora depende de nosotros. Y de la gente del cuartel.

—Eso es bueno —contesta Thomas.

—Casi lo siento tanto por ellos como por los clarianos. Casi.

Thomas se pregunta qué significa aquello mientras su versión más joven del sue?o se aclara la garganta.

—?Crees que hemos aprendido suficiente? ?Crees que podremos lograrlo ahora que han muerto los creadores originales?

—Tenemos que hacerlo, Tom —Teresa se acerca a él y le coge de la mano. él la mira, pero no comprende su expresión—. Todo está en su lugar. Tenemos un a?o para ense?ar a los sustitutos y prepararnos.

—Pero no está bien. ?Cómo podremos pedirles que…?

Teresa pone los ojos en blanco y le aprieta la mano hasta que le duele.

—Ya saben en lo que se están metiendo. No hables más así.

—Sí —de alguna manera, Thomas sabe que esa versión de sí mismo en la visión que está teniendo se siente muerto por dentro. Sus palabras no significan nada—. Lo único que importa ahora son los patrones. La zona letal. Nada más.

Teresa asiente.

—No importa los que mueran o salgan heridos. Si las Variables no funcionan, acabarán del mismo modo. Todos terminarán igual.

—Los patrones… —dice Thomas.

Teresa le aprieta la mano.

—Los patrones.



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Cuando se despertó, bajo una luz de un gris apagado mientras el sol se hundía en un horizonte que no alcanzaba a ver, Harriet y Sonya estaban sentadas a un par de metros de él. Ambas le miraban de un modo extra?o.

—Buenas noches —dijo con falso entusiasmo y el sue?o perturbador todavía fresco en su mente—. ?Puedo ayudarles en algo, se?oritas?

—Queremos saber lo que sabes —respondió Harriet en voz baja.

La niebla del sue?o persistente desapareció enseguida.

—?Por qué debería ayudaros?

Quería sentarse y pensar en lo que había so?ado, pero notaba que algo había cambiado, lo veía en los ojos de Harriet, y no podía desaprovechar la oportunidad de salvarse.

—No creo que te queden muchas más opciones —repuso Harriet—. Pero si compartes lo que más o menos sabes o lo que has averiguado, quizá podamos ayudarte nosotras a ti.

Thomas miró a su alrededor en busca de Teresa, pero no la vio.

—?Dónde está…?

Sonya le interrumpió:

—Dijo que quería explorar el terreno para ver si tus amigos nos habían seguido. Se fue hace una hora.

En su cabeza, Thomas podía ver a la Teresa del sue?o. Observando aquellos monitores, hablándoles de creadores muertos y de la zona letal. Hablando de patrones. ?Cómo encajaba todo aquello?

—?Te has olvidado de cómo hablar?

Sus ojos se centraron en Sonya.

—No, ummm… ?Significa esto que os habéis pensado mejor lo de matarme?

Aquellas palabras le sonaron ridículas y se preguntó cuánta gente a lo largo de la historia habría hecho una pregunta como aquella.

Harriet sonrió con suficiencia.