Las pruebas (The Maze Runner #2)

—?Has dormido bien, Tommy? —preguntó Newt—. ?Cómo va ese hombro?

Thomas se incorporó y se restregó los ojos. Aunque no podía haber dormido más de tres o cuatro horas, su sue?o fue profundo y tranquilo. Se frotó el hombro para comprobarlo y volvió a sorprenderse una vez más.

—La verdad es que parece bastante bien. Me duele un poco, pero no mucho. Cuesta creer que antes me doliese tanto.

Newt echó un vistazo a los clarianos, que se preparaban para marcharse, y volvió a mirar a Thomas.

—No hemos hablado mucho desde que nos fuimos del maldito dormitorio. No hemos tenido tiempo de sentarnos a tomar un té, supongo.

—Sí.

Por alguna razón, aquello hizo que Thomas pensara en Chuck y todo el dolor causado por su muerte reapareció enseguida. Eso le hizo volver a odiar a aquella gente y a su mente acudió la frase que le había dicho Teresa: ?No sé cómo CRUEL puede ser buena?.

—?Eh?

—?Recuerdas lo que escribió Teresa en su brazo cuando despertó? ?O no te enteraste? Ponía ?CRUEL es buena?. Me cuesta creerlo —el sarcasmo en su voz no fue sutil.

Newt tenía una extra?a sonrisa en la cara.

—Bueno, te acaban de salvar la pu?etera vida.

—Sí, son unos santos.

Thomas no podía negar que estaba confundido. Le habían salvado la vida; también sabía que había trabajado para ellos. Pero no tenía ni idea de lo que significaba todo aquello.

Brenda, que había estado agitándose mientras dormía, se incorporó por fin y emitió un gran bostezo.

—Buenos días. O noches. Lo que sea.

—Otro día vivos —respondió Thomas, y luego se percató de que Newt tal vez no estaba al tanto de quién era Brenda. No tenía ni idea de lo que había ocurrido en el grupo desde que le dispararon—. Supongo que habéis tenido tiempo de presentaros, ?no? Si no, Brenda este es Newt. Newt, Brenda.

—Sí, ya nos conocemos —Newt extendió el brazo hacia Brenda y le estrechó la mano con sorna —. Pero gracias otra vez por asegurarte de que no le pasara nada al culo de este mariquita mientras estabais de fiesta.

Un amago de sonrisa se reflejó en la cara de la chica.

—De fiesta. Sí. Sobre todo me gustó la parte en la que unas personas intentaron cortarnos las narices —una expresión de vergüenza mezclada con desesperación cruzó su rostro—. Supongo que no tardaré mucho en ser uno de esos psicópatas.

Thomas no sabía cómo responder a eso.

—Seguramente no te quede mucho más que a nosotros. Recuerda que…

Brenda no le dejó terminar:

—Sí, lo sé. Me vais a llevar a la cura mágica. Lo sé —a continuación se levantó. Era evidente que la conversación había terminado.

Thomas miró a Newt y se encogió de hombros. Entonces Newt se puso de rodillas y se inclinó para susurrarle:

—?Es tu nueva novia? Se lo voy a contar a Teresa —se rió por lo bajo y se marchó.

Thomas se quedó allí sentado un minuto, abrumado por toda la situación. Teresa, Brenda, sus amigos. La advertencia que había recibido. El Destello. El hecho de que tan sólo tenían unos pocos días para atravesar aquellas monta?as. CRUEL. Lo que fuera que les esperara en el refugio seguro y en el futuro.

Demasiado. Todo era demasiado. Debía dejar de pensar. Tenía hambre, y eso podía resolverlo; así que se levantó y fue a buscar algo de comer. No decepcionó a Fritanga.



? ? ?





Partieron justo cuando el sol se ocultó bajo el horizonte, ti?endo de púrpura la polvorienta tierra naranja. Thomas estaba agarrotado y exhausto, se moría por retirarse un rato a relajar los músculos.

Poco a poco, las monta?as se convirtieron en sombras de picos recortados que se hacían cada vez más altos a medida que se acercaban. No había una falda en la cordillera; el valle se extendía hasta un punto en que el suelo subía hacia los cielos en riscos y pendientes empinadas. Todo era marrón y feo, sin vida. Thomas esperaba encontrar un sendero después de haber llegado tan lejos.

Nadie habló mucho mientras avanzaban. Brenda se mantuvo cerca, pero callada; ni siquiera hablaba con Jorge. A Thomas no le gustaba nada cómo estaban ahora, lo incómoda que era la situación entre Brenda y él. La chica le caía bien, probablemente mejor que nadie, aparte de Newt y Minho. Y de Teresa, por supuesto.

Newt se le acercó tras caer la oscuridad, con las estrellas y la luna como únicas guías. Su luz era suficiente. No se necesitaba mucho más cuando el terrero era llano y tan sólo se tenía que caminar hacia la pared de roca que se erguía delante. El crac crac crac de sus pisadas sobre la tierra inundaba el aire.

—He estado pensando —dijo Newt.

—?En qué?

A Thomas en realidad no le importaba, tan sólo estaba contento de tener a alguien con quien hablar para quitarse preocupaciones de la cabeza.

—En CRUEL. Rompieron sus malditas reglas contigo, ?sabes?