Las pruebas (The Maze Runner #2)

Thomas intuyó que aquella palabra era muy importante: candidatos. Confundido, intentó mantenerse quieto para escuchar.

—Han caído cuatro o cinco —contestó la primera mujer—. Thomas es nuestra mayor esperanza. Reacciona estupendamente ante las Variables. Espera, creo que he visto moverse sus ojos.

Thomas se quedó paralizado e intentó clavar la vista al frente bajo la oscuridad de sus párpados. Era difícil, pero se obligó a respirar acompasadamente, como si estuviera durmiendo. No sabía exactamente de lo que estaban hablando aquellas personas, pero estaba desesperado por oír más. Sabía que debía oír más.

—?A quién le importa si está escuchando? —preguntó el hombre—. No va a entender lo suficiente como para que afecte a sus reacciones de un modo u otro. Le beneficiará saber que hemos hecho una gran excepción para eliminar esa infección de su organismo. Que CRUEL hará lo que sea necesario.

La mujer de la voz aguda se rió, uno de los sonidos más agradables que jamás había oído.

—Si estás escuchando, Thomas, no te entusiasmes demasiado. Estamos a punto de tirarte donde te recogimos.

Las drogas que recorrían las venas de Thomas parecieron aumentar y se descubrió sumiéndose en el éxtasis. Intentó abrir los ojos, pero no pudo. Antes de quedarse dormido, oyó una última cosa proveniente de la primera mujer. Algo muy extra?o: —Es lo que habrías querido que hiciéramos.





Capítulo 42


La gente misteriosa cumplió su palabra.

La siguiente vez que Thomas se despertó, estaba suspendido en el aire, bien atado a una camilla de lona con asas, balanceándose de un lado a otro. Una larga cuerda sujeta a un aro de metal azul le sostenía mientras bajaba desde algo enorme, todo el tiempo acompa?ado por la misma explosión de zumbidos y fuertes golpes que había oído cuando vinieron a llevárselo. Se agarró fuerte a los laterales de la camilla, aterrorizado.

Al final notó una suave sacudida e innumerables rostros aparecieron a su alrededor. Minho, Newt, Jorge, Brenda, Fritanga, Aris y otros clarianos. La cuerda que le sujetaba se separó y saltó hacia arriba, al aire. Entonces, casi al instante, la nave de la que le habían bajado dio un salto y desapareció en el resplandor del sol, que caía de pleno. Los sonidos de sus motores dejaron de sonar en cuanto se marchó.

En ese momento, todos empezaron a hablar a la vez:

—?De qué va todo esto?

—;Estás bien?

—?Qué te han hecho?

—?Quiénes eran?

—?Te has divertido en el iceberg?

—?Cómo está tu hombro?

Thomas lo ignoró todo e intentó levantarse, pero se dio cuenta de que las cuerdas que lo sujetaban a la camilla todavía estaban atadas con fuerza. Buscó a Minho con la mirada.

—?Me ayudas un poco?

Mientras Minho y un par más le desataban, a Thomas se le ocurrió una idea inquietante: la gente de CRUEL había demostrado poder salvarle bastante rápido. Según lo que habían dicho, no era algo que hubieran planeado, pero lo habían hecho de todas formas. Eso significaba que les estaban observando y podían aparecer para salvarles cada vez que quisieran.

Pero no lo habían hecho hasta entonces. ?Cuánta gente había muerto durante los últimos días mientras CRUEL observaba sin hacer nada? ?Y por qué habían obrado así con Thomas? ?Sólo porque le habían disparado con una bala oxidada? Era demasiado en lo que pensar.

Una vez liberado, se puso de pie, estiró los músculos y se negó a responder a la segunda tanda de preguntas que le lanzaron. Hacía calor, muchísimo calor, y mientras se estiraba, se dio cuenta de que no le dolía nada, salvo una molestia mínima en el hombro. Bajó la vista para ver que llevaba ropa limpia y que el vendaje formaba un bulto debajo de la manga izquierda de su camisa. Pero sus pensamientos fueron inmediatamente a otra cosa:

—?Qué hacéis a la intemperie? ?Se os va a cocer la piel!

Minho no respondió, tan sólo se?aló algo detrás de él y Thomas vio una casucha. Estaba hecha de madera seca y parecía que fuera a desmoronarse en cualquier momento, pero era lo bastante grande para cobijarles a todos.

—Será mejor que volvamos a meternos ahí dentro —dijo Minho.

Thomas se dio cuenta de que debían de haber salido corriendo sólo para ver cómo le bajaban del… ?iceberg volador? Jorge lo había llamado iceberg.