Los ruidos disminuyeron claramente el volumen cuando entraron en el pasillo, el túnel o lo que fuera aquello. Los demás raros de su grupo parecía que ya se habían ido. No tardó en reinar el silencio otra vez. Thomas tan sólo oía los débiles sonidos de su respiración y la de Brenda.
Esperaron en la oscuridad, tumbados sobre el duro suelo, de cara a la peque?a entrada. Pegados, sudando. El silencio se extendió y volvió a ser un zumbido por la ausencia de ruido. Thomas siguió escuchando, pues sabía que tenían que asegurarse del todo. A pesar de lo mucho que quería abandonar aquel peque?o compartimento, por lo incómodo que era, tenían que esperar.
Pasaron varios minutos. Varios más. No había nada más que silencio y oscuridad.
—Creo que se han ido —susurró finalmente Brenda, y encendió la linterna.
—?Hola, narices! —gritó una horrible voz desde la habitación.
Entonces una mano ensangrentada se metió por la abertura y agarró a Thomas por la camisa.
Capítulo 33
Thomas chilló e intentó quitarse de encima la mano con cicatrices y moratones. Los ojos aún se le estaban adaptando al resplandor de la linterna de Brenda y los entrecerró para ver lo fuerte que le agarraba el hombre por la camisa. El raro tiró y golpeó el cuerpo de Thomas contra la pared. Su cara se aplastó en el duro cemento y un estallido de dolor explotó alrededor de su nariz. Notó que la sangre caía.
El hombre le empujó unos centímetros y volvió a tirar de él. Empujaba y volvía a tirar. Y cada vez estrellaba de nuevo la cara de Thomas contra la pared. El chico no se podía creer la fuerza de aquel raro, parecía imposible por el aspecto que tenía. Débil y terriblemente herido.
Brenda había sacado su cuchillo y trataba de arrastrarse hasta él para apu?alarle la mano.
—?Cuidado! —gritó Thomas.
Aquel cuchillo estaba demasiado cerca. Cogió al hombre de la mu?eca y la retorció para intentar desprenderse del férreo agarre. Nada funcionaba y el hombre seguía tirando y empujando, aporreando el cuerpo de Thomas cada vez que tocaba la pared.
Brenda gritó y fue a por él. Pasó por encima de Thomas y su hoja brilló al clavarse en el antebrazo del raro. El hombre dejó escapar un alarido demoníaco y soltó la camisa de Thomas. Su mano desapareció por la abertura y dejó un rastro de sangre en el suelo. Los gritos de dolor continuaron, ecos altos y persistentes.
—?No podemos dejar que se marche! —chilló Brenda—. ?Rápido, sal de aquí!
Thomas, con dolores por todo el cuerpo, sabía que tenía razón y ya estaba colocándose para salir. Si el hombre alcanzaba a los otros raros, volverían todos. Tal vez incluso hubieran oído el alboroto y ya estuvieran de vuelta.
Por fin logró sacar los brazos y la cabeza del agujero; después fue más fácil. Usó la pared como palanca y se impulsó para sacar el resto del cuerpo, con los ojos clavados en el raro, que esperaba otro ataque. El hombre estaba a tan sólo unos pasos, sosteniéndose el brazo herido contra el pecho. Se miraron a los ojos, el raro gru?ó como un animal herido y lanzó una dentellada al aire.
Thomas empezó a levantarse, pero se golpeó la cabeza con la parte baja de la mesa.
—?Foder! —gritó, y salió apresuradamente de debajo de la vieja tabla de madera. Brenda estaba justo detrás de él y pronto estuvieron ambos sobre el raro, que yacía en el suelo en posición fetal, gimoteando. La sangre que brotaba de la herida caía al suelo y ya se había formado un charco.
Brenda sostenía la linterna con una mano y el cuchillo con la otra, con el que apuntó al raro.
—Debería haberse ido con sus amigos psicópatas, viejo, en vez de meterse con nosotros.
El hombre no respondió, sino que de repente giró sobre su hombro y dio una patada con la pierna buena a una velocidad sorprendente y con mucha fuerza. Primero le dio a Brenda, la arrojó contra Thomas y ambos cayeron al suelo. Thomas oyó el cuchillo y la linterna repiquetear sobre el cemento. Las sombras danzaron por las paredes.
El raro se puso de pie tambaleándose y corrió a coger el cuchillo, que había ido a parar junto a la puerta del pasillo. Thomas se levantó y se abalanzó sobre la parte trasera de las rodillas del hombre para tirarle al suelo. El hombre giró al tiempo que movía un codo, con el que le dio a Thomas en la mandíbula. El joven sintió otra explosión de dolor mientras caía e instintivamente se llevó la mano a la cara.
Entonces apareció Brenda. Saltó sobre el raro, le golpeó dos veces en la cara y pareció dejarle atónito. Se aprovechó de aquel breve instante y, de algún modo, volvió a tumbar al hombre en el suelo, sobre su estómago. Le agarró los brazos y se los inmovilizó a la espalda, empujándole de una forma que parecía muy dolorosa. El raro se retorció para intentar soltarse, pero Brenda le tenía inmovilizado también con las piernas. Empezó a gritar, un desgarrador alarido espantoso de puro terror.
—?Tenemos que matarle! —gritó la chica por encima.
Thomas se había puesto de rodillas y se quedó con la vista clavada, paralizado.
—?Qué? —preguntó, drogado por el agotamiento, demasiado pasmado para procesar sus palabras.
Las pruebas (The Maze Runner #2)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)
- El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
- A Mutiny in Time (Infinity Ring #1)