Las pruebas (The Maze Runner #2)

Thomas apenas podía contener la curiosidad que ahora corría en su interior: —?Qué pasó? ?Hay nuevos países o sólo un gran gobierno? ?Y cómo encaja CRUEL en todo esto? ?Son ellos el gobierno?

—Todavía hay países, pero están más… unidos. En cuanto el Destello empezó a extenderse a lo loco, combinaron todas sus fuerzas, tecnología y recursos, todo lo necesario para montar CRUEL. Crearon este sistema de pruebas tan elaborado y se han esforzado mucho por tener zonas de cuarentena. Redujeron la propagación del Destello, pero no han podido detenerlo. Creo que la única esperanza es encontrar una cura. Espero que tengas razón y dispongan de una, pero, si es así, seguro que aún no lo han hecho público.

—?Y dónde estamos? —preguntó Thomas—. ?Dónde estamos ahora?

—En un camión —al ver que Thomas no se reía, continuó—. Perdona, no es momento para bromas. A juzgar por las etiquetas de la comida, creo que estamos en México. O lo que antes era México. Tiene mucho sentido. Ahora se llama la Quemadura. Básicamente, cualquier zona entre los dos Trópicos (Cáncer y Capricornio) es todo tierra yerma. Sudamérica y América Central, la mayor parte de áfrica, Oriente Medio y el sur de Asia. Mucho terreno muerto, muchas personas muertas. Así que bienvenido a la Quemadura. ?No es un detalle por su parte que nos hayan enviado aquí a los raros?

—?Vaya! —varias ideas se le pasaron a Thomas por la cabeza, la mayoría relacionadas con cómo sabía que él era parte de CRUEL (una gran parte) y cómo el Laberinto y los Grupos A y B, y toda la basura por la que estaban pasando también eran parte de ella. Pero no podía recordar lo suficiente para que tuviera sentido.

—?Vaya? —repitió Brenda—. ?Eso es lo mejor que se te ocurre?

—Tengo demasiadas preguntas, no puedo reducirlas a una.

—?Sabes lo del agente anestesiante?

Thomas la miró y deseó distinguir más su cara.

—Creo que Jorge lo mencionó. ?Qué es?

—?Ja! —gritó Brenda con desprecio—. ?Crees que nos dan algo? Tan sólo la gente importante, los ricos, puede echarle mano a esa porquería. Lo llaman éxtasis. Te adormece las emociones, los procesos de tu cerebro, te sume en un sopor etílico para que no sientas demasiado. Mantiene el Destello a raya porque el virus se desarrolla en tu cerebro. Se lo come, lo destruye. Si no hay mucha actividad, el virus se debilita.

Thomas se cruzó de brazos. Había algo muy importante, pero no sabía concretamente el qué.

—Entonces…, ?no es una cura? ?Aunque ralentice el virus?

—Ni se acerca. Tan sólo retrasa lo inevitable. El Destello siempre gana al final. Pierdes cualquier oportunidad de ser racional, de tener sentido común o compasión. Pierdes la humanidad.

Thomas se quedó callado. Tal vez con más fuerza que antes, notaba que un recuerdo —uno importante— estaba intentando abrirse camino a través de las grietas del muro que bloqueaba su pasado. El Destello. El cerebro. Volverse loco. El agente anestesiante, el éxtasis. CRUEL. Las pruebas. Lo que el Hombre Rata había dicho acerca de que sus reacciones a las Variables eran de lo que trataba aquello.

—?Te has quedado dormido? —preguntó Brenda tras varios minutos de silencio.

—No. Es sólo que es demasiada información —se sentía un tanto alarmado por lo que ella había dicho, pero seguía sin poder sacar nada en claro—. Me cuesta procesarlo todo.

—Bueno, me callo, entonces —la chica se dio la vuelta y apoyó la cabeza en la puerta—. Sácatelo de la cabeza. No te hará ningún bien. Te hace falta descansar.

—Ajá —masculló Thomas, frustrado al tener tantas pistas, pero no auténticas respuestas.

Pero Brenda tenía razón: debía aprovechar una buena noche de sue?o. Se puso lo más cómodo posible, pero pasó un buen rato antes de quedarse dormido. Y so?ó.



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Esta vez es mayor, probablemente tenga unos catorce a?os. Teresa y él están arrodillados en el suelo, con las orejas pegadas a la rendija de una puerta, escuchando a escondidas. Un hombre y una mujer están hablando dentro y Thomas puede oírles bien.

El hombre dice primero:

—?Te llegaron los a?adidos a las listas de las Variables?

—Ayer por la noche —responde la mujer—. Me gusta lo que incluyó Teresa para el final de las Pruebas del Laberinto. Brutal, pero es necesario que suceda. Debería crear algunos patrones interesantes.

—Por supuesto. Lo mismo con el escenario de la traición, si es que tiene que interpretarse.

La mujer hace un ruido que debe de ser una risa, pero suena forzada y sin ganas.

—Sí, he pensado lo mismo. Bueno, Dios mío, ?cuánto aguantarán esos chicos antes de volverse locos?

—No es sólo eso, es arriesgado. ?Y si muere? Todos habíamos acordado que para entonces debería ser uno de los principales candidatos.

—No morirá. No le dejaremos.

—Aun así, no somos Dios. Podría morir.

Hay una larga pausa. Entonces el hombre dice: