Las pruebas (The Maze Runner #2)

La oscuridad se los tragó al final, fresca y bien recibida. Thomas siguió el sonido de las pisadas de Brenda hasta que llegaron a una puertecita por la que se filtraba un resplandor naranja. La chica entró y Thomas vaciló en el umbral. Era una peque?a habitación húmeda, llena de cajas y latas, con una única bombilla colgando en medio del techo. No parecía haber demasiado espacio para que cupiesen todos. Brenda debió de adivinar lo que estaba pensando:

—Tú y los demás podéis quedaros ahí, en el pasillo; encontrad una pared y sentaos. Ahora os llevaré algunas sabrosas delicias.

Thomas asintió, aunque la muchacha no estaba mirando, y volvió a trompicones hacia el pasillo. Se desplomó al lado de una pared, lejos del resto de los clarianos, sumido en la oscuridad del túnel. Y supo con certeza que no podría volver a levantarse a menos que comiera algo.



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Las ?sabrosas delicias? acabaron siendo unas judías de lata con algún tipo de salchicha. Según Brenda, las palabras de la etiqueta estaban en espa?ol. Se lo comieron frío, pero a Thomas le supo a la mejor comida que jamás había probado, por lo que devoró cada bocado. Ya habían aprendido que no era buena idea comer rápido tras un periodo de ayuno, pero no le importó. Si lo vomitaba, disfrutaría comiendo otra vez. Con un poco de suerte, le tocaría un lote diferente.

Después de que Brenda distribuyera la comida entre los hambrientos clarianos, se acercó para sentarse junto a Thomas. La suave luz de la habitación iluminaba los finos mechones de pelo oscuro que rodeaban su cabeza. Dejó a un lado un par de mochilas, llenas de más latas.

—Una de estas es para ti —dijo.

—Gracias.

Thomas ya había llegado a la mitad de su lata y sacaba una cucharada tras otra. Nadie hablaba en el pasillo; los únicos sonidos que se oían eran sorbos y tragos.

—?Está bueno? —preguntó ella mientras atacaba su propia comida.

—Por favor. Empujaría a mi madre escaleras abajo para comer esto. Si es que aún tengo madre.

No pudo evitar pensar en su sue?o y en el breve instante en que la había visto, pero se esforzó por olvidarlo; era demasiado deprimente.

—Te hartarás pronto —replicó Brenda, que atrajo de nuevo la atención de Thomas. Advirtió el modo en que estaba sentada, con la rodilla derecha apoyada en su espinilla, y se le pasó por la cabeza la absurda idea de que la chica había colocado así la pierna adrede—. Tan sólo tenemos cuatro o cinco opciones.

Thomas se concentró en aclararse la mente, en devolver sus pensamientos al presente.

—?De dónde sacáis la comida? ?Y cuánta queda?

—Antes de que las erupciones solares quemaran esta zona, la ciudad tenía varias instalaciones de comida procesada, además de un montón de almacenes donde guardar su producción. A veces creo que ese es el motivo por el que CRUEL envió aquí a los raros. Al menos, puede decirse que no moriremos de hambre mientras poco a poco nos vamos volviendo locos y nos matamos los unos a los otros.

Thomas cogió la última cucharada de salsa del fondo de su lata y la dejó limpia.

—Si hay bastante, ?por qué sólo tenéis unas cuantas opciones?

Se le pasó por la cabeza que tal vez había confiado en ella demasiado rápido, que podría estar ingiriendo veneno. Pero la chica estaba comiendo lo mismo, así que sus preocupaciones probablemente fuesen exageradas.

Brenda se?aló el techo con el pulgar.

—Tan sólo hemos registrado las que están más cerca. Algunas empresas estaban especializadas, no tenían mucha variedad. Mataría a tu madre por algo fresco sacado de un huerto. Por una buena ensalada.

—Supongo que mi madre no se salvaría si estuviera entre nosotros y el supermercado.

—Supongo que no.

Entonces Brenda sonrió, aunque una sombra ocultaba la mayor parte de su rostro. La sonrisa seguía resplandeciendo y Thomas se dio cuenta de que le gustaba aquella chica. Acababa hacer sangrar a su mejor amigo, pero le gustaba. Quizás, en parte, por eso mismo.

—?Aún quedan supermercados en el mundo? —preguntó—. Quiero decir, ?qué pasó ahí fuera después de todo el jaleo del Destello? ?Con todo ese calor y un pu?ado de locos corriendo por todas partes?

—No. Bueno, no lo sé. Las erupciones solares mataron a mucha gente antes de que pudiera escapar al norte o al sur. Mi familia vivía al norte de Canadá. Mis padres fueron de los primeros en llegar a los campamentos organizados por la coalición entre gobiernos. La gente que después terminó formando CRUEL.

Thomas se quedó con la mirada fija y la boca abierta durante un segundo. Acababa de revelarle más sobre el estado del mundo con aquellas pocas frases que nada de lo que había oído desde que le borraron la memoria.

—Espera… espera un segundo —dijo—. Tengo que oír esto. ?Puedes empezar desde el principio?

Brenda se encogió de hombros.