Cuando Thomas alcanzó el primer escalón, tropezó, cayó y se golpeó la rodilla con el siguiente pelda?o. Bajó las manos para recuperar el equilibrio —casi reventó su bolsa de agua—después se puso de pie y subió saltándose algún que otro escalón de vez en cuando. ?Quién sabía cuándo atacaría otra de esas cosas de metal! Y hubiese o no esperanza, estaba más que preparado para pasar a una zona que no estuviera oscura como boca de lobo.
Arriba se oyó un estruendo, un golpazo más fuerte que el del ruido de las pisadas, pero seguía sonando a metal.
—?Ay! —gritó Minho.
Después se oyeron unos cuantos gru?idos y quejidos cuando los clarianos chocaron unos contra otros antes de poder parar.
—?Estás bien? —preguntó Newt.
—?Con qué te has… dado? —dijo Thomas entre jadeos.
Minho sonaba irritado:
—Con la fuca parte de arriba, eso es todo. Hemos llegado al tejado y no hay por dónde… —se calló, y Thomas oyó cómo deslizaba las manos por las paredes y el techo, buscando—. ?Esperad! Creo que he encontrado…Le interrumpió un clic, y entonces el mundo alrededor de Thomas pareció arder en llamas. Gritó mientras se tapaba los ojos con las manos. Una luz punzante y cegadora brillaba desde arriba. Había dejado caer la bolsa de agua sin poder evitarlo. Después de tanto rato en la oscuridad total, la súbita aparición de la luz le aturdió, incluso a través de la protección de sus manos. Un naranja brillante traspasó sus dedos y sus párpados, y una oleada de calor descendió como viento caliente.
Thomas oyó un fuerte chirrido, luego un golpe seco y la oscuridad regresó. Con cautela, dejó caer las manos y entrecerró los ojos; unas manchas bailaban ante sus ojos.
—?No me fuques! —exclamó Minho—. Parece que hemos encontrado una salida, pero ?creo que está en el pu?etero sol! Macho, sí que brillaba. ?Y qué calor!
—Abrámoslo un poco para que se nos acostumbren los ojos —sugirió Newt. Después Thomas oyó que subía las escaleras para reunirse con Minho—. Aquí tienes una camisa, métela por ahí. ?Que todo el mundo se tape los ojos!
Thomas le hizo caso y se tapó otra vez con las manos. El resplandor naranja volvió y empezó el proceso. Después de un minuto aproximadamente, bajó las manos y abrió poco a poco los ojos. Tuvo que entrecerrarlos y, aun así, parecía que un millón de linternas le estuvieran apuntando, pero se hizo más soportable. Al cabo de unos minutos, todo estaba muy brillante, pero bien.
Ahora podía ver que estaba a unos veinte escalones de donde Minho y Newt se agachaban bajo la trampilla del techo. Tres líneas resplandecientes marcaban los bordes de la puerta, interrumpidos tan sólo por la camisa que había metido por la esquina derecha para mantenerla abierta. Todo a su alrededor —las paredes, las escaleras y la misma puerta— estaba hecho de metal gris apagado. Thomas se dio la vuelta para mirar en la dirección por donde habían venido y vio que las escaleras desaparecían en la oscuridad debajo de ellos. Había subido más de lo que imaginaba.
—?Alguien está ciego? —preguntó Minho—. Tengo los ojos abrasados.
Thomas se sentía también así. Los ojos le quemaban, le picaban y no dejaban de llorarle. Todos los clarianos a su alrededor se restregaban los ojos.
—?Y qué hay ahí fuera? —preguntó alguien.
Minho se encogió de hombros mientras echaba un vistazo por la rendija de la puerta abierta con una mano de visera.
—No sabría qué decirte. Lo único que veo es un montón de luz brillante. Quizás estemos en el fuco sol. Pero no creo que haya gente ahí fuera —hizo una pausa—. Ni raros.
—Salgamos de aquí, entonces —propuso Winston, que estaba dos pelda?os por debajo de Thomas—, Prefiero quemarme al sol a que ataque mi cabeza una de esas bolas de acero. ?Vamos!
—Muy bien, Winston —contestó Minho—. No os quitéis la ropa interior, es mejor que antes se os ajusten los ojos a la luz. Abriré la puerta del todo para asegurarnos de que estamos bien. Preparaos —subió un escalón para poder presionar con el hombro derecho la losa de metal—. Uno. Dos. ?Tres!
Enderezó las piernas con un gru?ido y empujó hacia arriba. La luz y el calor inundaron las escaleras cuando la puerta se abrió con un terrible chirrido metálico. De inmediato, Thomas miró hacia el suelo y entrecerró los ojos. Aquel resplandor parecía imposible, aunque hubieran estado caminando sin rumbo fijo en la oscuridad total durante horas.
Oyó que arrastraban los pies y ruido de empujones; alzó la vista para ver que Newt y Minho avanzaban para salir del cuadrado de luz cegadora que se filtraba por la puerta ahora abierta. Todo el hueco de la escalera parecía un horno.
—?Jo, tío! —exclamó Minho con un gesto de dolor en la cara—. Algo va mal, macho. ?Es como si ya me estuviera quemando la piel!
—Tienes razón —dijo Newt, frotándose la nuca—. No sé si podemos salir ahí fuera. Tendremos que esperar a que se vaya el sol.
Se oyeron quejidos de los clarianos, pero entonces fueron asaltados por otro arrebato de Winston:
Las pruebas (The Maze Runner #2)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)
- El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
- A Mutiny in Time (Infinity Ring #1)