—Ah, ahora sí que estamos fucados —susurró Minho, y su reacción alertó a Thomas de lo grave que era la situación.
—No hay sol para las plantas —dijo Newt— ni llegan provisiones en la maldita Caja. Sí, yo diría que estamos fucados, exacto.
Alby estaba cruzado de brazos y seguía con la vista clavada en la Caja como si intentara abrir las puertas con la mente. Thomas esperaba que su líder no sacara a relucir lo que había visto en el Cambio o, en realidad, cualquier cosa relacionada con él. Sobre todo, ahora.
—Sí, bueno —comentó Minho—, encontramos algo extra?o.
Thomas esperó que Newt o Alby reaccionaran positivamente ante aquella noticia; hasta podía contener información que arrojara luz sobre el misterio.
Newt enarcó las cejas.
—?Qué?
Minho estuvo tres minutos contándolo. Empezó por el lacerador al que habían seguido y acabó con los resultados de su experimento de tirar piedras.
—Debe de llevar a…, ya sabéis…, adonde viven los laceradores —dijo cuando terminó.
—El Agujero de los Laceradores —a?adió Thomas.
Los tres le miraron enfadados, como si no tuviera derecho a hablar. Pero, por primera vez, no le importó tanto que le trataran como a un verducho.
—Tengo que verlo por mí mismo —afirmó Newt, y luego murmuró—: Cuesta creerlo.
Thomas no pudo estar más de acuerdo.
—No sé qué podemos hacer —declaró Minho—. A lo mejor podríamos construir algo para bloquear el pasillo.
—Ni de co?a —replicó Newt—. Esas fucas cosas pueden subir por las malditas paredes, ?recuerdas? Nada que nosotros construyamos los mantendrá alejados.
Pero el alboroto que se había formado fuera de la Hacienda apartó su atención de la conversación. Había un grupo de clarianos en la puerta principal de la casa, gritando para hacerse oír. Chuck estaba en el grupo y, al ver a Thomas y a los otros, echó a correr con la caí a llena de entusiasmo. Thomas no pudo evitar preguntarse qué locura había sucedido ahora.
—?Qué pasa? —preguntó Newt.
—?Está despierta! —gritó Chuck—. ?La chica está despierta!
A Thomas se le revolvió todo por dentro y se apoyó en la pared de cemento de la Sala de Mapas. La chica. La chica que hablaba en su cabeza. Quería correr antes de que volviera a ocurrir, antes de que le hablara en la mente. Pero era demasiado tarde:
Tom, no conozco a esta gente. ?Ven a buscarme! Está desapareciendo todo… Me estoy olvidando de todo menos de ti… ?Tengo que contarte cosas! Pero se me está yendo todo…
No podía comprender cómo lo hacía, cómo estaba en su cabeza.
Teresa hizo una pausa y, luego, dijo algo que no tenía sentido: El Laberinto es un código, Tom. El Laberinto es un código.
Capítulo 36
Thomas no quería verla. No quería ver a nadie.
En cuanto Newt se dispuso a marcharse para hablar con la chica, Thomas se escabulló con la esperanza de que nadie le viera entre tanto entusiasmo. Al estar todos concentrados en la extra?a que acababa de despertar del coma, resultaría fácil. Bordeó el Claro, luego echó a correr y se dirigió a su lugar aislado detrás del bosque de los Muertos.
Se agachó en un rincón, acurrucado en la hiedra, y se echó la manta por encima, tapándose hasta la cabeza. De algún modo, creía que era una manera de esconderse de la intrusión de Teresa en su mente. Pasaron unos minutos y, por fin, su corazón se calmó hasta normalizar su ritmo.
—Olvidarme de ti ha sido la peor parte.
Al principio, Thomas pensó que era otro mensaje en su cabeza y apretó los pu?os contra sus orejas. Pero no, había sido… diferente. Lo había percibido con los oídos. Era la voz de la chica. Unos escalofríos le recorrieron la espalda y, despacio, retiró la manta.
Teresa estaba a su derecha, apoyada en el sólido muro de piedra. Parecía muy distinta ahora, despierta y alerta. De pie. Llevaba una camiseta blanca de manga larga, unos vaqueros azules y unos zapatos marrones. Aunque pareciera imposible, era incluso más atractiva que cuando la había visto en coma. El pelo negro enmarcaba su rostro de piel clara y unos ojos azules como llamas.
—Tom, ?de verdad no te acuerdas de mí? —su voz sonó suave en contraste con el sonido fuerte y enloquecido que salió de ella la primera vez que la vio, cuando dio el mensaje de que ?todo iba a cambiar?.
—Es que… ?me recuerdas? —preguntó, avergonzado por el gallo que le salió al pronunciar la última palabra.
—Sí. No. Quizás —alzó los brazos, indignada—. No puedo explicarlo.
Thomas abrió la boca y, después, la cerró sin decir nada.
—Recuerdo recordar —masculló, y se sentó dando un gran suspiro. Flexionó las piernas para rodearse las rodillas con los brazos—. Sentimientos. Emociones. Como si tuviera todas esas estanterías en mi cabeza, etiquetadas con recuerdos y caras, pero estuvieran vacías. Como si todo lo anterior a esto estuviera al otro lado de una cortina blanca. Incluido tú.
—Pero ?cómo sabes mi nombre? —notaba como si las paredes dieran vueltas a su alrededor.
El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)