Por algún motivo, la última frase preocupó a Thomas, aunque esperó que no se le reflejara en el rostro en aquel momento. Se?aló la Sección 3.
—Y… ?os pasáis todo el día corriendo por estos cuadraditos?
—Qué gracioso —Minho se levantó, se acercó al baúl que había justo detrás de ellos, se arrodilló, levantó la tapa y la apoyó en la pared—. Ven.
Thomas ya se había levantado; se apoyó en el hombro de Minho para echar un vistazo. El baúl era lo bastante grande para guardar cuatro sacos de mapas y los cuatro estaban llenos hasta arriba. Los que Thomas alcanzó a ver eran todos muy similares: un esbozo de un laberinto cuadrado ocupaba casi todo el folio. En la esquina superior de la derecha había anotado Sección 8, seguido del nombre Hank, luego la palabra Día y un número. En la última hoja ponía que era el día número 749.
Minho continuó:
—Al principio, averiguamos que las paredes se movían hacia la derecha. En cuanto lo hicimos, empezamos a mantener un registro. Siempre hemos pensado que compararlos día a día, semana a semana, nos ayudaría a descubrir la pauta que sigue. Y lo conseguimos. Los laberintos básicamente se repiten cada mes. Pero aún tenemos que encontrar una salida que nos lleve fuera del cuadrado. Nunca hemos visto una salida.
—Han pasado dos a?os —dijo Thomas—. ?No os habéis desesperado tanto como para pasar allí la noche y ver si quizás algo se abre mientras se mueven las paredes?
Minho le miró con un destello de ira en los ojos.
—Eso es un poco insultante, tío. En serio.
—?Qué? —Thomas se quedó sorprendido porque no pretendía ofenderle.
—Llevamos rompiéndonos el culo dos a?os, y ?sólo se te ocurre preguntar por qué somos demasiado mariquitas para pasar allí fuera toda la noche? Algunos lo intentaron al principio, pero todos aparecieron muertos. ?Quieres pasar otra noche ahí? Como si tuvieras la posibilidad de sobrevivir otra vez, ?eh?
Thomas se sonrojó de vergüenza.
—No. Perdona.
De repente, se sintió como un trozo de clonc. Y la verdad era que estaba de acuerdo, prefería volver al Claro sano y salvo cada noche que asegurarse otra batalla con los laceradores. Se estremeció al pensarlo.
—Sí, bueno —Minho volvió la mirada hacia los mapas en el baúl para gran alivio de Thomas—. La vida en el Claro puede que no sea maravillosa, pero al menos es segura. Hay un montón de comida y estamos protegidos contra los laceradores. No les podemos pedir a los corredores que se arriesguen a quedarse ahí fuera, ni hablar. Al menos, aún no. No, hasta que tengamos una pista de dónde puede abrirse una salida, aunque sea de forma temporal.
—?Estáis cerca? ?Habéis descubierto algo?
Minho se encogió de hombros.
—No lo sé. Es un poco deprimente, pero no sabemos qué otra cosa hacer. No podemos arriesgarnos a que un día, en algún sitio, pueda aparecer una salida. No podemos rendirnos. Nunca.
Thomas asintió, aliviado por aquella actitud. Por mal que estuvieran las cosas, rendirse sólo las empeoraría. Minho sacó varias hojas del baúl: los mapas de los últimos días. Mientras los hojeaba, le explicó:
—Como te decía antes, los comparamos todos los días, todas las semanas, todos los meses. Cada corredor se encarga de un mapa de su sección. Para serte sincero, todavía no hemos averiguado una mierda. Y, para serte más sincero aún, no sabemos qué estamos buscando. Es un asco, tío. Un puto asco.
—Pero no podemos rendirnos —dijo Thomas con un tono muy natural, como una repetición resignada de lo que Minho había dicho hacía un momento.
Había dicho ?podemos? sin ni siquiera pensarlo, y se dio cuenta de que ya formaba parte del Claro.
—Eso es, colega. No podemos rendirnos —Minho volvió a colocar con cuidado los papeles en el baúl, lo cerró y luego se incorporó—. Bueno, tendremos que darnos prisa porque aquí hemos estado mucho rato. Los primeros días sólo tendrás que seguirme. ?Listo?
Thomas sintió una corriente de nerviosismo en su interior, pellizcándole la barriga. Ya había llegado el momento, iban a salir de verdad; se había acabado hablar y pensar sobre el tema.
—Ummm…, sí.
—Aquí no hay ?ums? que valgan. ?Estás listo o no?
Thomas miró a los ojos de Minho, que de repente reflejaban dureza.
—Estoy listo.
—Entonces, vamos a correr.
Capítulo 33
Atravesaron la Puerta Oeste hacia la Sección 8 y se abrieron camino por varios pasadizos, Thomas iba al lado de Minho mientras giraba a derecha e izquierda sin, por lo visto, pararse a pensarlo, corriendo todo el tiempo. La luz de primera hora de la ma?ana tenía un fuerte brillo y hacía que todo se viera claro y resplandeciente: la hiedra, los muros agrietados y los bloques de piedra en el suelo. Aunque faltaban unas horas para que el sol alcanzara su posición de mediodía, todo estaba muy iluminado. Thomas seguía el ritmo de Minho lo mejor que podía y, de vez en cuando, aumentaba la velocidad para no quedarse atrás.
El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)