El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

—Yo vi lo que vi, verducho. Está algo borroso, pero nunca lo olvidaré. Fue horrible. Cuando intenté contarlo, algo empezó a estrangularme. Las imágenes vienen y se van, como si la misma cosa no quisiera que recordara.

Thomas vio en su mente por un instante la escena del día anterior. Alby se retorcía, intentaba estrangularse. Thomas no se habría creído que había pasado si no lo hubiese visto con sus propios ojos. A pesar de temer la respuesta, sabía que tenía que hacer la siguiente pregunta: —?Y qué viste sobre mí? No dejabas de decir mi nombre. ?Qué estaba haciendo?

Alby se quedó mirando al vacío durante un rato antes de contestar:

—Estabas con los… creadores. Les ayudabas. Pero eso no fue lo que más me afectó.

Thomas se sintió como si alguien le acabara de golpear con un pu?o en el abdomen. ??Les ayudaba??. No pudo pronunciar las palabras para preguntar a qué se refería.

Alby continuó.

—Espero que el Cambio no nos dé recuerdos reales, que sólo nos implante imágenes falsas. Algunos lo sospechan, yo sólo lo espero. Si el mundo es tal y como lo he visto… —dejó de hablar y dio paso a un silencio que no auguraba nada bueno.

Thomas estaba confundido, pero continuó insistiendo:

—?No puedes decirme lo que viste sobre mí?

Alby negó con la cabeza.

—Ni de co?a, pingajo. No voy a arriesgarme a estrangularme otra vez. Puede que sea algo que nos han puesto en el cerebro para controlarnos…, como lo de la pérdida de memoria.

—Bueno, si soy malo, a lo mejor deberías dejarme aquí encerrado —Thomas lo decía sólo medio en serio.

—Verdacho, tú no eres malo. Puede que seas un gilipullo cara fuco, pero no eres malo —Alby mostró una ligera sonrisita, una mera rendija en su rostro normalmente adusto—. Lo que hiciste arriesgando tu vida para salvarnos el culo a mí y a Minho no lo hubiera hecho nadie malo, que yo sepa. No, más bien creo que el Suero de la Laceración y el Cambio tienen gato encerrado. Por tu bien y por el mío, eso espero.

Thomas estaba tan aliviado de que Alby estuviera bien con él que sólo oyó la mitad de lo que el chico acababa de decir.

—?Cómo de malo era lo que recordaste?

—Recordé cosas de cuando era ni?o, dónde vivía y eso. Y si Dios bajara ahora mismo y me dijera que puedo irme a casa… —Alby miró al suelo y negó otra vez con la cabeza—. Si es real, verducho, te juro que me iré a vivir con los laceradores antes de volver allí.

Thomas se sorprendió al oír que era tan malo. Deseaba que Alby le diera detalles, que le describiera algo, cualquier cosa. Pero sabía que el estrangulamiento era aún muy reciente para hacerle cambiar de opinión.

—Bueno, a lo mejor no son reales, Alby. A lo mejor el Suero de la Laceración es algún tipo de droga que produce alucinaciones —sabía que se estaba agarrando a un clavo ardiendo.

Alby reflexionó durante un instante.

—Una droga…, alucinaciones… —luego negó con la cabeza—. Lo dudo.

Merecía la pena intentarlo:

—Aún tenemos que escapar de este sitio.

—Sí, gracias, verducho —repuso Alby con sarcasmo—. No sé qué haríamos sin tus ánimos.

Una vez más, Thomas casi sonrió. Los cambios de humor de Alby le espabilaron.

—Deja de llamarme verducho. La chica es la verducha ahora.

—Vale, verducho —Alby suspiró; estaba claro que la conversación había acabado—. Ve a buscar algo de cena. Tu terrible sentencia de un día en la cárcel ha terminado.

—Con uno he tenido de sobra.

A pesar de que quería respuestas, Thomas estaba listo para salir del Trullo. Además, se estaba muriendo de hambre. Sonrió a Alby y se dirigió a la cocina en busca de comida.



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La cena fue formidable.

Fritanga sabía que Thomas iría tarde, así que le había guardado un plato lleno de carne a la brasa con patatas, y una nota le avisaba de que había galletas en el armario. El cocinero estaba totalmente decidido a respaldar el apoyo que había mostrado hacia Thomas en la Reunión. Minho se sentó con él mientras comía para prepararle un poco antes de su primer gran día de entrenamiento como corredor; quería darle algunas estadísticas y datos interesantes. Unas cuantas cosas en las que pensar al irse a dormir aquella noche.

Cuando terminaron, Thomas regresó al lugar solitario en el que había dormido la noche anterior, en un rincón detrás de los Muertos. Pensó en su conversación con Chuck y se preguntó cómo sería tener padres que te dieran las buenas noches.