El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

—Bueno… No pude entenderlo todo, pero… —Clint volvió a mirar a Thomas—. No deja de decir su nombre una y otra vez.

Thomas casi se cayó al oír aquello. ?Es que no iban a acabar las referencias a él? ?Cómo conocía a esa chica? Era como un picor desesperante dentro de su cráneo que no se marchaba nunca.

—Gracias, Clint —contestó Newt, y a Thomas le sonó como si le estuviera dando permiso para que se retirara—. Infórmanos de todo eso, ?vale?

—Lo haré.

El mediquero les hizo un gesto con la cabeza a ambos para despedirse y abandonó la habitación.

—Acerca una silla —dijo Newt mientras se sentaba en el borde de la cama.

Thomas, aliviado porque Newt no hubiera empezado con sus acusaciones, cogió la silla del escritorio y la colocó junto a la cabeza de la chica; se sentó y se inclinó hacia delante para mirarle la cara.

—?Hay algo que te suene? —preguntó Newt—. ?Lo que sea?

Thomas no respondió; siguió mirando con el deseo de que su mente derribara la barrera de la memoria y buscara a la chica en su pasado. Pensó en aquellos breves instantes cuando la joven abrió los ojos justo después de que la sacaran de la Caja.

Eran azules, de un color más intenso que los de cualquier otra persona de la que se acordara. Intentó imaginarse aquellos ojos en ella mientras contemplaba su rostro dormido, fusionando las dos imágenes en su mente. Su pelo negro, su perfecta piel blanca, sus labios carnosos… Con la vista clavada en la muchacha, se dio cuenta una vez más de lo hermosa que era.

Por un instante, la reconoció con más fuerza en un oscuro rincón de su mente, oculto pero que estaba allí. Duró sólo un momento antes de desvanecerse en el abismo del resto de recuerdos capturados. Pero había sentido algo.

—Sí la conozco —susurró, recostándose en la silla. Era bueno admitirlo por fin en voz alta.

Newt se levantó.

—?Qué? ?Quién es?

—No tengo ni idea. Pero algo me ha hecho clic. La conozco de algún sitio.

Thomas se restregó los ojos, frustrado por no poder solidificar el vínculo.

—Bueno, sigue pensado, foder, no lo pierdas. Concéntrate.

—Lo estoy intentando, así que cállate.

Thomas cerró los ojos, miró en la oscuridad de sus pensamientos y buscó su cara en aquel vacío. ?Quién era? ?Qué pregunta más irónica! Ni siquiera sabía quién era él.

Se inclinó hacia delante, sentado en la silla, respiró hondo y luego miró a Newt, negando con la cabeza, rendido.

—No…

Teresa.

Thomas se levantó de la silla de un salto, la echó hacia atrás y se dio la vuelta, buscando. Había oído…

—?Qué pasa? —preguntó Newt—. ?Has recordado algo?

Thomas le ignoró, echó un vistazo a la habitación, confundido porque había oído una voz, y luego volvió a centrarse en la chica.

—Yo… —se sentó otra vez y se inclinó hacia delante con los ojos clavados en el rostro de la chica—. Newt, ?has dicho algo antes de que me levantara?

—No.

Por supuesto que no.

—Ah. Sólo he creído oír algo… No sé. Quizás estaba en mi cabeza. ?Ella… ha dicho algo?

—?Ella? —repitió Newt con los ojos iluminados—. No. ?Por qué? ?Qué has oído?

A Thomas le asustaba admitirlo.

—Yo… juraría que he oído un nombre. Teresa.

—?Teresa? No, yo no he oído eso. ?Ha debido de soltarse de tus malditos bloques de memoria! Así se llama, Tommy. Teresa. Tiene que ser eso.

Thomas se sintió extra?o. Era una incómoda sensación, como si acabara de suceder algo sobrenatural.

—Era… Te juro que lo he oído. Pero en mi mente, macho. No puedo explicarlo.

Thomas.

Esta vez, pegó un brinco en la silla y se apartó de la cama enseguida todo lo que pudo. Tiró la lámpara de la mesilla, que aterrizó con un estrépito de cristales rotos. Una voz. La voz de una chica. Susurrante, dulce, segura de sí misma. La había oído. Sabía que la había oído.

—?Qué es lo que te pasa, foder? —preguntó Newt

El corazón de Thomas iba a mil por hora. Sentía los latidos en su cráneo y los ácidos hervían en su estómago.

—Me… está hablando. En la cabeza. ?Acaba de decir mi nombre!

—?Qué?

—?Te lo juro! —el mundo giró a su alrededor, presionando, aplastando su mente—. Estoy… oyendo su voz en mi cabeza. O algo así… No es una voz, en realidad…

—Tommy, sienta tu culo. ?De qué fuco estás hablando?

—Newt, va en serio. No… no es que sea una voz…, pero sí lo es.

Tom, no te asustes.

Se tapó los oídos con las manos y apretó los ojos. Era demasiado raro. No podía hacer que su mente racional aceptara lo que estaba ocurriendo.

Mis recuerdos ya están empezando a desaparecer, Tom. No recordaré mucho cuando me despierte. Podemos pasar las Pruebas. Tiene que acabar. Me han enviado como desencadenante.

Thomas no podía más. Ignorando las preguntas de Newt, fue hacia la puerta a trompicones y la abrió de un tirón; salió al pasillo y echó a correr. Bajó las escaleras, salió por la puerta delantera y siguió corriendo. Pero no consiguió que se callara: