El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

No importaba lo que hiciera, cada vez estaba más metido en los asuntos del Claro. Y estaba acostumbrándose a que fuera así.

Fueron directos a la cocina, donde, a pesar de las quejas de Fritanga, pudieron coger unos bocadillos de queso y unas verduras crudas. Thomas no podía ignorar el modo extra?o que tenía de mirarle el guardián de los cocineros, cuyos ojos se apartaban cada vez que Thomas miraba hacia él. Algo le decía que aquel tipo de trato a partir de ahora sería la norma. Por alguna razón, era distinto al resto de los clarianos. Se sentía como si hubiese vivido toda una vida desde que le habían borrado la memoria, pero tan sólo había pasado una semana.

Los chicos decidieron salir a comer afuera y, unos minutos más tarde, se encontraron en la pared oeste, contemplando las muchas actividades que tenían lugar en el Claro, apoyados en un sitio donde la hiedra era muy espesa. Thomas se obligó a comer; por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos, tenía que asegurarse de tener fuerzas para enfrentarse a cualquier locura que ocurriese a continuación.

—?Alguna vez habías visto algo parecido? —preguntó Thomas al cabo de un minuto.

Newt le miró con una repentina expresión de tristeza.

—?A lo que Alby acaba de hacer? No. Nunca. Pero es que nadie había intentado contarnos sus recuerdos del Cambio. Siempre se niegan. Alby trató de… Debe de ser por lo que se volvió loco durante un momento.

Thomas dejó de masticar. ?Podía controlarlos de algún modo la gente que había detrás del Laberinto? Era una idea espeluznante.

—Tenemos que encontrar a Gally —dijo Newt, cambiando de tema, mientras mordía una zanahoria—. El cabrón se ha pirado para esconderse en algún sitio. En cuanto acabemos de comer, tengo que encontrarle para meterle en la cárcel.

—?En serio?

Thomas no pudo evitar sentir una inyección de euforia al pensarlo. Estaría encantado de ser él mismo quien cerrara la puerta de golpe y tirara la llave.

—Ese pingajo amenazó con matarte y tenemos que asegurarnos de que no vuelva a pasar. Ese cara fuco va pagar bien caro el actuar de esa manera. Tiene suerte de que no le desterremos. Recuerda lo que te dije sobre el orden.

—Sí.

La única preocupación de Thomas era que Gally no le odiara aún más porque le metieran en la cárcel.

?No me importa —pensó—. Ya no me da miedo ese tío?.

—Esto es lo que haremos, Tommy —dijo Newt—: Estarás conmigo el resto del día; tenemos que resolver algunas cosas. Dejaremos para ma?ana el Trullo. Después, te irás con Minho, y quiero que te mantengas alejado de los otros pingajos por un tiempo. ?Lo pillas?

Thomas estaba más que dispuesto a obedecer. Estar casi todo el tiempo solo le parecía una idea genial.

—Me parece perfecto. Entonces, ?Minho va a entrenarme?

—Exacto. Ahora eres un corredor. Minho te ense?ará. El Laberinto, los mapas, todo. Tienes mucho que aprender. Espero que te rompas el culo a trabajar.

A Thomas le sorprendía que la idea de entrar al Laberinto no le asustara tanto como esperaba. Decidió hacer lo que Newt le dijo, con la esperanza de que le ayudara a mantener la mente distraída; aunque, en su interior, lo que esperaba era salir del Claro lo antes posible. Evitar a los demás era su nueva meta en la vida.

Los jóvenes se quedaron sentados en silencio, acabándose sus almuerzos, hasta que Newt empezó a hablar de lo que realmente quería. Hizo una bola con su basura y miró a Thomas a los ojos.

—Thomas —comenzó—, necesito que aceptes algo. Lo hemos oído demasiadas veces para negarlo y ha llegado la hora de discutirlo.

Thomas sabía a lo que se refería, pero estaba asustado. Tenía pavor a aquellas palabras.

—Gally lo dijo. Ben lo dijo. Alby lo ha dicho —continuó Newt—. La chica, después de que la sacáramos de la Caja…, lo dijo —hizo una pausa, tal vez esperando que Thomas le preguntara a qué se refería. Pero ya lo sabía.

—Todos dicen que las cosas van a cambiar.

Newt apartó la mirada un momento y, luego, se dio la vuelta.

—Es cierto. Gally, Alby y Ben afirman que te vieron en sus recuerdos después del Cambio. Y, por lo que deduzco, no estabas plantando flores ni ayudando a se?oras mayores a cruzar la calle. Según Gally, hay algo en ti lo bastante horrible para que quiera matarte.

—Newt, no sé… —empezó a decir Thomas, pero Newt no le dejó terminar:

—?Sé que no te acuerdas de nada, Thomas! Deja de decir eso, ni siquiera vuelvas a repetirlo. Ninguno de nosotros se acuerda de nada y estamos hartísimos de que nos lo recuerdes. La cuestión es que hay algo diferente en ti y ha llegado la hora de que averigüemos qué es.

A Thomas le inundó una oleada de ira.

—Muy bien, ?y cómo vamos a hacerlo? Quiero saber quién soy, igual que todo el mundo. Por supuesto.