El camino de vuelta al Claro y luego hasta la Hacienda parecía interminable; a ambos lados había una fila de clarianos que les miraban boquiabiertos. Sus rostros reflejaban sobrecogimiento, como si estuvieran contemplando dos fantasmas paseándose por un cementerio. Thomas sabía que era porque habían conseguido algo que nadie antes había hecho, pero le avergonzaba atraer tanta atención.
Casi se paró en seco cuando vio a Gally más adelante, de brazos cruzados, fulminándole con la mirada, pero siguió moviéndose. Hizo falta toda su fuerza de voluntad, pero le miró directamente a los ojos, sin perder el contacto ni por un momento. Cuando estuvo a un metro y medio de distancia, el muchacho bajó la mirada al suelo.
A Thomas casi le molestó lo bien que se sintió. Casi.
Los siguientes minutos fueron borrosos. Un par de mediqueros le acompa?ó a la Hacienda; subió las escaleras y, por una puerta entreabierta, alcanzó a ver a alguien dando de comer a la chica comatosa, que estaba en una cama; luego les metieron en su propia habitación, en la cama, les dieron comida, agua y vendajes. Le dolía todo. Por fin le dejaron a solas, con la cabeza apoyada en la almohada más blanda que su memoria podía recordar.
Pero, mientras se quedaba dormido, dos cosas no se apartaron de su mente. La primera, la palabra que había visto garabateada en el torso de dos cuchillas escarabajo, ?CRUEL?, y que daba vueltas en su cabeza una y otra vez.
La segunda era la chica.
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Horas más tarde, días por lo que luego supo, Chuck apareció allí y le zarandeó para despertarlo. Thomas tardó unos segundos en orientarse y ver con claridad. Miró a Chuck y refunfu?ó: —Déjame dormir, pingajo.
—Creía que te gustaría saberlo.
Thomas se frotó los ojos y bostezó.
—Saber, ?qué? —volvió a mirar a Chuck, confundido por su gran sonrisa.
—Está vivo —dijo—. Alby está bien, el Suero ha funcionado.
El estado somnoliento de Thomas le abandonó enseguida y lo sustituyó el alivio. Le sorprendía la alegría que le había traído aquella información. Pero, entonces, las siguientes palabras de Chuck le hicieron reconsiderarlo: —El Cambio acaba de empezar.
Como si lo hubiesen provocado aquellas palabras, un grito que helaba la sangre salió de una de las habitaciones del pasillo.
Capítulo 23
Thomas estuvo mucho tiempo pensando en Alby. Le parecía una victoria haberle salvado la vida, traerle de vuelta después de una noche en el Laberinto. Pero ?había valido la pena? Ahora el chico estaba padeciendo un intenso dolor, estaba pasando por lo mismo que Ben. ?Y si se convertía en un psicótico como Ben? Veía problemas por todas partes.
El ocaso cayó sobre el Claro y los gritos de Alby continuaban en el aire. Era imposible escapar de aquel terrible sonido, incluso después de que Thomas al final hablara con los mediqueros para que le soltaran; estaba cansado, dolorido y vendado, pero harto de los desgarradores gemidos de angustia de su líder. Newt se había negado rotundamente cuando Thomas había pedido ver en persona a aquel por el que había arriesgado la vida.
?Sólo empeorará las cosas?, había dicho, y no había cambiado de opinión.
Thomas estaba demasiado agotado para ponerse a pelear. No tenía ni idea de que pudiera sentirse tan exhausto, a pesar de todas las horas que había dormido. Le dolía demasiado el cuerpo para hacer nada y se había pasado todo el día en un banco de los alrededores de los Muertos, regodeándose en la desesperación. La euforia de su huida se había desvanecido enseguida y le había dejado lleno de dolor y pensamientos de su nueva vida en el Claro. Le dolían todos los músculos, estaba cubierto de cortes y cardenales de la cabeza a los pies. Pero ni siquiera eso era tan malo como el gran peso emocional de lo que había experimentado la noche anterior. Era como si la realidad de vivir allí por fin hubiese calado en su mente, como cuando se oye el diagnóstico de un cáncer terminal.
??Cómo se podía ser feliz con una vida como aquella? —pensó—. ?Cómo alguien podía ser tan malvado para hacer una cosa así??.
Entendía más que nunca la pasión con la que los clarianos buscaban la salida del Laberinto. No era sólo cuestión de escapar. Por primera vez, sintió ganas de vengarse de los responsables de enviarle allí.
Pero aquellos pensamientos sólo le llevaban a la desesperanza que le había inundado ya tantas veces. Si Newt y los demás no habían sido capaces de resolver el Laberinto en dos a?os de búsqueda, le parecía imposible que hubiese una solución. El hecho de que los clarianos no se hubieran rendido decía más de aquellas personas que cualquier otra cosa. Y ahora él era uno de ellos.
?Esta es mi vida —pensó—. Vivo en un laberinto gigante, rodeado de unas bestias horribles?.
El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)