El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

?Cómo se acordaba tan bien de los granjeros? Una vez más, su memoria le había dejado desconcertado.

—Eeeh… sí, ahora que lo mencionas —Newt se dejó caer en el suelo a su lado y se sentó sobre las piernas cruzadas. Se quedó allí en silencio unos instantes, contemplando todo el ajetreo y el bullicio que empezaba a levantarse en el Claro—. Hoy te voy a poner con los excavadores, verducho. A ver si eso te pega más que cortar pu?eteros cerditos y esas cosas.

Thomas estaba harto de que le trataran como a un bebé.

—?No se supone que ya no tendrías que llamarme eso?

—?El qué? ?Pu?etero cerdito?

Thomas forzó una sonrisa y negó con la cabeza.

—No, ?verducho?. Ya no soy el más novato, ?no? Ahora lo es la chica en coma. Llámala a ella ?verducha?. Yo me llamo Thomas.

Empezó a pensar de pronto en la chica y se acordó de la conexión que sentía. Una sensación de tristeza le abordó como si la echara de menos y quisiera verla. ?Eso no tiene sentido —pensó—. Ni siquiera sé cómo se llama?.

Newt se recostó y arqueó las cejas.

—?Vaya! Te han crecido los huevos hasta un buen tama?o esta noche, ?eh?

Thomas le ignoró y siguió hablando:

—?Qué es un excavador?

—Es como llamamos a los tíos que curran en los Huertos: labran, quitan hierbajos, plantan y ese tipo de cosas.

Thomas asintió en aquella dirección.

—?Quién es el guardián?

—Zart. Es buen tío, siempre y cuando no te escaquees del trabajo. Es el que iba delante de todo ayer por la noche.

Thomas no dijo nada después de aquello, pues esperaba pasar el día entero sin hablar de Ben y el destierro. Aquel tema sólo le hacía ponerse enfermo y sentirse culpable, así que pasó a otra cosa: —?Y por qué has venido tú a despertarme?

—?Qué pasa, no te gusta ver mi cara antes que nada?

—No especialmente. Bueno…

Pero, antes de que pudiera terminar la frase, le interrumpió el estruendo de las puertas abriéndose por el día. Miró hacia la Puerta Este, casi esperando ver a Ben allí de pie, al otro lado; pero, en su lugar, vio a Minho estirándose. Entonces, Thomas observó cómo avanzaba y recogía una cosa del suelo.

Era la parte de la barra que tenía pegado el collar de cuero. Minho no pareció pensar en nada; se lo lanzó a otro de los corredores, que fue a devolverlo al cobertizo que había junto a los Huertos.

Thomas se volvió hacia Newt, confundido. ?Cómo podía actuar Minho de forma tan indiferente?

—?Qué demonios…?

—Sólo he visto tres destierros, Tommy. Todos fueron tan desagradables como el que viste a hurtadillas ayer por la noche. Pero todas las pu?eteras veces los laceradores dejaron el collar en el umbral. No hay nada que me ponga los pelos más de punta.

Thomas no pudo llevarle la contraria.

—?Qué hacen con los que atrapan? —?De verdad lo quería saber?

Newt se encogió de hombros con una indiferencia no muy convincente. Lo más seguro era que no quisiera hablar de ello.

—Cuéntame algo de los corredores —dijo Thomas de repente.

No sabía de dónde habían salido aquellas palabras, pero permaneció tranquilo, a pesar de las ganas que le entraron de disculparse y cambiar de tema; quería saberlo todo sobre ellos. Incluso después de lo ocurrido la noche anterior, incluso después de ver con sus propios ojos el lacerador a través de la ventana, quería saber más. Lo deseaba con mucha fuerza y no comprendía por qué. Le parecía haber nacido para convertirse en uno de los corredores.

Newt se había quedado callado y estaba como confundido.

—?De los corredores? ?Por qué?

—Me preguntaba cómo serían.

Newt le lanzó una mirada de recelo.

—Esos tíos son lo mejor de lo mejor. Tienen que serlo. Todo depende de ellos —cogió un trozo de roca suelta y lo tiró, contemplando distraídamente cómo rebotaba hasta que se paró.

—?Por qué tú no eres uno de ellos?

De improviso, la mirada de Newt se volvió hacia Thomas.

—Lo era hasta que me rompí la maldita pierna hace unos meses. No he vuelto a ser el mismo desde entonces —bajó la mano para frotarse el tobillo derecho y una breve expresión de dolor le atravesó el rostro. Aquella mirada le hizo pensar a Thomas que era más por el recuerdo que por el dolor físico que aún sentía.

—?Cómo te lo hiciste? —preguntó, pues creía que, cuanto más hiciera hablar a Newt, más aprendería.

—Corriendo para escapar de los pu?eteros laceradores, ?qué otra cosa, si no? Casi me pillan —hizo una pausa—. Todavía se me pone la piel de gallina cuando pienso que podría haber pasado por el Cambio.

El Cambio. De entre todos, aquel era el tema que Thomas creía que podía darle más respuestas.

—?Y eso qué es? ?Qué es lo que cambia? ?Todo el mundo se vuelve loco como Ben e intenta matar gente?

—Ben estaba mucho peor que la mayoría. Pero creía que querías hablar de los corredores —el tono de voz de Newt le avisó de que la conversación sobre el Cambio se había terminado, lo que le hizo sentir más curiosidad, aunque estaba bien volver a hablar de los corredores.