Debíamos hablar más bajo. Iba a proponerlo cuando noté que Kiana se había puesto las manos sobre la boca y que sus ojos estaban abiertos como platos como quien acababa de tener una gran revelación. Me miraba, pero al mismo tiempo no.
—?Qué pasa? —le pregunté, ce?uda—. ?Se te ha congelado el cerebro con el batido?
Ella volvió en sí y paseó su mirada por todos nosotros, repentinamente acelerada.
—Rápido, nombren a una sola chica que haya aceptado ser novia de Aegan sin querer serlo —nos pidió.
Dash pesta?eó sin ninguna respuesta. Artie negó en silencio, sin dar tampoco ningún nombre.
—No hay, no existe —dijo Dash.
—?Y alguna chica con la que haya durado menos o más de los noventa días de marras? —preguntó Kiana, imparable.
Dash hizo un mohín pensativo, abrió la boca para soltar un nombre, pero luego la cerró, descartándolo. Volvió a abrir la boca con otra idea, pero al final no le pareció buena. Acabó negando con la cabeza.
—Tampoco la hay.
Kiana asintió y extendió las manos con obviedad, como si acabara de darnos la clave de algo, pero pusimos cara de no pillarlo. Más paciencia con los lentos, por favor.
—Esto jamás ha pasado porque es Aegan quien suele terminar el día exacto las relaciones con las chicas con las que sale —intentó ayudarnos a comprender—. Ninguna chica ha roto con él. él nunca ha sido rechazado.
Volvió a mirarnos a la espera de un gesto de entendimiento por nuestra parte, pero...
—?Por las arrugas de Donatella Versace, ve al grano de una vez, que me tienes en ascuas y esto suena interesante! —le exigió Dash con impaciencia.
Kiana entrelazó las manos sobre la mesa, se inclinó hacia delante y soltó aire para calmarse y poder explicarnos.
—Que Jude haya tenido el valor de rechazar a Aegan me hizo pensar en... —Se mordió los labios como conteniendo una sonrisa cruel—. ?Y si Jude hubiese aceptado salir con él, le hubiese hecho creer que de verdad le gusta y en algún momento, públicamente, hubiese terminado la relación? Así, rechazándolo, como él ha hecho con todas las chicas con las que ha salido. ?No habría sido épico?
Se hizo un silencio de impacto en la mesa. Artie pareció impresionada, como si jamás hubiese pensado que algo así fuese posible y ahora estuviese dándose cuenta de que, de suceder, no solo podía ser épico, sino también peligroso.
—No puedo imaginármelo, es decir... —dudó.
—Yo sí —sostuvo Kiana, y los ojos le brillaron de una emoción malévola y divertida que, a decir verdad, habría inspirado a cualquiera a apoyarla—. Sería catastrófico para él, porque siempre demuestra que necesita controlar y dominarlo todo para estar en equilibrio. Si alguien alterara su sistema, si alguien rompiera sus reglas, atentaría contra su mundo de poder absoluto. Y todos los atentados destruyen algo.
Otro silencio envolvió la mesa tras esa frase. Dash asintió con lentitud, mirando a Kiana como si acabara de mostrarle perspectivas nuevas y fascinantes.
—Suena genial —admitió, pero luego se encogió de hombros—. Solo que eso no ha pasado. Jude le ha dejado claro que él le da asquito.
—Pero vamos... —insistió Kiana, buscando que profundizáramos en su fantasía—. Imaginen por un momento, un peque?o momento, la cara de Aegan al ser rechazado en público, al enterarse de que él nunca le gustó, al saber que Jude jugó con él... —Trazó el panorama con ambas manos en el aire—. Un acto de revolución femenina contra la machista tiranía Cash.
Dash curvó la boca hacia abajo, aceptando la creatividad y el impacto de esa idea.
—Bueno, mi mente siempre está ocupada imaginando cómo conocer a Timothée Chalamet, pero ahora que lo pienso, disfrutaría mucho viendo algo así... —admitió, y después le dio un empujoncito con el hombro a Kiana—. Aunque, genio del mal, si se trata de una rebelión, Jude pudo aceptar salir una noche con él y luego rechazarlo. Habría herido su ego. Más simple y menos peligroso, ?no?
Me gui?ó un ojo, como arrojándome la idea.
—Igual Jude no es así —comentó Artie, negando con la cabeza con una seguridad que flaqueó al verme—. No eres así, ?verdad?
Ay, Artie. Yo era todo lo que no debía ser.
En mi opinión, Kiana tenía razón en ciertas cosas. Aegan emanaba una seguridad impenetrable. Los mismos alumnos de Tagus lo habían colocado como una figurilla sobre un altar. Con su adoración lo habían inmunizado ante lo que los chicos normales no estaban inmunizados: los rechazos y los fracasos. Estaba claro que a Aegan nadie le decía que no. A Aegan nadie lo dejaba de lado. Aegan nunca era el número dos en nada. Estaba catalogado como un espécimen superior.
Pero solo era así porque los demás querían verlo de esa forma, ya que en realidad era una persona normal con órganos normales. Lo que Kiana decía era que, si todos veían que una chica podía terminar una relación con Aegan Cash, sin temor ni vergüenza, antes de que él lo hiciera, se darían cuenta de que él podía ser rechazado como cualquier ser humano.
Y listo, ya no sería un dios/gurú/líder, sino un chico más del montón.
—Jude puede ser como quiera —resopló Kiana, interrumpiendo mis pensamientos para responder a Artie— porque no estamos hablando de chicos inocentes y buenos. De hecho, ?saben qué he pensado siempre? —Se inclinó hacia delante y lo susurró—: Los tres deben de tener un oscuro secreto. No es posible tanta perfección, ni una vida tan impecable. Tiene que haber una mancha y, en su caso, una muy grande.
Ahora que leo ese diálogo solo puedo decir que todo estuvo siempre allí, pero que había sido ocultado muy bien.
—Puede ser, Nancy Drew —coincidió Dash con Kiana—, pero eso sería imposible saberlo. Si ellos se equivocan en algo, les basta con hacer una llamada o chasquear los dedos para taparlo.
La camarera chismosa nos trajo los batidos en ese instante. De nuevo, al darse la vuelta, nos echó un vistazo por si captaba algo. Esa vez le dediqué una mirada furiosa que funcionó para que se concentrara en ir a atender los mostradores repletos de bocadillos saludables. Mientras la seguía con la mirada para dejarle claro que metiera sus narices en otros asuntos, vi que la puerta del Bat-Fit se abrió y entró nada más y nada menos que Aleixandre, la ilusión adolescente.
De nuevo iba totalmente de punta en blanco, con el cabello azabache perfectamente peinado hacia atrás y la ropa sin la más mínima arruga. Sostenía su teléfono a cierta distancia de su rostro y le hablaba con ánimo a la cámara, seguramente transmitiendo en vivo para sus seguidores.
Entonces me fijé en una cosa un poco extra?a. Pidió algo en el mostrador. Le dieron un vaso muy rápido, como si lo hubiesen tenido listo para él, pero en vez de tomarlo con la mano, sacó un pa?uelo de su bolsillo y bebió sosteniéndolo así. Luego se fue.
?No podía tocar el vaso con la mano o qué?
Un poco extra?ada, devolví la atención a la mesa justo cuando Kiana estaba hablando de todas las veces que había visto a una chica llorando por Aegan. No habían notado mi distracción.
—Solo piénsalo, Jude —me sugirió, descansando en el respaldo de la silla con su batido en mano.
—Ni que ella fuera Katniss Everdeen o algo así —la codeó Dash—. Deja a Jude en paz. Con suerte, Aegan no volverá a mirarla de nuevo y las cosas se calmarán.
Pero ?quién dijo que yo tenía suerte?
O ganas de que las cosas se calmaran.
6
Uno es peor que el otro
Lunes. Otra vez llegó Literatura, la clase que, por desgracia, compartía con Adrik.
Lo vi apenas entré al aula, ya sentado en nuestra mesa. Me pregunté qué se le ocurriría decir ese día. ?Que estaba atentando contra su integridad? ?Que lo estaba amenazando de muerte? ?Que lo había pinchado con una jeringa contaminada por debajo de la mesa?
Dejé la mochila en el suelo y me senté en mi sitio. Entonces percibí un olor a chocolate, y vi que el muy idiota estaba cortando en trocitos una barrita por debajo de la mesa para comérsela despacio, ignorando claramente el letrerito junto a la pizarra que decía: no comer en el aula.