El lado bueno de las cosas

—Y, aun así, no abusas de tu medicación.

Entiendo lo que Cliff quiere decir, pero él no puede entender cómo me siento (es una mezcla muy complicada de sentimientos y emociones), así que dejo el tema.

Cuando los Dallas Cowboys llegan a Filadelfia, los hombres gordos y la Invasión Asiática se unen para organizar una superfiesta que incluye campeonatos de kubb sobre césped artificial, televisión por satélite, comida india y mucha cerveza. Pero yo no puedo concentrarme en la diversión porque todo lo que me rodea es odio.

De lo primero que me percato es de que hay muchas camisetas nuevas y la gente que está allí las está comprando. Hay diferentes eslóganes e imágenes. Una tiene el dibujo de un ni?o haciendo pis sobre una estrella de Dallas y el eslogan dice: ?Dallas apesta. T.O. toma pastillas?. En otra camiseta aparece la prescripción de un medicamento con la típica calavera y los huesos a los lados y debajo está escrito: ?Terrel Owens?. Otra versión muestra un bote de pastillas en la parte de delante y una pistola en la parte de detrás, y pone: ?T.O., si a la primera no lo consigues, cómprate una pistola?. Otra persona ha hecho una cruz con un montón de camisetas viejas de Owens de cuando jugaba en los Eagles y la ha cubierto con botes de pastillas naranjas que se parecen mucho a los míos. Hay gente quemando sus viejas camisetas en el aparcamiento y también hay mu?ecos gigantes que representan a T.O. y la gente los golpea con bates. Aunque no me gustan los Dallas Cowboys, me siento mal por Terrell Owens, ya que es un tipo triste que tiene problemas mentales. Quién sabe si trató realmente de suicidarse. Aun así, todo el mundo se burla de él, como si su salud mental fuera una broma (o quizá quieran empujarlo al abismo porque nada les gustaría más que ver a T.O. muerto).

Como estoy lanzando mal, Cliff y yo quedamos eliminados del torneo de kubb y pierdo los cinco pavos que mi hermano había puesto por mí. En ese momento, Cliff me pide que le ayude a sacar cerveza India Pole Ale del autobús de la Invasión Asiática. Cuando estamos dentro del autobús me pregunta:

—?Qué te pasa?

—Nada —respondo.

—Ni siquiera estabas mirando a ver dónde caían los bastones; has estado muy distraído durante los partidos.

No digo nada.

—?Qué pasa?

—No estás en tu sillón de piel.

Cliff se sienta, toca el asiento del autobús y dice:

—Tendremos que conformarnos con polipiel.

Me siento junto a Cliff y digo:

—Es solo que me siento mal por T.O., eso es todo.

—Gana millones de dólares para soportar las críticas. Y lo sobrelleva. Lo hace con sus bailes cuando marca touchdowns. Esta gente no quiere que T.O. se muera, lo único que quieren es que no haga un buen partido. Es parte de la diversión.

Sé a lo que Cliff se refiere, pero a mí no me parece divertido. No me importa que sea millonario o no, unas camisetas que animan a la gente a volarse la cabeza no deberían ser aprobadas por mi terapeuta. Pero no digo nada.

Fuera del autobús de nuevo, veo que Jake y Ashwini han llegado a la final del torneo de kubb, así que me pongo a animarlos para olvidarme de todo el odio que hay a mi alrededor.

Dentro del Linc, la gente canta durante toda la primera parte: ?S.D., S.D., S.D., S.D., S.D., S.D.?. Jake me explica que antes le cantaban: ?T.O., T.O., T.O., T.O., T.O., T.O.?, cuando era un Eagle. Veo que Owens, aunque hoy aún no ha hecho muchas paradas, baila al ritmo de la música. Me pregunto si realmente es inmune a setenta mil personas burlándose de su sobredosis o si en su interior se siente mal. Yo no puedo evitar sentirme mal por él. Me pregunto cómo me sentiría yo si setenta mil personas se burlasen de mí por no recordar los últimos a?os de mi vida.

En el medio tiempo, Hank Baskett ha hecho dos paradas de 25 yardas, pero los Eagles pierden 21-17.

En el tercer cuarto, el Lincoln Financial Field hierve. Los aficionados de los Eagles sabemos que nos jugamos el primer puesto de la liga NFC Este. Cuando solo faltan ocho minutos para terminar el tercer cuarto todo cambia.

McNabb lanza el balón hacia la izquierda del campo. Todo el mundo de mi sección se pone en pie para ver lo que pasa. El número 84 coge la bola en la línea de la yarda 46 de los de Dallas, esquiva a un defensa, se dirige hacia la zona final y de repente estoy en el aire. Scott y Jake me llevan a hombros. Todo el mundo choca las manos conmigo porque finalmente Hank Baskett ha marcado su primer touchdown en la NFL, uno de 87 yardas, y yo llevo su jersey. Los Eagles van ganando y estoy tan feliz que pienso en papá, en que estará viendo el partido en su tele gigante y pienso que quizá las cámaras me han enfocado cuando Jake y Scott me han llevado a hombros. Puede que papá me viera en tama?o real por la tele y hasta esté orgulloso de mí.