El lado bueno de las cosas

Los Giants marcan primero, pero los Eagles reaccionan con un touchdown ante el cual todo el estadio entona el cántico de la lucha con gran orgullo, rematado con el cántico de los Eagles.

Al final del primer cuarto, Hank Baskett hace la primera parada de su carrera en la NFL. Todo el mundo choca las manos conmigo y me da golpecitos en la espalda porque llevo la camiseta oficial de Hank Baskett, y le sonrío a mi hermano por haberme hecho un regalo tan bueno.

Desde ese instante dominan los Eagles, y al comienzo del último cuarto los Eagles van 24-7. Jake y Scott están muy contentos y yo ya comienzo a imaginarme la charla que tendré con mi padre cuando llegue a casa, y lo orgulloso que estará de que le haya estado pitando a Eli Manning cada vez que cogía el balón.

Pero entonces la defensa de los Eagles baja la guardia y los Giants nos marcan 17 puntos inesperados en el último cuarto. Los aficionados de Filadelfia están muy sorprendidos.

En el tiempo de descuento, Plaxico Burress supera a Sheldon Brown y al final los Giants se marchan de Filadelfia con una victoria.

Es terrible verlo.

Al salir del Linc, Scott dice:

—Será mejor que no volváis a donde está la tienda en el aparcamiento. Seguro que ese capullo os espera allí.

Así que le decimos adiós a Scott y seguimos a las masas hasta la entrada del metro.

Jake tiene billetes, así que pasamos los torniquetes, descendemos y nos abrimos paso para meternos en uno de los vagones. La gente grita: ??Ya no hay sitio!?, pero Jake se apretuja contra la gente y luego me empuja a mí hacia dentro. Tengo el pecho de mi hermano completamente pegado a la espalda y noto los cuerpos de extra?os tocando mis brazos. Cuando finalmente se cierran las puertas, tengo la nariz pegada al cristal de la ventana.

El olor a cerveza surge a través del sudor que desprendemos y resulta amargo.

No me gusta estar tan pegado a tantos extra?os, pero no digo nada y pronto llegamos al ayuntamiento.

Cuando salimos del tren giramos por otro torniquete, nos dirigimos al centro de la ciudad y vamos caminando por Market Street, pasamos por las viejas tiendas, los nuevos hoteles y el museo.

—?Quieres ver mi apartamento? —dice Jake cuando llegamos a la estación del PATCO en Eighth con Market, que es donde puedo tomar un metro hacia el puente Ben Franklin para ir a Collingswood.

Sí que quiero ver el apartamento de Jake, pero estoy cansado y ansioso por llegar a casa para hacer unas pesas antes de ir a la cama, así que le pregunto si lo puedo ver otro día.

—Claro —dice—, me gusta tenerte de vuelta, hermano. Hoy has sido un auténtico aficionado de los Eagles.

Asiento con la cabeza.

—Dile a papá que los Pajarracos remontarán la semana que viene contra San Fran.

Asiento de nuevo.

Mi hermano me sorprende cuando me rodea con sus brazos, me da un abrazo y dice:

—Te quiero, hermano, gracias por dar la cara por mí en el aparcamiento.

Le digo que yo también le quiero y él se va cantando por la calle Market Street la canción ?Volad, Eagles, volad?, tan alto como le permiten sus pulmones.

Yo me meto en el metro, inserto los cinco dólares que me ha dado mi madre en la máquina de cambio, compro un billete, paso por el torniquete, bajo más escalones y llego al andén. Allí empiezo a pensar en el peque?o que llevaba la camiseta de los Giants. ??Lloraría mucho cuando vio la sangrienta barbilla de su padre? ?Llegaría a ver el partido??. Hay más tipos con camisetas de los Eagles en los bancos del andén; todos asienten con miradas compasivas cuando ven mi camiseta de Hank Baskett.

En una esquina de la plataforma un hombre grita:

—?Jodidos malditos Pajarracos! —Luego patea una papelera.

Otro hombre que está junto a mí sacude la cabeza y susurra:

—Jodidos malditos Pajarracos.

Cuando llega el tren decido quedarme de pie junto a la puerta. Mientras el tren cruza el río Delaware y el puente Ben Franklin, yo miro el cielo recortado de edificios de la ciudad y de nuevo vuelvo a pensar en el crío llorando. Me siento muy mal cuando pienso en el ni?o.

Me bajo del tren en Collingswood, camino por la plataforma, paso mi billete por el torniquete y camino de vuelta a casa.

Mi madre está sentada en la salita tomándose un té.

—?Cómo está papá? —pregunto.

Sacude la cabeza y se?ala el televisor.

El cristal está roto y parece que haya una telara?a.

—?Qué ha pasado?

—Tu padre ha estampado la lamparita contra la pantalla.

—?Porque los Eagles han perdido?

—En realidad no. Lo ha hecho cuando los Giants han empatado al final del último cuarto. Tu padre ha tenido que ver cómo los Eagles perdían el partido en la tele del dormitorio —dice mi madre—. ?Cómo está tu hermano?

—Bien —digo—. ?Dónde está papá?

—En su despacho.

—Oh.

—Siento que tu equipo perdiera —dice mamá, aunque sé que solo lo dice para ser amable.