—Puede continuar.
?Por qué no le había dicho nada a John?
Ella lo miró fijamente durante un instante. Después asintió y volvió a dar la clase.
—Ven a comer conmigo —le dijo John—. No quiero estar solo, y te hablaré de Chloe.
—Está bien —dijo Aden, para terminar con la conversación—. Te esperaré junto a las puertas de la cafetería.
—Genial.
Por fin, se hizo el silencio.
Cuando sonó la campana del final de la clase, Aden tomó sus cosas y se dirigió hacia la puerta sin saber qué hacer. Iba a reunirse con Shannon, y también con John, para comer, así que no podía marcharse a casa de Mary Ann para averiguar si estaba allí.
Había memorizado su número de teléfono. Tal vez la recepcionista del instituto le permitiera hacer una llamada. Salvo que…
Aquella ráfaga de viento que ya le resultaba familiar lo golpeó en el pecho, y Aden se detuvo en seco.
Mary Ann tenía que estar cerca.
Miró por el pasillo y la vio caminando hacia él. Sintió un gran alivio.
—Aden —dijo ella, y sonrió tímidamente, como si no supiera cuál iba a ser su recibimiento.
—Bueno, ?entonces me hablas otra vez? —le preguntó Aden—. ?Por qué me has estado haciendo el vacío?
A Mary Ann se le borró la sonrisa de los labios.
—?Qué dices? Yo no te he hecho el vacío. Tú eres el que me has evitado a la hora de comer.
—Pero si tú te marchabas enseguida después del instituto —le recordó él—. Si yo me acercaba a ti, tú echabas a correr.
—Lo siento. No quería… no era por ti… Oh, lo estoy explicando muy mal. Pero te prometo que has malinterpretado mi intención. Eres amigo mío y necesito hablar contigo —le dijo ella. Miró a ambos lados y a?adió—: Aunque éste no es el mejor momento para explicarte nada.
Un malentendido. Gracias a Dios. Aden era nuevo en aquello de la amistad, y claramente, tenía mucho que aprender.
—?Qué estás haciendo aquí? ?Por qué no has venido a las primeras horas de clase?
—Bueno, he hecho novillos. Y en cuanto a la primera pregunta, he venido para evitar que te fueras corriendo a donde normalmente vayas a la hora de la comida.
él no le dijo que había tenido que cambiar sus planes.
—Acompá?ame a mi taquilla —le dijo él, y ella asintió.
Comenzaron a caminar juntos.
—Entonces, ?adónde vas a la hora de comer? —le preguntó ella.
—Salgo del campus y me voy al bosque a… Ya sabes.
Ella se quedó boquiabierta.
—?De verdad? ?Por qué? Y, Aden, eso no es bueno para ti. Tienes que comer.
—No te preocupes. La esposa de Dan nos hace el almuerzo todas las ma?anas. Me lo llevo al bosque y como allí.
—Ah.
A su alrededor se movían muchos estudiantes, y las taquillas se abrían y se cerraban.
—No tienes por qué hacer eso —le dijo ella—. No tienes por qué buscar al lobo. él y yo hemos hablado.
Al principio, Aden sintió sorpresa. Después ira. Después miedo.
—Ya te he dicho que te alejes de él, Mary Ann. Tienes suerte de seguir viva. Una… amiga mía me ha dicho que los hombres lobo son asesinos.
Ella palideció y se llevó una mano a la garganta.
—?Qué amiga? ?Es alguien que sabe lo que está ocurriendo?
—No te preocupes. Ella no es… humana.
—?Qué quieres decir? ?Qué es?
?Debía decírselo, o no? Sí, tenía que hacerlo. Necesitaba su ayuda, y por lo tanto, ella necesitaba toda la información que él pudiera darle, aunque fuera sobre Victoria.
Aden le dijo en voz baja:
—Mi amiga es una vampira. Y una princesa.
Mary Ann no se rió de él. No le dijo que estaba imaginándose cosas. Tragó saliva y asintió.