Tres meses (Meses a tu lado #3)

—?Pues que no voy a sorprenderme mucho con ella! —me dijo, divertida—. Jack, no pongas esa cara. Solo es una película.

—No es solo una película, es algo que hice cuando... cuando... bueno... cuando creí que te odiaba.

—?Creíste? —repitió.

—Jamás podría odiarte, Jen.

Se quedó sorprendida un momento antes de inclinarse y darme un beso en la mejilla.

—Jack, me he casado contigo, he tenido un hijo contigo... ?y no sé ni cuánto tiempo llevamos juntos! ?Te crees que voy a dejarlo todo por ver una simple película?

—No creo que vayas a dejarlo todo, pero creo que vas a enfadarte.

—?Por qué?

—Porque yo lo haría. Te reflejo casi... no lo sé... como si fueras la villana.

—Bueno, los villanos suelen caerme bien, Thanos me caía bien —se encogió de hombros y eligió esa película—. A ver cómo es esa peliculita tuya. Tengo curiosidad.

Yo estuve tenso durante todo el rato en que vi, casi automáticamente, cómo las imágenes de la película iban avanzando.

Vi la escena de la azotea el primer día que vino a casa, la habitación, mirando El rey león, la de la tienda de los cómics, la de la galería de arte, la de la terraza... nuestro primer beso.

Miré a Jen de reojo en todas las escenas, pero ella no dejaba entrever demasiado. Solo sonreía ligeramente, enarcaba una ceja o miraba atentamente. Me estaba poniendo más nervioso con el silencio. Solo quería que terminara.

Finalmente, llegó la escena de la residencia y aparté la mirada. No quería verla. Ni siquiera después de tanto tiempo.

Cuando supe que habían llegado los créditos, levanté la mirada hacia Jen, que los estaba mirando con expresión pensativa. Me aclaré la garganta tenso.

—?Y... bien?

Ella se giró hacia mí y me dedicó la misma mirada pensativa.

—Jen, di algo antes de que me dé un infarto, por favor.

—Bueno... —murmuró, y una peque?a sonrisita burlona afloró en sus labios—. Está un poco sobrevalorada, ?no? Tampoco es taaan buena.

—?Estoy hablando en serio!

—La película está genial, Jack —puso los ojos en blanco—. Está tan bien hecha que casi se me ha olvidado que yo misma había vivido esas cosas.

—Pero...

—Es solo una película —negó con la cabeza, se puso de pie y me ofreció una mano—. Venga, vamos a dormir. Estoy agotada.

Perplejo, me quedé mirándola unos segundos, sin reaccionar.

—?No estás enfadada conmigo?

—Claro que no, no digas tonterías.

—Pero...

—...pero voy a empezar a enfadarme como no reacciones de una vez, Jack Ross.

Noté que una oleada de alivio me recorría cuando acepté su mano, apagué la televisión y la seguí escaleras arriba.

—Ha sido mejor de lo que esperaba —admití en voz baja.

Ella sonrió, divertida, pero no pudo decir nada más porque Jay, en ese momento, se puso a llorar.

***

Dos semanas más tarde, estaba jugando con el borde de una de las hojas mientras Joey discutía airadamente con uno de los productores de la nueva película en la sala de reuniones el plató.

Sinceramente, ya no sé ni de qué hablaban. Me había enterado un poco al principio, pero había dejado de hacerlo al cabo de diez minutos de berridos entre ellos. Y lo peor es que ese tipo no sabía dónde se estaba metiendo; Joey podía llegar a ser mortífera cuando se lo proponía.

—Bueno —murmuré, poniéndome de pie—, esta conversación es maravillosa pero, sinceramente, ha dejado de importarme hace un buen rato. Intentad no mataros en mi ausencia. Adiós.

Ni siquiera se enteraron de que salía de la sala.

Si hubieran discutido por algo relacionado con la película, me habría implicado, pero nunca discutían por eso. Solo por cosas aburridas, como un posible cambio en uno de los apartados de los créditos, o fondos disponibles para una escena... casi me entraban ganas de ir a dormir solo al pensar en cómo se ponían por esas tonterías.

El plató estaba vacío, aunque el inicio del rodaje ya estaba programado. El único personaje que nos estaba causando problemas para elegirlo era la protagonista. No había ninguna que terminara de convencerme, ni tampoco a Joey.

Por poco que me gustara ahora Vivian, había que admitir que era una actriz excepcional.

Había dejado las expectativas tan altas que no sabíamos encontrarle sustituta.

Dimitri me llevó a casa y, por primera vez, fue él quien parloteó todo el camino en lugar de hacerlo yo. Me habló de que tenía dos hijos, que el mayor se pasaba casi todas las noches en fiestas, y que el peque?o era un poco tenebroso.

Al llegar a casa, me encontré a Jen sentada en el sillón hablando por teléfono mientras que, con una habilidad impresionante, se las apa?aba para sostener a Jay contra ella con el otro brazo sin que se le cayera.

Y luego estás tú, que casi se te cae usando las dos manos.

Gracias por tanto, conciencia.

Estaba hablando sobre dibujos, así que supuse que era con algún sitio que quería exponer sus cuadros. últimamente había tenido bastante demanda, y me alegraba saber que no era por mí, porque en sus cuadros seguía poniendo la firma de J. Brown.

Ella sonrió ligeramente y me dio un beso en los labios a modo de saludo mientras escuchaba lo que le decía el del móvil. Me dio a Jay, que estaba bostezando.

Ese crío se pasaba el día durmiendo. No sabía si era muy normal.

Puede que sea mitad gato.

él abrió los ojos cuando detectó que lo estaba sosteniendo otra persona, hizo un ruido raro, sonrió al verme y empezó a tirar de mi camiseta y a meterse la tela en la boca, dejándomela llena de babas.

Suspiré.

—Sí, yo también me alegro de verte.

—?Ah!

—Espero que cuando crezcas un poco podamos jugar a baloncesto para compensar que ahora me babees la ropa.

—?Oh!

Sí, esos eran los dos únicos sonidos que sabía hacer.

Lo levanté un poco mejor y le saqué la lengua, cosa que hizo que dejara de meterse la camiseta en la boca de golpe, pasmado, y me mirara con los ojos muy abiertos.

—?Ah!

Sí, por algún extra?o y desconocido motivo, siempre se quedaba perplejo con eso. No fallaba.

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