?Oye!
—Yo soy gracioso —protesté—. Y además tengo estilo. Llevo sudaderas de Tarantino. ?Tú qué llevas? ?Eh?
—A un bebé en el vientre, ?te parece poco?
Mike sonrió una risita.
—Oye —dijo, sin embargo, poniéndose serio—, ?cómo vais a llamarlo?
—Todavía no sabemos si será ni?o o ni?a —le recordé.
—Lo sabremos esta tarde —a?adió Jen, pasándose una mano por el vientre abultado.
—Bueno... yo solo digo... que si es un ni?o, ?Mike parece un gran nombre!
—No —le aseguré.
—?Podría ser el peque?o Mickey!
—?Como Mickey Mouse? —Jen puso una mueca.
—Y si luego tenéis una ni?a, le ponéis Minnie. ?Serían una parejita perfecta!
—E incestuosa, sí —puse los ojos en blanco.
Mike me miró como si no hubiera llegado él solito a esa conclusión.
—Oh, entonces no. Qué mal rollo.
—Y ya tenemos nombres —a?adió Jen—. Si es un ni?o, Jay. Si es una ni?a, Ellie.
—Perfecto, mi nombre seguirá siendo el mejor —Mike sonrió ampliamente y volvió a centrarse en su móvil.
Estaba a punto de decirle que no, pero Jen me pellizcó disimuladamente y opté por callarme y dejar que Mike siguiera sonriendo como un idiota.
***
—Ah, mira —me dijo Jen mientras buscaba un sitio donde aparcar—, Sue me ha mandado una foto.
—?De qué?
Me dedicó una miradita de ?en serio? a lo que yo intenté pensar a toda velocidad lo que fuera que me había dicho que estaba haciendo Sue.
—Ah, sí, de... —improvisé a toda velocidad— su... ejem... ?nueva... casa?
Entrecerró los ojos.
Vale, respuesta incorrecta.
—?Jack, nunca me escuchas!
—?Es que me dices muchas cosas, no puedo acordarme de todas!
—?Yo me acuerdo de todo lo que me dices tú!
—?En serio? ?Qué te dije que tenía que hacer Will ma?ana?
—Llevar a Naya y Jane a ver a su madre.
Mierda, se acordaba.
—?Y qué te dije que mi madre tenía que...?
—Inaugurar una galería de arte —me puso mala cara—. ?Yo sí me acuerdo!
?Por qué demonios se acordaba tan bien? ?Si no me acordaba ni yo!
—Bueno —concluí—, ?y de qué es la foto de Sue?
—Está de viaje por Islandia —giró el móvil hacia mí cuando aparqué. Era una foto de Sue en una de esas playas de arena negra—. Dice que se lo está pasando muy bien, que nos vendrá a ver en cuanto pueda.
—Es decir, que vendrá a veros a ti y a Mike —deduje, enarcando una ceja.
—Somos el equipo de la droga —se defendió Jen.
?Que eran... el qué?
Bueno... prefería no saberlo.
Nos hicieron esperar muy poco rato antes de entrar en la sala en la que siempre hacían las ecografías a Jen. La ayudé a tumbarse sobre la camilla y ella se levantó la camiseta para que el se?or de siempre le pudiera poner un gel incoloro sobre el estómago.
—Bueno —le dijo educadamente, como siempre que íbamos—, ?cómo has estado estas dos semanas? ?Algún problema?
Y Jen se puso a parlotearle sobre lo duro que era estar embarazada mientras yo me limitaba a estar de pie a su lado, mirando la maquinita con mis nervios creciendo. ?Por qué estaba tan nervioso? Solo íbamos a saber si era ni?o o ni?a. No era para tanto.
—?Tenéis alguna preferencia? —preguntó el hombre con curiosidad, mientras pasaba la máquina por el estómago de Jen y los tres mirábamos la pantallita.
Jen y yo intercambiamos una mirada rápida.
—Mientras esté sano, no hay preferencia —concluyó Jen.
—Tenemos nombres pensados para ambos casos —murmuré yo.
El hombre sonrió y movió la máquina por encima del estómago de Jen antes de esbozar una sonrisa alegre.
—Ah, aquí está. ?Queréis apostar u os lo digo directamente?
Oh, apostar. Eso era divertido.
—Diez dólares a que es una ni?a —le dije a Jen en voz baja.
—Cincuenta dólares a que es un ni?o —ella enarcó una ceja.
—Muy bien —le estreché la mano—. Reto aceptado.
El hombre empezó a reírse y terminó de colocar la maquinita antes de girarse hacia mí.
—Espero que tenga esos cincuenta dólares, se?or Ross. Es un ni?o.
Un rato más tarde, ya en casa, al cerrar la puerta... por algún motivo, solté un suspiro de alivio.
Jen me miró, divertida.
—?Qué?
—Sinceramente, prefiero un ni?o —confesé.
—?Jack!
—?Es verdad! No entiendo a las ni?as. Nunca he convivido con una. A no ser que Naya cuente, claro.
—Has convivido con Jane —me recordó.
Oh, sí, el peque?o diablillo.
Will y Naya ahora lo estaban pasando peor que nunca porque habían entrado en la fase de crecer dientes de Jane, lo que implicaba que se pasaba el día entero intentando morder cosas.
A Naya, por ejemplo.
—Bueno —levanté las manos en se?al de rendición—, el peque?o Jay Jay ya ve la luz al final de túnel. Me pregunto si será igual de insoportable que nosotros.
Jen sonrió y se dio la vuelta para subir las escaleras. últimamente, prefería pasarse todas las horas que podía del día con ropa más cómoda que la que usaba para ir por la calle. Yo aproveché para ir a darme una ducha rápida. Estaba muy contento con la noticia, como si hasta ahora no hubiera sido consciente de que iba a tener un hijo.
?Un hijo! En realidad, seguía dando miedo, pero al menos tenía a Jen, que... bueno, aunque ella no lo creyera, se le daban muy bien los ni?os. Había visto cómo la adoraba Jane.
Cuando salí del cuarto de ba?o envolviéndome la cintura con una toalla, me la encontré apoyada en la puerta de la futura habitación de Jay. Se estaba mordiendo el labio inferior con aire pensativo.
De hecho, estaba tan pensativa que ni siquiera se dio cuenta de que me había acercado hasta que la rodeé con un brazo por la cintura.
—?Qué te pasa?
—Nada —mintió descaradamente.
Enarqué una ceja y ella suspiró.
—Es que... no quiero deprimirte con mis problemas.
—Jen, escucho los problemas de Mike cada día, ?te crees que protestaré por los tuyos?