Legendborn (Legendborn #1)

Vaughn merodea de un lado a otro en el centro del círculo mientras espera. Cuando piso la lona, Gillian pide un combate limpio. Me mira.

—El combate termina cuando un oponente se rinde, pisa fuera del círculo o su arma sale de la pista. —Mira a Vaughn—. Nada de ataques a la cabeza.

Un silbido corto y alto se?ala el comienzo del combate.

Vaughn se contonea en una postura abierta mientras se pasa la espada de una mano a otra. Cada vez que atrapa la empu?adura por debajo de la guardia, los músculos de sus hombros y bíceps se tensan y flexionan. Abre la boca en una sonrisa burlona.

—No hay que avergonzarse por rendirse ahora, Matthews.

—?No lo escuches, Bree! —anima Greer.

No quiero oírlo, pero me cuesta ignorar su risa grave y burlona.

No puedo evitar que repase mi cuerpo con la mirada, empezando por las piernas y deteniéndose en las caderas y el pecho.

—Vale, quédate —murmura para que nadie más lo oiga—.

Disfrutaré de las vistas.

La ira me inunda, pero no le doy la satisfacción de mostrar una reacción emocional e indisciplinada. Se encoge de hombros como si le diera igual y arremete.

Golpea tan rápido que la hoja negra silba al pasar. Lo bloqueo y atrapo el lado ancho de su espada con la parte más dura de la mía, el filo. Salto hacia atrás.

Vaughn gira la espada una vez con una sonrisa, como para recordarme de lo que es capaz. Las espadas de práctica de la Orden no son de acero, pero son muy pesadas y anchas. Lo bastante fuertes como para romper un hueso con un golpe certero.

Embiste hacia adelante. Blande la espada en un golpe descendiente a la cabeza. Levanto mi arma para bloquearlo, pero se detiene, se inclina hacia atrás y me da una fuerte patada en el estómago.

Me tambaleo con el abdomen convertido en un cóctel vertiginoso de náuseas y dolor.

Se abalanza sobre mí y apenas me da tiempo a girar la espada antes de recibir un barrido en las piernas.

Luego vuelve a cargar con una estocada, un ejercicio básico que desvío con un simple juego de mu?eca.

Demasiado fácil.

Toso y la sangre, metálica y salada, me llena la boca. Los ojos le brillan con una diversión feroz. Lo comprendo por fin.

La patada no ha sido casual. Era estratégica.

Cada movimiento, giro, estiramiento y pivote es diez veces más difícil con una hemorragia interna.

Está jugando conmigo.

La cara de Vaughn, los árboles, el círculo de combate, todo a mi alrededor se difumina bajo el velo blanco de la furia.

Cambio el agarre y me preparo para asestar un golpe a dos manos en las costillas, pero entonces la última lección de Sel me resuena en los oídos.

?La ira normal puede obstaculizar o ayudar. ?La que te arde en las entra?as? Eso es furia. Y la furia hay que aprovecharla?.

Me desplazo, giro a la izquierda, y luego cambio de sentido. La parte plana de mi espada le golpea con fuerza los dedos y quiebra su agarre. Las dos espadas caen al suelo.

Vaughn levanta la vista, con la sorpresa marcada en los rasgos; se lanza hacia mí, pero ya estoy en el aire.

El impulso lo empuja hacia adelante, justo hacia mi rodilla.

Su cabeza latiguea hacia atrás.

Cae de espaldas y la sangra le brota de la nariz y la boca.

Durante un segundo, el bosque queda en completo silencio.

Entonces, Russ se levanta de un salto y grita, lo que provoca una oleada de vítores y aplausos.

Vaughn se balancea un poco hacia los lados mientras se cubre la cara con las manos, pero no se levanta.

—?Matthews gana! —grita Gillian, con una sonrisa de asombro que le ilumina el rostro.

No sé cuándo ha pasado, pero Nick se ha levantado de la silla y ha llegado al círculo exterior. Con los pies, roza la pintura roja y luce la sonrisa más bonita que he visto nunca. Doy un paso hacia delante a trompicones. El triunfo me hincha el pecho; estoy a punto de estallar.

La mirada de Nick penetra la mía, abre los ojos de par en par y pierde la sonrisa. Grita mi nombre.

La espada de Vaughn aparece en un arco descendente en mi visión periférica. Oigo el profundo crujido en la clavícula antes de sentirlo.

Cuando llega el dolor, lo sigue la oscuridad.

Hay gritos y luego silencio.





36

Despierto una vez antes de que William haya terminado de curarme. He debido de intentar algo que no debía, hablar o levantarme, porque unos brazos firmes me sujetan y me obligan a quedarme tumbada.

Me sumerjo de nuevo en un sue?o turbio e inducido por el éter.



*

Cuando abro los ojos de nuevo, estoy en una sala vacía y sin ventanas iluminada tan solo por una lamparita. El reloj digital de la pared dice que son las 22:17.

Me llevo la mano izquierda a la clavícula derecha, donde noto un dolor constante y agudo. Un papel rígido se arruga cuando lo toco.

Lo retiro, esperando un vendaje, pero en su lugar encuentro dos notas adhesivas amarillas.

Fractura limpia y oblicua en clavícula derecha.Te he dado bien de swyns.

Curará en unos días.

Ponte el cabestrillo.

?Tiempo mínimo de curación sin éter? Ocho semanas más fisioterapia.

De nada.

William

P. D. Hemorragia intraabdominal moderada; curada, pero ESTATE QUIETA.

P. P. D. Nick quería quedarse. Le he dicho que se fuera al aeropuerto porque estarías dormida.

?VUELVE A DORMIR!

—Lo siento, William —susurro—. Tengo que ver a un chico.

Hasta que no estoy ya en el ascensor, no me doy cuenta de que tendré que atravesar el muy público pasillo del primer piso de la logia para llegar a la habitación de Nick. El pensamiento me descoloca tanto que me bajo sin querer en la planta baja y me encuentro con Sarah.

—?Bree! —Esboza una amplia sonrisa y rebota sobre los tacones bajo la falda—. ?Qué haces todavía aquí? ?Necesitas que te lleve a casa? Si quieres, te llevo a la residencia, ?no es ningún problema!

Entrecierro los ojos.

—?Hablas más deprisa de lo normal?

Se sonroja y se muerde el labio.

—Es posible.

Entonces lo comprendo. Toda ella brilla y juraría que hasta la veo vibrar.

—Estás unida a Tor. Tienes la velocidad de Tristán.

Inclina la cabeza hacia delante y hacia atrás.

—Técnicamente, tengo la velocidad de Tor. Ella tiene la de Tristán. Pero sí. Espera. —Frunce el ce?o y los engranajes de su cabeza giran más rápido que nunca. Abre mucho los ojos—.

Esperas a Nick, ?verdad?

Llegan voces desde el comedor y el salón.

—?Qué pasa si es así?

—Nada, creo que hacéis buena pareja. ?Quieres algo de beber mientras esperas? —Ya está de camino por el pasillo bajo la escalera hacia la cocina, así que la sigo.

La luminosa cocina de chef de la logia está vacía cuando entramos. Nunca había estado aquí, ya que la mayoría de las comidas las sirve un servicio de catering y me da que muy pocos de los legendborn cocinan por sí mismos. Es una sala grande y cuadrada con armarios blancos, dos frigoríficos de acero inoxidable, una cocina de gas en una isla central y brillantes encimeras de cuarzo gris y blanco. Sarah saca dos vasos y los llena de agua mientras habla.

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