—?Cómo que qué le ha pasado? ?Ha muerto! Y alguien es responsable.
Aprieta los labios. Detrás de las gafas, los ojos marrones de Patricia se endurecen.
—El arte raíz se utiliza para la curación, la protección y el autoconocimiento. Lo mismo puede decirse de la terapia. Pero tú no quieres nada de eso, ?verdad, Bree?
No sé qué decir, así que me doy la vuelta.
Habla con calma, pero sus palabras son piedras pesadas que caen una tras otra y me arrastran con ellas a profundidades desconocidas.
—Aunque consigas tu objetivo y encuentres pruebas, la venganza no la traerá de vuelta. No es lo mismo preguntar por qué alguien muere que por qué ya no está.
La Bree de después hierve a fuego lento justo debajo de la superficie de mi piel.
—Lo sé —digo con los dientes apretados—, pero me hará sentir mejor.
—?Y eso por qué?
Parpadeo.
—?No se explica por sí mismo?
Patricia entrecierra los ojos.
—No. Lo cierto es que no. —Se vuelve hacia el patio abierto y se ajusta el chal con más fuerza—. Me marcho. Siento haberte abordado por sorpresa.
—?Eso es todo? —La sigo mientras baja los escalones—. ?Te vas sin más?
—Llamaré a tu padre la semana que viene para recomendarle a otra terapeuta, una que se especialice en tu condición.
—?Qué? —balbuceo—. ?Vas a deshacerte de mí? ?Por qué?
Entonces, se vuelve, con la mirada más sombría que le he visto.
—Creía que te ayudaría a superar el dolor al conectar con tu madre y nuestra comunidad, pero cometí un error. Introduje el arte en nuestras sesiones cuando quizá no debería haberlo hecho, sobre todo porque tu madre nunca lo hizo.
—?Así que me abandonas? —digo, con la voz quebrada por la emoción repentina.
Suspira con fuerza.
—Llega un momento en el que incluso el apoyo pasivo se convierte en respaldo y no pienso respaldar lo que estás haciendo con la Orden. No puedo.
Cierro las manos en pu?os.
—?No me ayudarás a descubrir lo que soy?
Cuando vuelve a hablar, su voz está cargada de tristeza.
—Quiero que descubras quién eres. Todos merecemos esa respuesta y el viaje necesario para encontrarla. Sin embargo, temo por ti, Bree, y por el camino que has elegido. Sé que la Orden, pese a todo, al menos se ha esforzado durante siglos para librar a nuestro plano de las criaturas que cruzan y toman forma material.
Tal vez luchen contra los monstruos, pero no son protectores.
—Porque son manipuladores de sangre y han robado su raíz — digo.
—Tomamos prestada la raíz porque mantenerla en nuestros cuerpos vivos crea un desequilibrio de energía. Llamamos a la manipulación de la sangre una maldición porque el poder tomado y no devuelto incurre en una deuda, que el universo y los muertos siempre vendrán a cobrar, de una manera u otra. La Orden ha ligado el poder a sus líneas de sangre durante cientos de a?os.
Dime, Bree, ?cuán grande crees que es su deuda? ?Sabes cómo la pagan? La única moneda que acepta la manipulación de la sangre es el sufrimiento y la muerte.
El estómago se me hunde con horror. ?Quince siglos?. Es lo que Sel me dijo en los túneles. Todas las vidas, los juramentos y los altos precios pagados. El Deterioro. Cientos de vidas tomadas.
Segadas antes de tiempo.
Patricia me toma la mano y le da un último y breve apretón antes de dejarme sola en la hierba.
34
La advertencia de Patricia me atormenta el resto del día.
No obstante, se disuelve en cuanto entro en la sala de entrenamiento, donde los cinco pajes que quedan bullen de emoción mientras esperan a Owen y Gillian. Ha pasado algo, aunque no sé el qué.
Greer y Whitty me llevan a un lado y me ponen al día.
Ayer por la tarde, William le prohibió a Sel completar el Juramento del Guerrero para unir a Sar y Tor hasta que se calmara, lo que solo consiguió que se enfadara aún más. Después de eso, se oyó una tensa llamada entre Nick, Sel y lord Davis que duró hasta altas horas de la noche. Hubo gritos. Incluso una refriega.
Terminó con Sel rompiendo una silla y saliendo hecho una furia por la puerta principal. Nadie ha visto a Nick desde entonces.
Gillian entra justo cuando terminan de hablar, así que no tengo la oportunidad de mandarle un mensaje a Nick para preguntarle qué ha pasado. Entre el amargo sabor de boca por la ?ruptura? con Patricia y la preocupación por Nick, el resto de la velada transcurre de forma miserable.
Sel y Gillian hacen una demostración con la espada larga y terminan en empate. De nuevo, Sel no habla con nadie y se va en cuanto terminan.
Owen y Gillian nos presentan las duras espadas de práctica de polipropileno dise?adas a medida. Para mí, es un completo desastre, incluso contra los pesados maniquíes de madera con los que empezamos la primera hora.
En la segunda hora, nos emparejan, y es muchísimo peor.
Gillian deja caer la cabeza entre las manos cada vez que Whitty me desarma.
—?Es una extensión de tu brazo, Matthews!
Cuando levanto una mano para pedirle a Whitty un descanso tres veces en diez minutos, sin aliento y con las manos apoyadas en las rodillas, Gillian gime.
—?No tienes resistencia, Matthews! ?Y si tu descendiente te necesitara? ?Crees que puedes pedir un descanso si un gwyllgi te pisa los talones?
Quiero gritarle que no tengo ni idea de lo que es un gwyllgi. Sin embargo, en vez de eso, me tambaleo hasta ponerme en pie, con el corazón latiendo en el pecho como un martillo, y empiezo de nuevo.
Cuando acabamos, llamo dos veces al móvil de Nick, pero no contesta.
Alice está estudiando cuando llego a la habitación. Enseguida se da cuenta de la ropa de entrenamiento que llevo y ya tengo la mentira preparada:
—Cazas del tesoro, carreras de obstáculos y mamarrachadas para fortalecer vínculos. Nada peligroso, solo tonterías típicas de la iniciación.
Me cuesta mucho mantenerme despierta mientras nos ponemos al día. Le cuento una versión abreviada de la ?cita? con Nick en el bar y ella cuenta las novedades sobre nuestros compa?eros de clase en casa.
Nick me mansa un mensaje cuando estoy a punto de quedarme dormida en la cama.
Hola. Mi padre ha mandado un avión a buscarme. Dice que tengo que ir con él al norte y hacer acto de presencia en las otras divisiones. Las cosas están peor por allí, igual que aquí. Se abren puertas en lugares donde nunca se ha visto una. Volveré para la prueba del jueves. Gillian es buena, confía en ella. Puedes hacerlo, B.
*
El lunes con las dagas es mucho peor que el domingo con la espada larga.
Pierdo todos los combates con Greer. Tienen a?os de entrenamiento a su favor y aprovecha la longitud de sus brazos y piernas como ventaja.
Después, me ayuda a ir a visitar a William con el coxis dolorido y un montón de moratones por toda la caja torácica y del esternón al ombligo.
Según los cálculos de Gillian, si las hojas fueran reales, me habrían destripado treinta veces.
Cuando llego a casa, me obligo a caminar con normalidad delante de Alice.
*
El martes no hay demostración, pero Sel aparece de todos modos.