Legendborn (Legendborn #1)

—?Sí?

—Lo que Sel hizo estuvo mal. —Nick se tensa, pero baja la cabeza para mirarme. La mezcla de ira y protección feroz de sus ojos me deja sin aliento. Mi corazón ralentizado como había dicho William se despierta como el sol y me aporrea el pecho. Lo ignoro, porque quiero decírselo—. Pero estoy mintiendo a la gente. No estoy aquí por las mismas razones que los demás, y los dos lo sabemos.

Los ojos de Nick son dos lunas azules gemelas que brillan.

—?Qué quieres decir?

?Qué quiero decir?

—Que tiene cierta razón. No pertenezco a este lugar. Soy una distracción. —Siento que las palabras son verdad en cuanto las pronuncio en voz alta.

Nick echa la cabeza hacia atrás como si le hubiera abofeteado y le destellan los ojos.

—?Sel utilizó sus poderes para amenazar de manera directa a un miembro de esta división! Si fueras una legendborn, el Juramento de Servicio lo habría quemado vivo. ?Tienes idea de lo que le haría mi padre si estuviera aquí?

Parpadeo, sorprendida por su vehemencia.

—?Sí, pero pensaba que iba a hacerte da?o, Nick! Solo hacía su trabajo. Tú mismo lo has dicho, soy una anomalía. Las cosas que hago…

Me pone un dedo en la boca.

—Aquí no.

Tiene razón. El eco del vestíbulo no es precisamente insonoro si alguien de arriba abre una puerta. Bajo la voz.

—Sel no me ha herido.

—?Es la razón por la que te han herido! —insiste en un susurro áspero.

—No, no lo es —respondo.

Suelta un risotada incrédula y me suelta para pasarse ambas manos por el pelo.

—?Por qué lo defiendes?

—No lo hago —protesto—. Sel no debería haber hecho que el sabueso me persiguiera, pero no se equivoca al estar aleta. No viste a los zorros infernales, Nick. Comerán las armas y las armaduras de los legendborn, las robarán. Los dejarán a todos indefensos.

—Por eso necesito confiar en mi mago del rey —responde—. Y, ahora mismo, no confío en él.

—Pero…

Me agarra las manos y su mirada se vuelve suplicante en la tenue luz.

—Si Camlann se acerca y me convierto en rey, tendré que tomar decisiones difíciles, Bree. Sin embargo, nunca serán el tipo de decisiones que permitan que nos volvamos los unos contra los otros ni que nos comportemos igual de mal que los sombríos. No seré un líder que permita que nuestros oponentes nos conviertan en monstruos imprudentes y eso es exactamente lo que Sel ha dejado que sucediera esta noche. Permitió que la ira y el miedo retorcieran su percepción de los hechos y lo convirtieran en la peor versión de sí mismo. Si sucumbe a… —Se detiene en seco. Me agarra los dedos y les da la vuelta para presionar los labios en el dorso de mi mano—. No es el tipo de guerrero que llevamos a la batalla.

Las palabras traquetean en mi pecho.

—?Qué quieres decir? ?Qué piensas hacer? ?Vas a…?

?Podrías…?

Apoya la frente en la mía y respira hondo.

—No sé qué haré, B. Lo único que sé ahora mismo es que los dos necesitamos descansar. Llevamos despiertos toda la noche.

Tienes que curarte. Tu entrenadora llegará en doce horas y tengo que llamar a mi padre antes del comer. —Me da otro beso suave en la mejilla—. ?Me dejas que te lleve a casa?

Asiento en un gesto casi imperceptible porque tiene razón.

Estamos agotados y no es el mejor momento para tener un debate serio sobre cómo liderar un reino, castigar a un mago del rey o sobre qué hace que una persona sea un monstruo.

Sin embargo, nada de lo que siento en este momento me da la sensación de estar bien.





32

Gracias a Dios por los sábados.

Duermo hasta el mediodía e incluso entonces solo me arrastro fuera de la cama porque mi vejiga y mi estómago protestan y me provocan punzadas alternas de incomodidad. Me miro en el espejo del ba?o y me estremezco.

William me habrá curado las heridas, pero sigo teniendo la pinta de alguien que ha luchado con criaturas infernales. Supongo que ni siquiera el éter puede arreglar eso. Entre los rizos enmara?ados y empapados de sudor bajo el pa?uelo, las bolsas bajo los ojos y el aliento matutino, me siento como una criatura infernal.

Una ducha caliente, un cepillado de dientes y un poco de agua y acondicionador sin aclarado en el pelo hacen maravillas. Todavía estoy con la toalla y el agua me gotea por el cuello cuando recibo un mensaje de grupo de un número que no reconozco.

Soy Tor, pajes. La cena es las cinco y las salas de entrenamiento abren a las seis. Los feudatarios Roberts y Hanover nos acompa?arán. Vestíos adecuadamente. No lleguéis tarde. No nos avergoncéis.

Mientras camino por el somnoliento campus hacia el comedor, me embarga un silencioso asombro al pensar que, a pesar de todo lo que me ha pasado en la última semana, el mundo sigue girando.

En teoría, faltan tres semanas para que comience el oto?o, pero el calor opresivo de finales de verano ya se ha disipado. El cielo es de un azul tranquilo con pocas nubes y hace el frío suficiente como para necesitar un jersey por la noche. En algún lugar de la distancia, la banda de música de los Tar Heels ensaya para el partido local de ma?ana. Paso junto a chicos que no conozco y que reparten folletos de un grupo de estudiantes. Un flujo constante de estudiantes se abre paso por el césped hacia las bibliotecas para estudiar, porque no importa lo que me haya pasado, las clases siguen adelante. Hay un examen de Lengua para el que no he estudiado el martes. Una prueba para la que no estoy lista el jueves. Nick, ?mi novio?; ?compa?ero de fechorías?, está a un descendiente de ser llamado al trono de un reino moderno. Un mago mitad demonio afirma que puedo crear energía mística dentro de mí y tal vez tenga razón, aunque, incluso si la tiene, no tengo ni idea de qué soy. Todo esto y, sin embargo, el planeta sigue girando.

El teléfono me zumba en la mano. Es Patricia, que me pregunta si me apetece quedar para una sesión especial en el arboreto esta tarde a la una. Ya estoy en el campus, así que acepto.

Mientras me duchaba, decidí que, aunque no conozca bien a Patricia, confío en ella. Sel dijo que mis llamas rojas rompen las leyes del éter tal y como las entienden los merlines. Pues bien, Patricia opera al margen de las normas de la Orden y utiliza la raíz de formas que sin duda también se salen de sus leyes. Tal vez no le guste la Orden, lo cual, la verdad, me parece justo, pero me ha mostrado más de la vida secreta de mi madre de lo que la Orden jamás podría. Comprender mi magia es la clave para entender la de mi madre y, a partir de ahí, cómo se involucró con la Orden en un principio.

Nick también me escribe.

Ya me he levantado. ?Y tú?

También. Voy de camino al comedor.

?Quieres que nos veamos allí?

Tracy Deonn's books