Legendborn (Legendborn #1)

—?Eso es malo?

—?Malo? es un término subjetivo. —Se detiene en un punto particularmente dolorido de mi espalda—. Es atípico. Fue como si tu sistema se hubiera disparado tanto que, en lugar de nivelarse, entró en hibernación.

La puerta se abre y Nick entra.

—Oye, Will, es…

Chillo y me retuerzo en un ovillo al tiempo que me cubro el cuerpo con la fina manta. No soy lo bastante rápida. La cara de Nick se ha sonrojado como una fresa madura. Estoy segura de que me ha visto el culo. Y la espalda. Y los tirantes del sujetador. Tal vez incluso el lateral de una teta.

Pronuncia una disculpa estrangulada y desaparece por el pasillo; cierra la puerta tras de sí.

—?Uf! —Subo la sábana para esconderme también la cara.

William golpea la tela como si fuera una puerta.

—?Disculpa?

La bajo de un tirón para que solo se me vean los ojos.

—?Qué?

Su mirada centellea.

—En siglos pasados, algunas cortesanas habrían dado cualquier cosa para que un posible rey las viera desnudas por accidente.

—?Cállate, William!



*

Cuando estoy curada del todo, solo siento cansancio. Solo quiero irme a la cama. Le doy las gracias a William y me acompa?a al ascensor. Nick nos recibe arriba. Todavía tiene las mejillas sonrojadas, pero se parecen menos a fresas y más a melocotones.

William me aprieta el brazo. Cuando entra en el ascensor para subir al nivel de la residencia, me gui?a un ojo antes de que se cierren las puertas.

—Llámame si necesitas algo, cortesana Matthews.

La expresión de confusión de Nick pasa del ascensor a mí, pero la ignoro.

—William siendo William.

Me siento aliviada porque no ha mencionado ningún avistamiento accidental de mis partes íntimas. En cambio, me abraza y me besa en la frente. Pretende ser reconfortante, pero sus labios en la piel me hacen temblar y me ponen la piel de gallina.

—?Seguro que estás bien?

Asiento y me apoyo en su pecho. Ahora mismo solo quiero disfrutar de la sensación de estar pegada a él y respirar el olor a limpio de su camisa nueva.

—Podría dormir un día entero, pero estoy bien.

Se aparta para examinar mi cara y me pasa un pulgar por el labio inferior.

—Nunca debí dejar que te fueras con Sel sola. Era la regla número tres y la rompí.

—Te retó delante de todo el mundo —replico.

—No volverá a ocurrir. Lo juro. —Me atrae para darme un beso suave y prolongado para sellar la promesa.

Este chico hace que me duela el pecho.

—Vamos a llevarte a casa.

La luz de la ma?ana se cuela por las grietas entre las nubes y difumina el vestíbulo abierto y silencioso con un sol somnoliento.

Solo hemos dado un pu?ado de pasos cuando dos figuras sentadas en un banco en uno de los huecos del vestíbulo se levanten para recibirnos. Suelto el brazo de Nick antes de que los cuerpos salgan de las sombras y el gru?idito de decepción que emite me provoca un cálido burbujeo.

—?Bree! —Greer se precipita hacia delante con Whitty a su lado y una clara expresión de preocupación. Me envuelve en un abrazo y luego se aparta para mirarme—. ?Zorros infernales?

—?Sar dijo que absorbieron el éter de Sel? —pregunta Whitty—.

?De sus armas?

Greer le da un ligero pu?etazo en el brazo.

—Ahora toca preocuparnos por Bree, Whitlock.

Se sonroja.

—Lo siento. ?Estás bien, Matthews?

—Estoy bien, de verdad. —Me froto los brazos que me pican y miro el vestíbulo poco iluminado. Todos los demás pajes han vuelto a sus residencias y los legendborn están en la cama en los dos pisos superiores a nosotros—. No teníais por qué esperarme.

—Sel y tú desaparecisteis durante más de una hora —dice Greer, sin estar lo bastante cerca de Nick para notar la tensión que le provocan sus palabras—. No contestabais al teléfono. Nadie sabía si la prueba había terminado, si seguía en marcha o qué.

Entonces, Tor se desmayó mientras os esperábamos y todo el mundo enloqueció.

Whitty se fija en la expresión de Nick y le da un codazo Greer para interrumpirlo.

Le doy vueltas a lo que ha dicho y me quedo sin palabras por un momento. Me había olvidado por completo del comienzo de la noche. La búsqueda del tesoro, la prueba, el torneo. Claro.

Nick me pone al día mientras sigo asimilándolo.

—Vaughn, Whitty y tú fuisteis quienes más objetos de la lista encontraseis, por mucho, seguidos por Sydney, Greer y Blake.

Carson solo encontró dos objetos y Spencer quedó inmovilizado por uno de los sabuesos de Sel. —Frunce el ce?o—. Los dos están fuera.

En la enfermería, William dijo que el mago del rey no había vuelto todavía. Me pregunto si estará en algún lugar lamiéndose las heridas tras la pelea con Nick.

—Ahora solo queda la prueba de combate —dice Whitty y ahoga un bostezo—. He oído que será el jueves, después de todo lo que ha pasado.

—?El jueves? —digo con pánico. Cuando lord Davis anunció el calendario acelerado del torneo, seis semanas me habían parecido tiempo suficiente para al menos aprender a luchar de manera medio decente con un arma. Tal vez con el garrote. Pero hoy es sábado.

?Qué aprenderé en cinco días?—. ?Qué ha pasado con las seis semanas?

Nick se pone rígido a mi lado.

—Eso era antes de que llamaran a Tor.

—Lo siento, Bree —murmura Greer y cambia el peso de un pie a otro. Whitty hace una mueca con expresión comprensiva.

Saben lo mismo que yo, que no tengo casi ninguna posibilidad de que me vaya bien en la prueba final. Greer y Whitty se despiden y salen por la puerta principal. Los veo irse y se me hunde el corazón.

—Más me valdría renunciar ahora.

—Solo si quieres —dice Nick con un suspiro y enlaza nuestros dedos. Le dedico una mirada interrogante y se encoge de hombros —. He hecho algunas llamadas mientras estabas abajo. He pedido que una de las feudatarias que me entrenó, una de las buenas, dirija las sesiones de entrenamiento del grupo. Gillian es de fiar.

Confío en ella.

—?Hace milagros?

Levanta un lado de la boca.

—Mejor. Es la anterior descendiente de Kay. No necesitas ganar todos los combates del jueves. Solo tienes que perder bien.

Suspiro y niego con la cabeza.

—Perder bien se parece mucho a perder.

—No es lo mismo —murmura y me acaricia los nudillos con el pulgar—. Créeme.

Nos detenemos en medio del vestíbulo y miramos las ventanas mientras el sol asoma y los pájaros de la ma?ana comienzan la jornada. Miro a Nick, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, el pelo rubio dorado por la luz. Su rostro parece iluminado desde dentro. Intento imaginarlo como un rey en un cuadro, noble y severo. Casi lo veo. Sobre todo, después de esta noche. Tal vez debería intentar decírselo. Explicarle lo que me ha pasado.

—?Nick?

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