Esta no es la conversación que pensé que tendría con él. El paseo por la memoria sigue fresco. En mi mente, todavía veo la cara de Pearl contorsionada por el miedo a su propio hijo. Todavía veo a la comadrona apartarse del bebé como si estuviera maldito.
?Tal vez parezca un bebé, pero solo es un disfraz?. ?No se puede confiar en ellos porque mentir es su naturaleza?. ?Ya lo sabes, Pearl. Al igual que su padre, un día se volverá contra ti?. ?No es un ni?o. Es un monstruo?.
—?La Orden utiliza monstruos? ?Cómo es posible? La vida de Nick está en peligro. Todos los ataques…
William suspira con fuerza.
—Existen protecciones…
—?Protecciones? —?Cómo es posible que esté tan tranquilo?
Balbuceo—: Pero si es medio demonio, medio uchel…
—La madre de Sel era una merlín y su padre es humano. Has oído hablar de los íncubos y los súcubos, ?no?
Parpadeo y la cabeza me da vueltas por los giros de esta conversación.
—?Demonios sexuales?
Ensancha la boca en una sonrisa divertida.
—?Acabas de susurrar ?sexuales??
—No —replico y me sonrojo por el cuello—. La he enfatizado.
—Claro, pensemos eso —dice mientras se inclina sobre la mesa para sacar un cuaderno. Toma un bolígrafo y empieza a dibujar un diagrama, dos círculos etiquetados como MM e I.
Abro la boca, pero me detiene de nuevo.
—Necesito que escuches. No que hables.
—William…
—Escucha, aprendiz. —Me apunta con el bolígrafo—. Dame cinco minutos.
Respiro hondo.
—Vale.
—Gracias —dice con remilgo y da un golpecito al primer círculo —. Allá por el siglo , la madre de Merlín era una mujer humana que se acostó con un poderoso íncubo goruchel. Un meneo por aquí, otro por allá, y obtienes un cambión. Un ni?o que es mitad humano y mitad demonio. —Traza una línea entre los dos círculos y una línea perpendicular hasta otro círculo, M—. La afinidad del éter en la sangre demoníaca es dominante. Se sale de la gráfica. Lo que significa que todos los descendientes de Merlín son cambiones también. La gente a la que llamamos merlines es capaz de usar el éter casi tan bien como el propio Merlín, incluso con una sola gota de su sangre demoníaca, sin necesidad de un despertar como el de los legendborn.
Lo miro anonadada.
—Los merlines son en parte demonios sexuales.
Sonríe.
—Técnicamente, sí, pero a este grado de distancia genética, sus rasgos seductores son pasivos. —Agita la mano con desprecio—.
Nada que los genes humanos normales no produzcan, salvo por el color de los ojos. Belleza antinatural, voz distintiva, etcétera.
Pasivos, pero efectivos. De repente estás haciendo un análisis de sangre y al instante siguiente te preguntas si la cama de la enfermería aguantará el peso de dos personas. ?No me crees? — Los ojos le brillan mientras se inclina hacia delante—. Pregúntale a Tor.
El estómago me da un vuelco por la revelación inintencionada.
?Tor salió con Sel? Si no salieron, al menos… Me lo quito de la cabeza.
—Entonces, ?no es malo?
—Volátil, diría yo, pero no malo. —Se rasca la barbilla con gesto pensativo—. Tanto desde el punto de vista médico como táctico, los merlines son los guerreros perfectos; tienen el corazón de un corredor de atletismo, que bombea a unas tranquilas treinta pulsaciones por minuto, y una temperatura central de unos cuarenta y tres grados Celsius, lo bastante caliente como para freír un cerebro humano como una pechuga de pollo, lo que significa que queman cualquier virus o bacteria humana. Metabolismo mejorado, velocidad, fuerza, visión…
—?Y oído! —La puerta se abre de un portazo y Sel entra con los ojos echando chispas.
William se levanta del golpe con las manos levantadas.
—?Cálmate!
Retrocedo cuando Sel se abalanza sobre mí, con las puntas del pelo echando humo.
—?Ahora fisgoneas sobre mí? ?Buscas información que usar en mi contra?
Aunque los detalles de la fisiología de Sel todavía me resuenan en los oídos, después de todo lo que he vivido hoy, no soporto la idea de achantarme, ni siquiera con sus rasgos sobrehumanos.
—Esto ya cansa, mago del rey. Necesitas trucos nuevos.
Antes de que Sel responda, William se interpone entre los dos de una forma que solo había visto en Nick.
—Tranquilízate. Bree no fisgoneaba. Si vas a enfadarte con alguien, enfádate conmigo por contárselo.
—Te aseguro que lo estoy —gru?e. Sus ojos dorados me lanzan chispas calientes.
—?Tienes otra rabieta, ni?o de la encrucijada? —espeto.
Las cejas oscuras de Sel vuelan hasta la línea del pelo y le aparecen manchas rojas en las mejillas. Golpe directo.
—?Basta! ?Los dos! —ordena William. Aprieta la espalda contra mí para pegarme a la pared—. Si quieres hacerle da?o a Bree, tendrás que pasar por encima de mí, algo que el Juramento de Servicio no te permitirá. Así que, en vez de hacer el ridículo, márchate. —Mueve la cabeza hacia la puerta—. Fuera.
Sel nos fulmina una última vez con la mirada y sale de la habitación echando humo. A lo lejos, otra puerta d aun portazo y anuncia su salida.
—?Juramento de Servicio?
?Cuántos juramentos hay? ?Cuántos ha hecho Sel?
William suspira sin dejar de mirar hacia la puerta abierta y el pasillo.
—El juramento principal de Sel es con Nick. El segundo es con los legendborn. —Se da la vuelta para agitar un dedo en mi cara—.
Tiene razón en una cosa. Vas a dar problemas, ?verdad?
En eso no le llevaré la contraria.
*
Es demasiado fácil convencer al portero del Tao Rail de que soy una mujer negra de veintiún a?os llamada Monica Staten. Parpadeo ante el carnet de conducir de Carolina del Norte que tengo en la mano, aturdida.
—No me creo que haya funcionado —digo.
Greer me gui?a un ojo.
—Me lo ha conseguido mi compa?era de cuarto, Les. Se lo dio una chica que se graduó el a?o pasado. Cuando Whitty vino a mi habitación antes y me dijo que íbamos a salir, me acordé de que solo tienes dieciséis. Supongo que Les lo usa todo el tiempo, así que valía la pena intentarlo.
—Sí, pero es terrible —digo mientras niego con la cabeza—.
?Aquí dice que Monica Staten es como quince centímetros más baja que yo! Y lleva gafas.
—?Qué quieres que te diga? —Se encoge de hombros—. La ceguera de la gente blanca ante las diferentes razas es muy real.
Lo único que Monica Staten y yo tenemos en común es nuestro gusto por la moda. Le había enviado a Alice un selfie con un top rojo sin mangas y unos vaqueros y lo había aprobado, así que es lo que llevo.
Los miembros de la división han ocupado todo el porche de madera trasero del Tap Rail, un tranvía convertido en cervecería en un extremo de Franklin Street, la calle principal de Chapel Hill. Han juntado dos largas mesas de madera para que quepamos todos. El último mensaje de Nick decía que no tardaría en llegar. William tenía otros planes. Sel no aparece por ningún lado.