Legendborn (Legendborn #1)

Me muerdo el labio. He intentado recordar más cosas de esa noche decenas de veces, pero nunca aparece ningún detalle nuevo.

Ni siquiera recuerdo del todo la cara del policía. Solo la forma de su boca, sus ojos y el sonido del encanto. Nick y yo hemos discutido la posibilidad de que me falte más de lo que creo, pero es imposible estar seguros. Hasta ahora, he recordado todo lo que Sel ha tratado de encantar.

—No. Nada. ?Cómo saber si fue un merlín o un morgana?

—Imposible. Sabemos que tienen las mismas habilidades que los merlines, pero cuando dejaron de dictar juramentos… —Se detiene un momento—. Sin juramentos, la Orden se desmorona.

Solo un merlín podría decirte si el policía era un morgana o no, e incluso entonces tendría que haber estado presente. Te diría que le preguntáramos a Sel, pero…

—Me detesta —murmuro y pienso en Vaughn—. Como el resto del club anti-Bree.

Los dedos de Nick se flexionan alrededor de mis brazos.

—?Alguien te ha molestado?

Pienso en si soy capaz de compartir con Nick lo que pasó en la cena; si tengo estómago para procesar su respuesta y la mía, revivirlo tan pronto. Al final, digo:

—Nada que no pueda manejar. La gente cree que mi objetivo es ser tu escudera y que empleo mis artes femeninas para tratar de convencerte de que me elijas.

Silencio de nuevo.

—?Nick?

—Lo siento, he tenido un cortocircuito en ?artes femeninas?.

—?Nick! —Me detengo, lo cual es una malísima idea, porque choca conmigo y siento la presión de su cuerpo en mi espalda mientras los hombros le tiemblan de risa. Se aparta después de un segundo y golpeo donde creo que está en la oscuridad; solo encuentro aire, hasta que mi mano aterriza en su pecho con un golpe seco. Sigue riéndose, pero atrapa mis dedos entre los suyos y, antes de que diga nada, me da un suave beso en los nudillos.

El beso me roba el aliento. Creo que ni siquiera se da cuenta.

—Lo primero, ?dices que no quieres ser mi escudera? Me siento ofendido. No, lo siento, esta mano ahora es mía. Segundo, detesto que otros pajes te ataquen por mi culpa. Tercero, no sé cuáles son tus artes femeninas, pero estaría dispuesto a evaluarlas. Para comprobar si efectivamente son capaces de seducirme para que me vincule contigo para siempre.

Me quedo helada con la mano en su pecho, agarrada entre sus dedos, mientras mi mente colapsa con todo lo que acaba de pronunciar.

—?Bree? Solo era una broma.

—?Quieres que intente ser tu escudera?

Nick me aprieta los dedos y suspira. Después de un momento, sus labios vuelven a rozarme los nudillos, pero esta vez su boca se demora y se acaricia la piel mientras habla.

—Eso tienes que decidirlo por ti misma. —Cuando vuelve a hablar, su voz es ronca y grave—. Comprobaré que todo esté listo para los pajes en el lugar de la prueba. Vuelvo enseguida.

Después, se marcha entre la maleza; cada paso rítmico es como un latido en mis sensibles oídos hasta que se desvanece por completo.

Llevo cinco minutos sola en el bosque, quizá más, mientras froto con los dedos los lugares que ha tocado la boca de Nick, cuando siento sus ojos en la piel.

—Sé que estás ahí.

El abrigo de Sel ondea en el aire nocturno, pero no lo oigo aterrizar.

—?Me has detectado? Es un rasgo común de los sombríos detectar a otros usuarios del éter. —Su voz profunda y suave retumba a mi alrededor. A mi izquierda, a mi derecha, delante—. El interés de Nicholas en ti te mantiene a salvo por ahora. Sin embargo, harías bien en recordar que acercarte a él también implica acercarte a mí. Ya cometerás un error y te descubrirás, o te descubriré yo.

Me llega el olor de su firma de éter, a whiskey fuerte y un toque de canela quemada que me produce un escalofrío. Se da cuenta de mi reacción y se ríe desde algún lugar por encima de mí. Odio no saber cuánto tiempo lleva cerca. ?Nos ha observado a Nick y a mí?

?Ha oído nuestra conversación? De repente, me siento furiosa.

Primero, el racismo de mierda en la logia y ahora el abusón mágico.

Las palabras se me escapan en un estallido furioso.

—Me amenazas una y otra vez, pero al final no haces nada. No puedes tocarme porque soy la paje del rey, pero me hostigas de todos modos porque así te sientes importante. No imagino el golpe que habrá sido para tu ego que te ignore el descendiente al que juraste proteger con tu vida.

Un silencio por la sorpresa. Por parte de los dos.

Entonces, su voz está en mi oído.

—Esa es. La rabia arrogante de los demonios. Patético.

—No tanto como tú.

—?Ah?

Hago una pausa, por si acaso intenta abalanzarse sobre mí o algo así, pero no lo hace. Ni siquiera sé si estoy mirando en la dirección correcta. Impertérrita, sigo adelante.

—Digamos que pasas por encima de Nick y me denuncias ante lord Davis o los Regentes. Me someterán a uno de sus juicios. Te pedirán pruebas de lo que sea que crees que soy, y esa es la cuestión, merlín. No tienes ninguna.

Silencio. Luego:

—?De veras?

—Sí. —Me siento audaz y continúo—. Mi padre tenía un perro como tú, cuando era ni?o. Su familia vivía en el campo y el perro se volvía loco con los coches que pasaban por la carretera y aullaba a todos los gatos callejeros. Lo convirtió en un perro guardián inútil, así que su padre lo regaló. Si compartes tu corazonada con la cadena de mando sin pruebas, los Regentes cuestionarán tu capacidad para desempe?ar tu trabajo. Y ese es un riesgo que no puedes permitirte. No querrás ser como ese pobre perro de campo, ?verdad, mago del rey?

Silencio. Luego una risa grave y lenta en la oscuridad.

—Tienes una lengua de plata, chica misteriosa. —Una pausa—.

Siento un repentino deseo de arrancártela.

El pulso me salta a la garganta.

—Por suerte para ti, estoy acostumbrado a que me toquen las narices. —Un silbido de aire y entonces su voz me llega desde arriba—. Tal vez en otra ocasión.

En cuanto se va, un leve temblor comienza en mis dedos. Para cuando Nick vuelve trotando hasta mí a través del bosque, me tiemblan las manos y tengo el pecho constre?ido por el miedo.

—Vale, creo que ya están listos en la arena.

Asiento y trago el bulto gigantesco que tengo en la garganta, y la lengua que aún agradezco poseer.

—Oye, ?qué pasa?

Sonrío de un modo inestable.

—Tu mago del rey se ha pasado para darme una charlita inspiradora antes del partido. Piensa que soy un demonio y amenaza con delatarme. Me he enfrentado a él. Y ahora quiere arrancarme la lengua.

Nick emite un suspiro de frustración.

—Por eso no lo he sentido.

—?Puedes sentir a Sel?

—Una ventaja de por vida del Juramento del Mago del Rey. él siente cuando me encuentro en peligro mortal y yo siento su ira homicida. Por eso supe que estaba cerca antes de que te atacara anoche.

Me estremezco y recuerdo la sensación de Sel al agarrarme el tobillo en la oscuridad.

—?Debería aliviarme que no sintieras su deseo de asesinarme?

Una pausa incómoda.

—?Sí?

—Vaya.

—Ya. —Me toma la mano y me empuja hacia delante.

—Un segundo, ?has dicho arena?



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