—Baja el cuchillo, Schaefer. —El habitual tono calmado de Whitty está te?ido de advertencia—. Nick hablará con su paje cuando quiera. No tiene nada de malo.
—Su paje, no su escudera —escupe Vaughn—. La ha traído, pero eso no significa que haya pasado las pruebas. Incluso en ese caso, no implicaría que saliera seleccionada.
—Ya lo sé —digo entre dientes mientras me clavo los dedos en el muslo.
—Bien. —Hace un gesto al resto de los pajes que nos miran mientras habla, con la voz cargada—. Porque muchos de los presentes hemos esperado y entrenado toda la vida para ser escuderos de un legendborn. No permitiremos que la discriminación positiva de los cojones nos robe la oportunidad.
Toda la mesa se calla mientras esperan mi respuesta. Algunos pajes apartan la mirada. Algunos me observan con atención. Otros se quedan con la boca abierta y en silencio. Vaughn esboza una mueca engreída y gru?e.
Quiero estamparle las patatas gratinadas en la cara. Quiero gritar que el trato preferencial que reciben los vasallos y los ni?os ricos es justo el motivo por el que han entrado. Pero Nick me dijo que debería pasar desapercibida. Mantenerme lejos del radar de los vasallos. Mantener la cabeza gacha durante el torneo.
Fue ingenuo al pensar que sería posible. Para los intolerantes, da igual cómo o por qué estoy aquí; el hecho de que esté ya es un problema.
Conseguiré llegar hasta el final del torneo. Haré lo que sea necesario para cumplir mi misión.
Sin embargo, no desapareceré. Ni agacharé la cabeza.
En vez de eso, le daré a Vaughn una idea de quién soy en realidad para que sepa quién no soy.
Con el corazón acelerado y la garganta tensa, les respondo a él y a todos los que estén sentados en esta mesa que piensen lo mismo.
—Eres un racista y un matón, Schaefer. Me insultas porque crees saber de lo que soy capaz, pero no tienes ni idea. Aunque debo de ponerte muy nervioso para que expongas así tus inseguridades sobre tus posibilidades en el torneo.
—?Mis inseguridades? —gru?e, a medio camino de ponerse de pie.
—Exacto —espeto—. Por no hablar de tu descuido. Acabas de cuestionar, en público, el juicio del mismísimo descendiente de Arturo al sugerir que ha traído a una paje sin una buena razón. — Sonrío y lo miro directamente a los ojos—. Nuestro futuro rey no te debe ninguna explicación y que te comportes como si lo hiciera muestra insubordinación, deslealtad y miedo. Ni poder. Ni fuerza.
De hecho, compadezco al descendiente que te seleccione como escudero. Si es que te seleccionan, claro.
Tras un instante de silencio, Vaughn se lanza sobre la mesa.
Carson lo atrapa antes de que llegue a mí, tal y como esperaba.
Vaughn se retuerce cuando Carson le susurra al oído. Las miradas curiosas de sus aliados se desvían entre los dos, como esperaba que hicieran, y un oscuro rubor les ti?e los rasgos.
Pasa un latido. Dos. Vaughn vuelve a sentarse y me mira con violencia.
—Esto no ha terminado, Matthews.
No, claro que no. Si Vaughn no era mi enemigo antes, ahora lo es. Pero no me importa lo más mínimo.
Whitty rompe el silencio y, con un tono despreocupado, pregunta:
—?Me pasas las coles de Bruselas, Ainsley?
Ainsley frunce el ce?o y pasa el cuenco por delante de mi pecho sin disculparse. La conversación se reanuda a nuestro alrededor y la cena continúa, pero debajo de la mesa me tiemblan las manos.
Noto un ligero chisporroteo sobre el puente de la nariz y las mejillas. Al otro lado del salón, nadie en la bulliciosa, ruidosa y risue?a mesa de los descendientes se ha dado cuenta de lo que acaba de ocurrir en la nuestra. Nadie excepto Selwyn Kane. El mago del rey está sentado con la barbilla apoyada en la mano y me mira con expresión contemplativa. Como si hubiera observado todo el intercambio con Vaughn. ?Es posible que nos haya oído por encima de toda la charla y el tintineo de los cubiertos?
Greer me sorprende al tomar las pinzas de la carne y luego mi plato.
—?Comes ternera?
—Sí. —Asiento, todavía aturdida—. ?Por qué eres tan amable conmigo?
Se encoge de hombros.
—Hay personas que quieren que el mundo sea sencillo para no tener que enfrentarse nunca a ningún inconveniente y no adaptarse.
Yo perturbo a esa gente y tú también. Lo has hecho desde que has entrado por esa puerta. Me gustan las personas disruptivas que cuestionan el orden de las cosas. Deberíamos fundar un club.
Pincho un entrecot.
—?Nos hacemos camisetas?
Se ríe. A mi otro lado, Whitty se inclina hacia delante y me doy cuenta de que lleva la misma chaqueta de camuflaje cómoda y de aspecto antiguo. En un mar de camisas abotonadas y polos, él mismo altera el orden en cierto modo.
—Deberíamos llevar sombreros a juego.
Greer me mira el pelo y luego se?ala el suyo. Esta noche lleva unas gruesas trenzas dobles en forma de cola de pez que se extienden desde la coronilla hasta la parte inferior de cada omóplato.
—?Y esconder nuestras magníficas cabelleras? Métete esa idea por donde te quepa, Whitlock.
—?Ves cómo me tratan, Bree? —Me gui?a un ojo—. Borde.
*
Justo cuando la gente comienza a acercarse a la mesa de los postres, lord Davis entra en la sala. Nick está al lado de su padre y todas las miradas se vuelven hacia ellos.
—Hola a todo el mundo. Gracias por vuestros buenos deseos.
Nuestro sanador, el descendiente Sitterson, cree que estaré totalmente recuperado antes del fin de semana. —A mi alrededor, los miembros frotan las yemas de los dedos en círculos para producir un bisbiseo de aprobación—. Por desgracia, es prematuro celebrarlo. Como seguro que sabéis, anoche nuestra cuarta descendiente, Felicity Caldwell, fue llamada al servicio por su caballero, sir Lamorak. También es cierto que el descendiente de Kay, de quinto rango, fue llamado la semana pasada en nuestra división hermana en el Norte.
—?La semana pasada? —grita Fitz—. ?Por qué nadie nos lo dijo?
Se oyen algunos asentimientos silenciosos.
—Entiendo tu frustración —dice Davis—. Los Regentes deseaban mantener el despertar en secreto, ya que hacía más de cincuenta a?os que no se llamaba a un descendiente de quinto rango. Lo cierto es que se han incrementado los ataques de sombríos en todos los campus de las divisiones. Más puertas que se abren y más incursiones de demonios semicorpóreos. El uchel totalmente corpóreo de anoche ha dejado claro que los sombríos ganan fuerza y logran coordinarse. Incluso se habla de algunos avistamientos de la línea de Morgana.
Hay algunos susurros en la sala. A mi lado, Greer aprieta el pu?o. Mientras tanto, parpadeo confundida. ?Qué narices es la línea de Morgana?
—Debemos prepararnos para las llamadas de Tristán, Lancelot y Arturo. —Mira a Nick con orgullo en el rostro—. ?Aunque dicen algunos en muchas partes de Inglaterra que el rey Arturo no ha muerto, sino que por voluntad de nuestro se?or Jesús fue a otro lugar?.
Hace un gesto para que Nick termine la cita.
Frunce el ce?o por la actuación, pero le complace.
—?Y dicen que volverá?.