Legendborn (Legendborn #1)

—Te aclimatas rápido para una común —dice, pensativo.

—?Gracias?

Inclina la cabeza en respuesta y hace un gesto hacia el pasillo.

—?Vamos?

Paso mientras me muerdo el labio inferior. Sabe que estuve en la logia anoche, pero ?qué más sabe?

William me indica una puerta al final del pasillo. Al cabo de unos segundos, habla con despreocupación. Parece que me ha leído la mente.

—Sé que hay algo más en ti de lo que compartes, paje Matthews. —Trato de intervenir, pero levanta una mano, con una sonrisa amable en los labios—. No soy Sel, así que no te preocupes. No te he traído aquí para acorralarte. No sé lo que escondes y, la verdad, tampoco quiero saberlo.

Me paro en seco sorprendida.

—?No te preocupa que…?

—?Que seas un uchel? —Se detiene también y pone los ojos en blanco—. Me cuesta creerlo. Sel es un detective increíble y el merlín más poderoso de la generación, pero también es…

—?Gilipollas?

Reprime una sonrisa.

—Iba a decir volátil. Creo que se equivoca al enemistarse contigo.

Niego con la cabeza, incapaz de creerme siquiera este peque?o gesto de generosidad.

—Pero…

—Confío en Nicholas. Es nuestro rey y, además, es mi amigo.

Lo que hayáis decidido no es de mi incumbencia. —Suaviza la mirada—. Por si fuera poco, lo has traído de vuelta. Algo me dice que no estaría aquí si no fuera por ti.

Se me corta la respiración. Nick no habría estado aquí esta noche de no ser por mí.

El mundo da vueltas. Si no supiera que es imposible, pensaría que Sel acaba de lanzar un encanto, pero no es cosa suya.

Esta noche ha sido elección mía y empieza a superarme. Todo.

Es demasiado. He elegido enga?ar para descubrir la verdad sobre la muerte de mi madre. Para descubrir la verdad por mí misma. Por mi padre. Tal vez incluso para demostrarle a Alice que tengo razón y ella se equivoca.

Lo que no elegí fue el olor a descomposición que todavía tengo pegado en la lengua, en el interior de la boca. No elegí el sonido de la columna vertebral del padre de Nick al estrellarse contra un roble, ni el chasquido sordo del cráneo de su hijo al abrirse sobre la piedra. El estómago se me revuelve de nuevo y un brazo me rodea los hombros.

—Por aquí. —Me tropiezo y William me pega a su cuerpo mientras empuja una puerta—. Vamos.

Una puerta de madera, un retrete. Estoy de rodillas, jadeo y tengo arcadas. Me quedo ahí hasta que siento que he expulsado todo lo que he comido.

Cuando termino, me impulso sobre los talones. Con la mano, frota círculos relajantes en mi espalda. Una palma fría se apoya en mi frente. Esperamos en el silencio hasta que se me ralentiza la respiración.

Al cabo de un rato, William me entrega un pa?uelo de tela de color lima. Lo miro, desconcertada por el material alarmantemente brillante. Oigo la sonrisa en su voz.

—Era de mi padre. La línea de Gawain es lo que la gente llamaría un poco ostentosa. —Sujeto el pa?uelo, insegura de si usarlo, pero contraataca antes de que diga una palabra—. Por favor. Tengo una cantidad vergonzosa de ellos en un cofre demasiado verde en alguna parte.

Esbozo una débil sonrisa mientras me limpio la nariz y la boca.

Cuando termino, me acompa?a a un banco acolchado cerca de los lavamanos.

—Gracias.

—No te preocupes. —Me da unas palmaditas en la rodilla y me observa con ojos atentos—. Nuestro mundo es un poco abrumador.

Inhalo, temblorosa.

—Sí.

Ladea la cabeza.

—?Estás segura de que quieres formar parte de él?

La pregunta de William me toma por sorpresa. ?Estoy segura?

Después de esta noche, ?lo estoy? Pienso en mi padre y en nuestra conversación en las escaleras de la biblioteca. Sigo oyendo su voz incluso ahora. ?Esto nos está pasando a los dos. Sé cómo te sientes?. Siente el dolor y, sin embargo, va a trabajar todos los días.

Vive en nuestra casa con el eco de mi madre, cuando yo apenas lo soportaba. Pienso en mi madre y en la terquedad o, mejor dicho, la debilidad, que me impidió hablar con ella después de una pelea tonta.

?Nuestra ni?a valiente?.

Inhalo de nuevo, más fuerte esta vez.

—Sí. Estoy segura.

—De acuerdo —dice y se pone de pie—. Si estás decidida a estar aquí, entonces sin duda necesitas ese curso intensivo de cultura legendborn. Pero, antes, te hace falta un té.



*

William no bromeaba con lo del té.

Me hace esperar fuera del ba?o unos minutos mientras recorre el pasillo hasta la cocina. Cuando vuelve, me pone una taza humeante de té de limón y jengibre entre las manos y me ordena que me lo tome mientras hablamos.

Entiendo por qué Sel no se enfrentó a la voluntad de William. Es imperioso sin ser arrogante y posee una extra?a habilidad para tener razón.

Además, el té está muy rico.

Se pone delante de mí y nos conduce por el pasillo hasta una puerta azul marino en el fondo, frente al ascensor.

—?Cuántos sótanos tiene la logia? —pregunto.

—Dos. La enfermería y las salas de entrenamiento están en el de arriba, además de algunas salas de recuperación para pacientes graves. Aquí abajo están todas las demás cosas secretas que nadie debería ver por accidente. —Se?ala con el pulgar una puerta que acabamos de pasar—. Los artefactos y la documentación de los miembros están en una cámara frigorífica donde tenemos más control de la temperatura y las condiciones de iluminación. Por suerte, los merlines han infundido con éter los objetos más antiguos a lo largo de los a?os, así que no tenemos que preocuparnos de que se desmoronen. —Llega a la puerta y teclea otro código en el teclado que hay junto al picaporte—. Pero aquí está lo que más necesitas ver.

Aprieto la taza entre las manos. El corazón me da un vuelco tan fuerte que me preocupa que lo haya oído.

—No hay demonios, ?verdad? No me meterás en una casa de los horrores medieval como una especie de novatada, ?no?

Se ríe, fuerte y con ligereza.

—No. —Abre la puerta y se asoma dentro para buscar el interruptor en la pared interior—. Aunque ?La casa de los horrores medieval? sería un buen nombre para un grupo.

Pongo los ojos en blanco. Aun así, agradezco el humor. Doy otro sorbo al té y ya casi tengo el estómago en su sitio.

Encuentra el interruptor, que ilumina el rellano de una amplia escalera de caracol.

Bajamos dos niveles más y habla mientras caminamos.

—Los padres de los legendborn hablan de la Orden y de las líneas a sus hijos desde muy peque?os. Los vasallos saben lo necesario para resultar útiles. En cambio, con los nuevos pajes, como tú, son los padrinos los encargados de explicaros los detalles jugosos.

—Nick no ha tenido mucho tiempo —murmuro mientras bajo las escaleras detrás de él. ?No le di tiempo?, pienso.

William permanece imperturbable.

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