—Sí —afirma y arremete antes de que me dé tiempo a emitir ningún sonido.
El demonio me carga al hombro como si fuera un saco de boniatos; mi cuerpo se sacude tanto que la cabeza me da vueltas.
Un brazo blando y caliente me rodea por detrás de las rodillas y me sujeta. Se me escapa un grito de la garganta, pero el hedor pútrido que desprende el cuerpo me provoca arcadas.
Hay un borrón y luego una parada brusca que me estrella la barbilla en el lomo húmedo del demonio. Vuelven a entrarme náuseas. La bazofia mohosa se me adhiere a la cara.
Antes de orientarme, el demonio tira de mí hacia abajo y me da la vuelta hasta que cuelgo como una mu?eca, con los pies balanceándose sobre el suelo. Me retuerzo, pero solo consigo que tire más fuerte y me corta la respiración en un movimiento brusco.
No puedo respirar.
Volvemos a estar en la capilla, donde los ocho legendborn y lord Davis han acorralado al segundo sabueso infernal. Fitz y Nick acaban de atravesarlo cuando el demonio que me sujeta emite un grito infernal.
—?Pendragón!
Todos se dan la vuelta a la vez.
El padre de Nick lanza una mirada a su hijo para que guarde silencio y se adelanta. Agarra la empu?adura de una espada larga en una vaina que lleva al costado y que tenía escondida bajo la túnica.
—?Por qué has venido, uchel?
—?Quién de vosotros es el Pendragón?
Davis mantiene la voz ligera y tranquila. Un caballero sure?o que saluda a un recién llegado.
—Yo soy el que buscas. —Sus ojos se dirigen a mí—. Tienes a una de nuestros pajes. Deja ir a la chica y hablaremos. Solo tú y yo.
Los dientes del demonio chocan entre sí en un patrón de casta?eteo, como si estuviera disgustado. Clac, clac, clac.
—Será fácil hacerla pedazos, impostor.
Unas u?as afiladas me dejan un camino ardiente en la mejilla y me desgarran la piel. Grito.
—?Detente! —grita Nick y avanza.
La mano de Davis se cierra en un pu?o. Debe de ser una se?al, porque los otros legendborn se mueven para cercar a Nick. Para protegerlo. La rabia le aparece en el rostro.
El demonio lo se?ala con una garra chorreante.
—Es a quien buscamos.
—?Buscamos? —dice Davis, con una expresión de preocupación y curiosidad.
—Entregádnoslo, legendborn.
La mano del demonio se estrecha despacio alrededor de mi pecho y un dolor negro amenaza con oscurecerme la visión. Una costilla empieza a doblarse.
—Me temo que no. —Davis se lanza hacia adelante y desenvaina la espada mientras corre, pero no es lo bastante rápido.
Hay otro borrón y entonces el demonio tiene al hombre agarrado por la garganta con una gigantesca mano, mientras todavía me sujeta con la otra. La espada de Davis cae en la piedra con un fuerte ruido.
—?No! —grita Nick mientras empuja a Russ y a Fitz. Lanza el codo a la nariz del descendiente y lo derriba, pero Evan ocupa su lugar antes de que le dé tiempo a salir del círculo. La sangre de una herida corre por la frente del escudero, que aun así se mantiene firme.
El demonio levanta a Davis en el aire. El padre de Nick se aferra a la garra con ambas manos, jadeante y con los ojos desorbitados.
Su cara se pone cada vez más roja.
—Los mataré a los dos mientras te quedas mirando, Pendragón —gru?e el demonio y aprieta tanto a Davis que el hombre se pone morado—. Después, te llevaré a ti.
—Hablas demasiado.
Jamás pensé que me alegraría de oír esa voz. Sel se deja caer sobre la espalda del demonio y envuelve a su oponente en una llave de cuello. El sombrío ruge, me deja caer al suelo y lanza a Davis al otro lado del claro. El padre de Nick choca con un árbol con un crujido que me revuelve el estómago y cae a la superficie de piedra en un lío de miembros desmadejados.
Me arrastro hacia atrás y evito que me alcance el pisotón de un enorme pie. El demonio se agarra a la espalda y al pelo de Sel para tratar de sacárselo de encima, pero el merlín se aferra con fuerza y mantiene la cara apartada de las garras.
Un par de fuertes brazos me agarran de las axilas y me levantan para alejarme de la refriega.
Para mi sorpresa, es Sarah, la chica con pinta de duendecillo.
—Quédate atrás —me insta cuando nos hemos alejado lo suficiente. Luego corre hacia donde está la mitad del grupo, Nick incluido, alrededor de Davis. El padre de Nick no se mueve. Mierda.
El demonio y Sel se pelean en un borrón negro y verde. Nadie más osa meterse. ?Para qué hacerlo? No podrían seguir el ritmo.
Cuando los dos contrincantes se abalanzan el uno sobre el otro, la fuerza del choque hace temblar la tierra. Se retuercen, ruedan por el suelo y los pu?os conectan en profundos golpes. Al cabo de unos minutos, la camisa de Sel está rota y oscurecida por la baba y el sudor.
El demonio le da una patada en el pecho y el merlín sale volando.
Cae al suelo agachado sobre ambos pies y se desliza unos metros hacia atrás. Muestra una sonrisa feroz. Se lanza de nuevo contra la criatura como una bala.
La visión me revuelve el estómago. El padre de Nick podría estar muerto y Sel está pasándoselo bien.
—?Sujétalo bien!
De vuelta junto al árbol, el chico que llevaba unas dagas presiona las manos en el pecho de Davis. Una ligera película de líquido plateado le cubre los dedos. Mientras observo, el líquido se extiende hacia abajo por la camisa del hombre. Un latido después, Davis se despierta con un jadeo.
—Tranquilo —ordena el chico—. No he terminado.
William, deduzco. El sanador.
William sigue trabajando con Davis, pero el alivio a su alrededor es palpable.
El padre de Nick está vivo.
Todos están tan concentrados en lord Davis que nadie se da cuenta de lo que hace Nick hasta que es demasiado tarde.
Se abalanza hacia la pelea, con la espada de su padre en las manos.
Sel sostiene al demonio en el suelo con una bota en el pecho de la criatura y una hoja de éter en su garganta.
—?Casi matas a mi padre! —grita Nick y la furia envuelve su voz en hierro.
El demonio rechina con avidez.
—?El chico se acerca! ?Dejad que venga! ?Cachorrito! —Un sonido aplastante y sibilante por la presión de la hoja de Sel silencia a la criatura.
—Nicholas, yo me ocupo. —Sel mantiene la vista fija en su cautivo—. Retrocede. Déjame hacer mi trabajo.
Nick ignora la advertencia y levanta la espada hacia la cara del demonio.
Con un giro brusco, el sombrío rompe el tobillo del merlín y lo empuja a un lado. La espada de Nick desciende.
El demonio la recibe con una mano, donde la hoja se hunde en profundidad, y aprieta la garganta de Nick con la otra.
Nick intenta tirar de los dedos de la criatura. Gorgotea. Jadea.
El demonio se levanta mientras gru?e triunfal. Eleva a Nick y luego lo golpea contra la piedra plateada. Su cuerpo se queda inmóvil.
Corro.
Me abalanzo sobre el demonio justo cuando Sel blande la espada de Nick.
Juntos, enviamos el cuerpo en una dirección y la cabeza en otra.
14
Nick, su padre y Evan no son los únicos heridos.