Hace una pausa para dejar que la imagen de la metáfora se asiente en nuestras mentes.
—Y, cuando haya despertado, nuestro rey será la cabeza y la corona misma que nos llevará a la victoria por derecho divino.
Un susurro se eleva en la noche. El sonido proviene de los otros pajes y legendborn que están detrás de Davis. Han levantado las manos a la altura del pecho y rozan los pulgares con el índice en círculos rítmicos constantes. Aprobación.
Cuando Davis levanta la mano, el sonido cesa.
—Sentíos orgullosos de haber sido invitados, pero sabed que todavía quedan muchas más posibilidades. Esta noche, muchos vestís el color y el emblema de la línea a la que sirve vuestra familia; mientras seáis pajes, siempre los llevaréis. Sin embargo, en la Selección, aquellos que ganen el título de escuderos adoptarán el color y el emblema de sus descendientes. A esta línea, la serviréis por elección. —Una pausa—. No tenéis título, pero sí vuestros nombres. Debemos saber quiénes sois y la sangre a la que servís.
—Declarad vuestro nombre y familia. —La voz de Sel me pilla desprevenida.
Es la primera vez que se nos pide que hablemos en más de una hora. Vaughn no duda.
—Vaughn Ledford Schaefer Cuarto, hijo de Vaughn Ledford Schaefer Tercero, vasallo de la línea de Bors.
Lewis habla a continuación:
—Lewis Wallace Dunbar, hijo de Richard Calvin Dunbar, vasallo de la línea de Owain.
Greer lo sigue:
—Greer Leighton Taylor, hije de Holton Fletcher Taylor, vasalle de la línea de Lamorak.
La cabeza me da vueltas mientras Whitty habla a mi lado. ?Qué digo? El nombre de mi madre no, ?verdad? No, el de mi padre.
Cuando me llega el turno, abro la boca, pero no sale nada.
El áspero sonido de un siseo atraviesa la noche y me azota; se me acelera el pulso. Desaprobación. Los oídos me arden. Siento una presión detrás de los ojos. ?No! ?Basta! Levanto el muro. No es el momento de dar rienda suelta a la ira de la Bree de después.
Davis levanta una mano y el sonido cesa.
—Tu nombre —repite Sel, con voz grave.
Esta vez, hablo.
—Briana Irene Matthews, hija de Edwin Simmons Matthews.
Todo el mundo guarda silencio en espera de las últimas palabras que ya saben que no puedo anunciar. No tengo vasallaje ni línea.
Alguien en la fila de los legendborn bufa. Vaughn reprime una risita.
La voz de Davis atraviesa el silencio, endurecida por la advertencia.
—No caigáis en la arrogancia. La adhesión a la Orden no equivale a jurar lealtad. De hecho, Tennyson dijo: ?La palabra del hombre es la presencia de Dios en el hombre?. Esta noche, romperéis todas las demás promesas excepto esta y serviréis a la Orden no como individuos, sino como uno solo.
Se me afloja el pecho. Pronuncio un agradecimiento silencioso al padre de Nick, cuya imperiosa mirada ha acobardado incluso a Vaughn.
—?Quién ha traído a Vaughn Schaefer para pronunciar el Juramento de Lealtad?
Una figura de entre los legendborn se adelanta y se baja la capucha.
—Yo.
Es el chico del estudio, Fitz. Se arrodilla frente al paje y extiende un brazo sobre la piedra con la palma hacia arriba y el otro al lado, con la palma hacia abajo. Sel se arrodilla en el lateral del altar y apoya los dedos en la superficie de motas plateadas. Una onda de llama mística procedente de las yemas de sus dedos fluye por el altar, desde Vaughn hasta mí.
—Esta noche, harás un juramento y, mediante tu padrino legendborn, la Orden te hará uno a ti. —Davis asiente en dirección al paje.
Vaughn agarra el brazo levantado de Fitz con la mano izquierda y levanta la derecha. Cuando habla, siento un molesto picor en la piel. Siento el éter infundido en las palabras, aunque no sea yo quien las diga.
—Yo, Vaughn Ledford Schaefer Cuarto, ofrezco mi servicio a la Orden en nombre de nuestro rey. Juro ser el escudo de la división Sur, los ojos y los oídos de su territorio. Juro ayudar en sus batallas y armar a sus guerreros. Juro guardar sus secretos y asegurar todo lo que vea y oiga a partir de este momento.
Fitz se aclara la garganta.
—El castigo por romper el voto es el encanto total y la excomunión a la oscuridad del desconocimiento, para nunca volver a la luz. ?Aun así te comprometes?
—Sí.
Junto al altar, Sel asiente, como si le diera a Fitz el visto bueno.
—Yo, Fitzsimmons Solomon Baldwin, descendiente de la línea de Bors, acepto tu juramento en nombre de nuestra antigua Orden y te doy la bienvenida al servicio. Se te concederá ahora la Visión para que veas el mundo iluminado mientras tu corazón sea verdadero.
Una brillante llamarada de magia de un azul plateado sube por la mano que Fitz ha colocado en el altar. Se tensa y entonces la llama desciende por el otro brazo hasta su paje. Se enrosca alrededor de las mu?ecas de Vaughn y se curva en sus hombros.
Ahora que lo ve, no deja de observar cómo el juramento se le funde en la piel.
Lewis es el siguiente, con Felicity. Luego Greer, con Russ. Con cada juramento, un nuevo hilo de duda me recorre el pecho, porque sé que no tengo intención de cumplir esta promesa. Nick dijo que los juramentos son como el encanto, pero ?hasta qué punto se parecen? Nunca me he resistido al encanto de Sel en tiempo real, solo a posteriori. Para cuando llega el turno de Whitty, el corazón me late a toda velocidad. No puedo evitar mirar a Sel en el altar y él me devuelve la mirada con los ojos entrecerrados, como si oyera mi miedo.
Davis interrumpe mis pensamientos.
—?Quién ha traído a Briana Matthews para pronunciar el Juramento de Lealtad?
—Yo.
Una figura alta sale del círculo. Nick se echa la capucha hacia atrás mientras camina hacia el altar, con mirada solemne. Se acomoda frente a mí y aprieto la mano alrededor de su antebrazo en cuanto la baja, desesperada por sentir algo familiar, algo en lo que confiar. Sus ojos encuentran a los míos y sus dedos me rodean el codo para tranquilizarme.
Respiro nerviosa, levanto la mano derecha y comienzo.
—Yo, Briana Irene Matthews, ofrezco mi servicio a la Orden en nombre de nuestro rey.
Hago una pausa, jadeante. Siento cómo las palabras se deslizan por mi cuerpo y se enroscan en mis costillas. Los ojos de Nick me instan a continuar.
—Juro ser el escudo de la división Sur, los ojos y los oídos de su territorio. Juro ayudar en sus batallas y armar a sus guerreros. Juro guardar sus secretos y asegurar todo lo que vea y oiga a partir de este momento.
La voz de Nick resuena en la capilla, más fuerte y clara que la de los otros que lo precedieron.
—La pena por romper el voto es el encanto total y la excomunión a la oscuridad del desconocimiento, para nunca volver a la luz. ?Aun así te comprometes?
La fría marea del juramento se me ha enroscado entre los dedos. Me desciende por la espalda como una cascada hasta cubrirme entera. Me retuerzo y cambio el peso de la rodilla derecha a la izquierda. Alguien sisea y Davis levanta la mano para detenerlo.
—Sí.