Un músculo le tiembla en la mejilla.
—La razón por la que renuncié al título no tiene nada que ver con las personas que hay aquí.
—Entonces ?por qué…?
—Historia para otro día.
Frunzo el ce?o, pero siento que no lo conozco lo suficiente como para presionar. Aunque, en ese caso, ?por qué confío en él?
Me da un golpe con el brazo y me indica con la cabeza que la gente está entrando en el gran salón.
—Los dos tenemos que estar alerta cuando atravesemos las puertas. ?Alguna otra pregunta?
—Una tonelada. —Los rasgos de su rostro se encuentran a medio camino entre el chico relajado y carismático que conocí anoche y el Nick severo y noble cuyo ce?o se tensa con una emoción que no identifico—. ?Por qué me ayudas?
Esboza un amago de sonrisa.
—Me gusta ayudar a la gente cuando está en mi mano. —La luz de sus ojos se apaga—. Además, sé lo que se siente al ver cómo tu familia se desmorona ante ti sin poder evitarlo.
Antes de darme tiempo a formular otra pregunta, se voltea.
Entonces, el enorme salón que tengo delante me deja sin palabras.
Unos sofás de cuero marrón rodean una gran chimenea en un extremo. La chimenea en sí misma es grande, como de Biltmore House; el hogar de mármol podría sostener un caballo de pie.
Distingo una luminosa cocina profesional a través de una puerta giratoria a la derecha, pero lo más impresionante son las ventanas de tres metros de altura que ocupan toda la pared del fondo y ofrecen una amplia vista del bosque. La logia está lo bastante elevada en la colina como para que el horizonte que empieza a oscurecerse se entrevea a través de los marrones de la tierra y los árboles de hoja perenne.
Nick se detiene a mi lado mientras lo asimilo todo. Cuando termino, me doy cuenta de que, de nuevo, la mitad de las miradas de la sala están puestas en Nick y la otra mitad me apuntan a mí.
Algunos miran con descaro la moneda que llevo al cuello y el calor me sube hasta las orejas. Nick me conduce a un expositor de bebidas en un rincón. Cuando las miradas nos siguen, se convierte en el objetivo de la irritación que siento por los mirones.
En el momento en que las voces a nuestro alrededor retoman la charla ociosa, me acerco a él y le susurro: —Todo el mundo nos mira.
De espaldas a la sala, me pasa un vaso de agua de pepino y mantiene la voz baja.
—Por lo que saben, no he entrado en esta casa desde que tenía doce a?os. Entonces, aparezco de la nada para reclamar mi título y apadrinar a una paje a la que nadie ha visto antes. Además…
—?Además?
Nick aprieta los labios en una fina línea y se sirve un vaso de agua.
—Además, tradicionalmente, los nuevos pajes provienen de las familias vasallas que se comprometieron con la Orden hace décadas o incluso generaciones, así que…
Gimoteo por dentro.
—Así que sienten que me he saltado la cola.
Se ríe.
—Podría decirse que sí.
Nick me explicó qué eran los vasallos en el otro salón, comunes que han jurado cumplir el Código y servir a la Orden en su totalidad, pero comprometidos en concreto con una de las trece líneas de sangre originales de legendborn que la fundaron en la Edad Media.
Los vasallos saben de la existencia del éter y los sombríos, pero no luchan en la guerra. En vez de eso, forman una red que se ocupa de suplir cualquier carencia en las necesidades y los recursos de la familia a la que sirven. A cambio, la Orden les concede favores. La mayoría de los vasallos comienza teniendo ya cierto poder o dinero y usan la Orden para obtener más. Escalan puestos. Como el agente Norris, probablemente. El vasallaje crea directores generales, funcionarios del Estado, miembros del gabinete e incluso presidentes.
Observo la sala, vuelvo a oír el zumbido y el murmuro con la boca pegada a la bebida.
—También está el hecho de que nadie más se parece a mí.
Nick sigue mi mirada y ve lo mismo que yo, una sala llena de blancos, sin una sola persona de color a la vista. Hace una mueca y tensa la mandíbula en una línea dura.
—Si alguien te dice algo, lo que sea, avísame. Lo atajaré. —Lo miro. Está muy seguro de que entiende a lo que me enfrento.
Entonces pienso en Norris, en el decano y en cómo algunas cosas, algunas personas, simplemente no quieren parar. Pienso en lo mucho que me costaría infiltrarme en la Orden. Prosperar en una institución fundada por hombres que de buena gana podrían haber sido mis due?os legales.
—Claro que sí.
Oigo el cinismo en mi voz y Nick también. Frunce el ce?o y se dispone a responder, pero una nueva voz tras mi hombro lo interrumpe.
—?Hola, Davis!
Nos volvemos hacia un par de estudiantes que nos miran con ojos brillantes y curiosos.
—?Whitty! —Nick sonríe y le da la mano a uno—. Cómo me alegro de verte. ?Cuánto ha pasado? ?Dos a?os desde el viaje a los rápidos?
Whitty sonríe.
—No fue nuestro mejor momento. —Es de complexión robusta, con el pelo rizado y claro. Lleva una chaqueta de camuflaje desgastada y unos vaqueros. Mientras que los demás chicos van vestidos para ir a clase o con la formalidad propia de la logia, Whitty parece que ha salido de un tractor o de un puesto de caza. Su indiferencia casual me atrae de inmediato. No obstante, luego recuerdo que probablemente sea hijo de una familia de vasallos y me pongo en guardia.
Nick había despreciado a las familias vasallas cuyo único objetivo era posicionar a uno de sus hijos para que se uniera a la Orden:
?La misión de la Orden es luchar contra los sombríos y proteger a los humanos. Es más seguro mantenerse al margen, pero, para algunos, los beneficios de ser miembro superan los riesgos. Incluso los pajes y sus familias tienen privilegios que los vasallos no. Solo los legendborn pueden reclutar nuevos miembros, por lo que esa panda de trepas hará cualquier cosa para ganarse el favor de la línea de sangre a la que están asociados con la esperanza de que su hijo sea reclutado —se burló—. Pero esos vasallos no quieren ayudar a la gente, quieren el estatus. Ponen a sus hijos en peligro para conseguirlo?.
De ahí la segunda regla: ?Agacha la cabeza. Desaparece. Haz que te olviden, para que no te vean como competencia?.
Sin embargo, Nick parece feliz de verdad de ver al otro chico, así que tal vez Whitty no sea de los que buscan ?la gloria por la gloria?.
—No obstante, en los rápidos de clase tres y cuatro del Alto Nantahala no lo hicimos mal. —Nick asiente en mi dirección—. Esta es Bree Matthews. Bree, te presento a James Whitlock, también conocido como Whitty. Los Whitlock son vasallos de la línea de Tristán y son due?os de la mayoría de las granjas de cerdos en Clinton.
—Preferimos el término ?barones porcinos?. —Whitty me dedica un gui?o conspirador. Me ofrece la mano con un agarre firme y cálido. El brazalete azul deste?ido que le rodea la mu?eca está sujeto con una goma elástica—. Encantado de conocerte, Bree.