Los dos saltamos cuando la puerta se abre y una nueva cara se asoma.
—?Davis! —Un chico bronceado con camisa y pantalones de vestir entra en la habitación, con un vaso de agua con gas en una mano. Su fría mirada se posa en mí durante un segundo antes de dirigirse a Nick—. ?Sar me ha dicho que estabas aquí! ?Es tu paje?
Los ojos de Nick no se apartan de mi cara. Me enfrento a ellos con determinación. Al final, después de un largo momento, nos responde a los dos.
—Sí, Fitz, es mía. He pensado que ya era hora de reclamar el título que me pertenece.
Parte 2
Discordancia
10
Fitz le da una palmada en la espalda a Nick y salpica algo del agua con gas en el proceso.
—?Así se habla, Davis!
La mirada de Nick se aleja de mí para mirarlo.
—?Nos dejas un minuto?
—Sin problema. —Retrocede fuera de la habitación con una gran sonrisa—. ?Eres el mejor, tío!
—?Ya te digo! —Nick esboza una sonrisa y lo se?ala. Es la viva imagen de un chaval de fraternidad en una barbacoa cutre. Cuando la puerta se cierra, me mira, de nuevo con expresión solemne.
—Dos preguntas. ?Esa era tu cara de colega? Porque es un espanto. Más importante, ?Cómo que tuya? —exclamo y entrecierro los ojos—. ?Significa que te pertenezco? ?Como una sierva?
—?No! —dice y se sonroja—. Dios, no, claro que no. No es nada de eso. —Busca algo bajo el cuello de la camisa y se saca una larga cadena de plata por encima de la cabeza—. Un paje medieval prestaba un servicio voluntario, honorable y beneficioso para ambas partes. —Me se?ala el cuello con un asentimiento—. ?Puedo?
Echo un vistazo a la joya que sostiene en la palma.
—Supongo.
Me pasa el collar por el pelo. Una pesada moneda de plata como la de la pulsera de Sarah cae en el centro de mi pecho. Paso los dedos por el grabado de la superficie aún caliente, un círculo con la elegante silueta de un diamante grabada en el centro. Una línea sin final y cuatro puntos que se extienden más allá de sus curvas.
—Decir que eres ?mía? significa que soy quien te ha escogido.
Que mi linaje, mi familia y yo respondemos por ti, que cuentas con nuestra protección y bendición. —Levanta una mano para contener la pregunta que tengo en los labios—. Luego. Por ahora, seguiré adelante con lo de que compitas, solo hasta que se me ocurra una alternativa. Sin embargo, si vamos a hacer esto, y quiero dejar constancia una vez más de que es una mala idea, lo haremos juntos. Tú y yo. Con mis condiciones. ?De acuerdo?
Me cruzo de brazos, pero ladea la cabeza, expectante.
—Vale —cedo—. ?Qué condiciones?
—Dame un segundo, Bree, que se nos acaba de ocurrir el plan.
Las luces parpadean una, dos veces. Afuera, Sarah anuncia que el evento comenzará en diez minutos. Cuando vuelvo a bajar la vista, Nick me mira con gesto pensativo. No puedo evitar sentir que me toma las medidas para un abrigo que no va a gustarme.
—Vale. Primera regla…
*
Cuando salimos de la habitación diez minutos después, hay más de veinte estudiantes arremolinados en el vestíbulo. Algunos van vestidos como Nick y yo, con vaqueros y camiseta; otros llevan ropa de cóctel o trajes. Algunos pajes me evalúan con miradas poco sutiles, mientras que otros se fijan en Nick y parpadean varias veces como si fuera un espejismo enviado por el cielo.
Nick tiene una expresión que nunca le había visto. Con cada paso que da entre la multitud, se convierte en una nueva versión de sí mismo, una combinación del chico encantador, confiado y agradable de la primera vez que nos vimos y otra cosa que no conozco.
Una chica voluptuosa y bajita con el pelo rojo ondulado y un chico alto y larguirucho con el pelo casta?o rapado en los laterales se nos acercan. Aunque caminan juntos, parecen polos opuestos.
La chica lleva unos pantalones sueltos y una blusa de cachemira, mientras que los vaqueros y la camisa de botones arrugada de él parecen salidos de un triste montón de ropa tirada en el suelo.
Curiosamente, llevan pu?os de cuero rojo a juego en la mu?eca derecha, con idénticas monedas de plata en el centro.
?Qué son estas monedas?
—Nick —saluda ella—. Sarah dijo que estabas aquí, pero… — Un tenue acento británico envuelve cada palabra antes de que pierda la voz por el asombro.
El chico le aprieta el hombro y se adelanta con la mano extendida.
—Mientras Felicity recupera la capacidad del habla, diré que me alegro de verte, tío. —No suena para nada sure?o. Creo que es de Nueva Inglaterra.
—Hola, Russ. Gracias. —Nick le estrecha la mano con una sonrisa y asiente en mi dirección—. Esta es Briana Matthews, mi…
—Se aclara la garganta—. La he invitado a unirse a la Orden.
Le lanzo una mirada sutil y esboza una media sonrisa.
Russ se da cuenta del intercambio, pero no hace ningún comentario. Su mirada traviesa me tranquiliza de inmediato.
—Encantado de conocerte, Briana —dice y me tiende la mano —. Bienvenida a la logia.
—Gracias —digo y mantengo un tono desenfadado. Agradable.
Fuerzo una sonrisa tonta, que espero que me haga parecer abrumada y despistada—. Nunca había estado en una casa como esta. Es muy elegante.
La primera regla de Nick todavía me retumba en los oídos.
?Recuerda que Sel cree que te ha encantado dos veces, en la cantera y anoche. Así que compórtate como si no supieras nada y no hubieras visto nada. Todos aquí tienen que pensar que eres una ignorante recién llegada a nuestro mundo. No dejes que nadie sepa lo que puedes hacer?.
—Sí, bueno, aquí no hacemos nada a medias. —Russ sigue mi mirada—. Tiene cierto aire a museo. Ya sabes, ?no toques nada o alguien te romperá los nudillos?. —Suelto una risita. Es un sonido que me resulta del todo ajeno, pero creo que ha colado, porque me gui?a un ojo—. Por supuesto, toda esta elegancia y formalidad significa que Flick me ha obligado a ponerme algo que no fuera una camiseta.
A su lado, Felicity frunce el ce?o.
—Odio ese apodo.
—?Felicity tiene demasiadas sílabas! —exclama él—. Tus padres eran unos sádicos.
La chica pone los ojos en blanco.
—Ignoradlo.
En algún lugar, suena una peque?a campanada y las puertas dobles se abren al fondo del vestíbulo.
Mientras Felicity y Russ se adelantan, Nick y yo los seguimos al fondo de la multitud. Me inclino para susurrarle al oído.
—?De qué palo van? ?Y qué son las monedas?
Nick responde en voz baja, sin mirarme.
—Felicity Caldwell, de tercero, y Russ Copeland, de segundo. — Saluda a un chico alto, de rostro amable y pelo claro, que le devuelve el saludo con una sonrisa sardónica—. Los dos son legendborn. Llevan emblemas a juego porque Felicity es una descendiente, es decir, que ha nacido con el título, como yo, y Russ es su escudero elegido.
—?Por qué los odias?
Parpadea.
—?Quién ha dicho que los odie?
Hago un gesto por encima de su hombro para se?alar a los estudiantes que charlan a nuestro alrededor y luego al opulento vestíbulo.
—Sel te llamó hijo pródigo. Rechazaste todo esto.