Legendborn (Legendborn #1)

Alice se levanta de la cama, completamente vestida con una falda y una blusa. Se había quedado esperando para re?irme hasta que me sonó la alarma. Una emboscada de una bibliotecaria malvada.

—?Qué me pasa a mí? Casi consigues que nos echen de la universidad la primera noche que pasamos aquí, ?y la segunda no vuelves a la residencia hasta la una de la madrugada!

Entrecierro los ojos para mirarla.

—No, de eso nada. O sea, lo primero, sí. Pero lo segundo no es cierto.

Alice ense?a los dientes. Una bibliotecaria malvada y feroz.

—No me creo que te hayas emborrachado.

Me siento y niego con la cabeza.

—No lo he hecho.

—?Se te ha ido la olla! —El chillido me hace tragar. Odio cuando se enfada. Odio cuando nos peleamos—. Un tío rubio te trajo.

Arrastrabas los pies y balbuceabas. Dijo que te habías pasado con la fiesta en Little Frat Court. ?Una fraternidad, Bree? ?En serio?

Eso hace que salte de la cama.

—Alice —digo, despacio, mientras camino hacia ella con las manos levantadas en se?al de paz—. No tengo ni idea de qué me hablas. No me emborraché.

Da un pisotón. Si no estuviera tan alterada, me habría reído.

—?No crees que es justo lo que diría al día siguiente alguien que ha bebido hasta desmayarse?

—Supongo que sí —digo, pensativa—, pero…

—Sé que es la primera vez que experimentamos algo de libertad. Siempre se habla de la gente que va a la universidad y se pasa con el alcohol porque no conocen sus límites. Es solo que no pensaba que tú fueras…

Ya no tengo ganas de reír.

—?No pensabas que fuera qué?

Se cruza de brazos y suspira.

—Ordinaria.

Parpadeo.

—?Otra vez Jane Austen?

Respira despacio por la nariz.

—Es lo que todo el mundo dice que pasa. Vas a la universidad con una amiga y cada una encuentra algo nuevo, un grupo o lo que sea, y acabáis por distanciaros. Solo que no pensé que nos pasaría a nosotras. —Alice agarra el asa de su bolso y se dirige a la puerta.

Es la resignación en su voz lo que me destroza y el golpe final que lanza justo antes de salir—. Necesitas ayuda.

Se me llenan los ojos de lágrimas casi antes de que la puerta se cierre tras ella. Luego me llega un torrente de ira ardiente. Cierro las manos en pu?os y las u?as se me clavan en las palmas.



*

Cinco minutos después, mientras me lavo los dientes en el ba?o común, suelto un grito y la chica que está a mi lado se asusta.

—?Qué cojones?

—Perdona —mascullo con la boca llena de pasta de dientes. El corte que tengo en el labio inferior es tan profundo que, cuando escupo, la sangre carmesí se arremolina con la espuma blanca en el lavabo en una armonía de lo más repugnante. En el espejo, me bajo el labio para comprobar el da?o—. Me he mordido y…

Otra punzada de dolor. Entonces, siento un extra?o pánico, como si acabara de caer por una escalera, solo que, en lugar de golpear el suelo al llegar abajo, caigo hacia adelante, hacia los recuerdos.



*

?Dónde está?

Genética 201 empieza en cinco minutos y Nick no ha llegado.

He venido pronto para asegurarme de que no se me escape y me he quedado merodeando en la parte de atrás de la gigantesca sala de conferencias mientras los estudiantes entran en tropel. Una chica con el pelo negro y rizado pasa por delante y me bloquea por un momento la visión de la puerta. Cuando se va, veo a Nick, con una camiseta azul y unos vaqueros, cruzar el fondo del aula hasta una esquina.

Me abro paso entre el flujo de estudiantes para seguirlo. Cuando el reloj da las once, un hombre delgado de mediana edad con un traje de tweed gris se levanta de la primera fila y avanza por el chirriante suelo de madera. Se detiene ante el atril y frunce el ce?o mientras seguimos buscando asiento.

—Como pone en la pizarra, esto es Genética 201. No es Geología 201. No es Geografía 201. No es el curso de Geometría 201. Si están aquí por alguna de esas clases, por favor, salgan e inviertan unos minutos en revisar tanto las abreviaturas de las clases como el mapa del campus.

Acompa?ada de una oleada de risas, media docena de estudiantes se levantan y se dirigen a la salida.

Nick se deja caer en un asiento de madera de la última fila en un movimiento que, no sé cómo, consigue transmitir elegancia. Me acerco a él apresurada y me deslizo en la silla contigua al final del pasillo.

—Nick, diminutivo de Nicholas.

Se sobresalta.

—Bree, hola. —No me pierdo la rápida mirada que le dedica a mis antebrazos—. ?Cómo está mi pupila?

Esboza una sonrisa genuina y fascinante. Si no supiera lo que sé, probablemente me la creería. Levanta la tablilla para escribir pegado al reposabrazos y deja caer un cuaderno de notas que da la sensación de haberse mojado en algún momento. Hace una pausa y entrecierra los ojos.

—No sabía que estuvieras en esta clase.

—No lo estoy. Le he pedido al decano tu horario.

Se le dibuja una sonrisa en la cara.

—?Quién es la acosadora ahora?

Resoplo.

—Sigues siendo tú. —Me recuesto en la silla—. Por cierto, nunca me he emborrachado en la vida y preferiría morir antes que poner un pie en una fraternidad. Dile a Sel que la próxima vez se invente un encanto mejor. —Me incorporo, con los ojos muy abiertos—. Espera, ?aquello era una fraternidad? Creía que habías dicho que no podíamos unirnos a una.

Nick levanta las cejas y abre los ojos como platos por una fracción de segundo, pero no responde.

Todas las demás conversaciones se interrumpen cuando el profesor da una palmada. Nick mira al frente y reprimo un gru?ido de frustración. El profesor nos dirige una mirada de sufrimiento a los ciento cincuenta estudiantes.

—Ahora que todos los que deben estar aquí están presentes, me presentaré. Soy el doctor Christopher Ogren. Hoy pasaré lista y también lo haré de manera aleatoria a lo largo del semestre. —Hay varios quejidos—. Por favor, escriban sus iniciales al lado del nombre. Solo el nombre.

—Nick… —empiezo y me vuelvo hacia él.

Me manda callar con un dedo y luego se?ala al frente de la sala.

—Intento prestar atención. —Su tono es serio, pero capto un ligero brillo de humor en sus ojos. Sin decir nada más, se inclina sobre el cuaderno y empieza a escribir a saber qué.

Increíble.

Me inclino y siseo:

—Me he hecho recordar.

El boli deja de moverse, pero no levanta la cabeza.

—?Recordar qué?

—?En serio? —Me callo cuando un chico de piel aceitunada con el pelo rapado pasa la lista a nuestra fila. La cojo y escribo en un garabato ??ya sabes qué!? antes de pasársela a Nick.

—Tienes una letra horrible. —Firma sus iniciales antes de pasar el portapapeles. Estoy tan irritada que apenas consigo contener un grito entre los dientes apretados.

El doctor Ogren reclama nuestra atención.

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