Legendborn (Legendborn #1)

Para cuando llegamos a la puerta lateral del sótano, mi abuela ha vuelto, pero está dormida. Como una persona mayor dormida en el sofá. La mandíbula floja, los ronquidos ligeros que me resuenan en el cráneo y una sensación de pesadez y lentitud en el pecho.

Supongo que es lo mejor. Compruebo las barreras mentales como me ense?ó Mariah. ?Visualízate como una casa. Apuntala cada entrada. Cierra las persianas. Cierra el tubo de la chimenea?.

En el camino, razoné que si Isaac y lord Davis están en la logia, estarán arriba en el planta baja, aunque ahora que estoy aquí, ya no me siento tan segura. ?Y si la razón por la que los pisos superiores están oscuros es porque todos están abajo? ?Y si no hay nadie y todo el mundo está fuera luchando contra los sombríos que Davis ya ha liberado? ?Y si Nick ya ha sido llamado y Camlann ha empezado?

Lo único que sé con seguridad es que estoy aquí. Si los legendborn también están, solo hay una persona en la que confiaría en que fuera discreta. Saco el teléfono y envío un mensaje rápido.

Dos minutos más tarde, la puerta se abre y aparece William, todavía con la camisa de vestir y los pantalones de traje verde; me mira con una mezcla de alivio y sorpresa.

—Nos dijeron que habías renunciado. No me lo creí ni por un segundo. En el momento en que entraste con ese vestido, supe que ibas a robar el espectáculo.

Me atrae hacia sus brazos.

—Entonces lo supiste antes que yo. —Su potente olor me inunda la nariz. Es fresco. Demasiado fresco—. ?Quién está herido?

—Será mejor que entres. —Cuando se aparta, se fija en Alice—.

?Quién es?

—Alice Chen. Está conmigo.

—Si está contigo, me fio de ella. —Me mira a los ojos—. Sin embargo, si apareces con una desconocida, todo el mundo sabrá que has roto el Juramento de Silencio y se preguntará, igual que yo, cómo es que sigues en pie.

—Es una larga historia.

Vuelve a asentir y noto que tiene la frente perlada de sudor y las mangas arremangadas. Me empuja hacia el pasillo y se dirige a la izquierda hacia las escaleras.

—Todo se ha ido a la mierda en las últimas dos horas. Sel, Tor y Sar han salido a cazar demonios, Russ apenas ha vuelto de una pieza.

En cuanto salimos del hueco de la escalera, oímos gritos y salimos corriendo.

Los gritos de Russ nos guían a una sala que nunca he visto antes.

—?Tenemos que esperar!

Suena como si golpeara una mesa con el pu?o y me detengo en seco; nunca he visto a Russ tan enfadado como para golpear nada.

Está con los otros legendborn alrededor de una gran mesa cuadrada cubierta de mapas.

—No —dice Fitz y alza la voz—. Tres ataques en menos de dos horas y todos corpóreos del todo. Cada vez se acercan más al campus y avanzan hacia el centro. Los comunes van a verlos, ?y luego qué? Tenemos que salir a toda potencia. ?Ya!

Nadie se da cuenta de que entramos. Descendientes y escuderos se inclinan sobre la pila de mapas mientras hablan y gritan. Fitz, Evan, Felicity y Russ llevan armaduras de éter, con armas a la espalda o colgadas de las caderas, mientras que los demás siguen en vaqueros y camisetas. Localizo a Greer y Whitty en medio de todo.

—Felicity, tienes el cuarto rango —dice Russ. Su descendiente está con los brazos cruzados en el extremo más alejado de la mesa y se muerde la u?a del pulgar—. Tor no está. Nick no está. Tú tomas las decisiones.

Respondo antes de que Felicity conteste.

—Tenemos que encontrar a lord Davis. Y a Nick.

Todos se vuelven hacia mí. Russ parece encantado de verme y también algunos más, pero otros, como Fitz y Pete, me miran desconcertados. Greer se me acerca primero y me pasa el brazo por el hombro.

—Bree, ?qué haces aquí? —dice Felicity y se acerca para abrazarme también. La armadura me hace cosquillas en la piel.

—?Esta quién co?o es? —dice Fitz. Alice está medio oculta en las sombras, con los ojos muy abiertos y brillantes. Se mantiene callada, tal y como le he pedido.

—Una vasalla —digo.

William interviene.

—Alguien en quien confiar. —Eso tranquiliza un poco a toda la habitación.

Fitz entrecierra los ojos.

—Lord Davis dijo que rechazaste la oferta de Nick después de la gala.

—Os lo contaré todo, pero antes, ponedme al día. ?Dónde están Nick y su padre?

Me acerco a la mesa. En el centro, descansa un gran papel cubierto de líneas topográficas, círculos y cuadrados codificados por colores. Un mapa del campus.

Felicity se pone a mi lado.

—No lo sabemos. Volvieron después de la gala y discutieron en el vestíbulo. Davis dijo que te habías ido, y Nick…

—Se le fue la olla —dice Evan.

Felicity asiente.

—Hablaban lo bastante alto para que todos los oyéramos, incluso desde las habitaciones. No creo que lord Davis quisiera tener público. Le dijo a Nick que debían hablar en privado y luego se fueron.

—Ahí todo se puso raro de cojones —murmura Pete.

Varios pares de ojos se vuelven hacia él y se encoge de hombros.

—?Qué? ?Es verdad!

William parece nervioso. Se frota la frente con el pulgar.

—Sel sintió la presencia de un demonio hace poco más de una hora, a las afueras del campus. Fue tras él con Felicity y Russ.

Russ toma el relevo.

—Un sabueso infernal totalmente corpóreo. No había alcanzado todo su tama?o, pero era lo bastante grande. Lo eliminamos con facilidad y veníamos de vuelta, cuando Sel detectó otro en la zona sur, así que nos dirigimos hacia allí.

—Hirieron a Russ —a?ade Felicity. Por primera vez me doy cuenta de la mancha de sangre seca que tiene en la brillante pechera. La sangre de Russ, por la mirada de desconcierto de su cara. Me doy cuenta de que el escudero apoya el peso más de lo normal hacia la izquierda—. Lo traje de vuelta. Justo cuando William empezó a sanarlo, Sel sintió otro demonio. Esta vez en el centro del campus. Volvió a salir enseguida con Sar y Tor. —El estómago se me encoge por las siguientes palabras—. Hemos estado llamando a Nick desde el primer ataque, pero ni él ni lord Davis responden. Ahora, Sel, Sar y Tor no han vuelto.

—Está pasando —dice Fitz con dureza—. Es como dijo lord Davis, así empieza. No podemos esperar a ponernos todos de acuerdo para hacer algo. Es para lo que hemos entrenado. Las sombras se levantan. ?Es Camlann!

—No —digo—. No lo es.

—?Ayuda! —El grito frenético de Sarah rasga el pasillo—.

?Ayuda!

William y Whitty atraviesan la puerta antes de que nadie se mueva. Los demás nos agolpamos en el pasillo para ver cómo los dos chicos le quitan a Sarah el cuerpo inmóvil de Tor y la bajan a toda prisa a la enfermería.

—?En marcha! —William ladra mientras corre.

La cabeza de Tor cuelga hacia atrás en sus brazos y los dedos firmes de Whitty la sostienen. La sangre, de un color carmesí intenso bajo la luz fluorescente de la sala, le gotea en una línea por la comisura de la boca y se le apelmaza en el pelo pajizo. La cota de malla, ligera y fina para una arquera, pero resistente, está hecha jirones. Trozos de eslabones de metal de éter se desprenden de lo que queda de ella, caen al suelo y estallar en la nada al paso de William.

Le digo a Alice que se quede atrás y los sigo a la enfermería.

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