Legendborn (Legendborn #1)

—?Y si no lo hago?

—Eres una chica inteligente, así que estoy seguro de que ya conoces la respuesta. —Se sienta de nuevo en la silla y tamborilea en el escritorio. Lo aburro. Incluso mientras tortura a mi mejor amiga, y a mí a través de ella—. Aunque supongo que es mejor dejar las cosas claras. Si no cumples tu palabra, Isaac te llevará a una de nuestras instituciones, donde sus colegas, los otros maestros merlines, se divertirán averiguando exactamente por qué tu cerebro no acepta sus ilusiones, ya sea dentro o fuera de tu cráneo. Además, tal vez a ti no puedan encantarte, pero debes entender que con gusto encontraremos y nos ocuparemos de los demás seres queridos de su vida que sí pueden. Como la se?orita Chen aquí presente.

Imagino a mi padre sentado en la silla de vinilo del hospital, fingiendo valor mientras su mundo se desmorona. Oigo su voz, cálida y risue?a, en el oído. Los mensajes que nunca respondí.

Cómo intentó ayudarme incluso cuando no quería aceptarlo.

Lord Davis se inclina hacia delante y me dedica una sonrisa de satisfacción.

—Y bien, se?orita Matthews. ?Aceptas la oferta?

Toda la frustración, la lucha y la resistencia abandonan mi cuerpo.

—Acepto.





48

Alice se mueve como si estuviera sonámbula y se queda dormida en cuanto la subo por las escaleras y la acuesto en la cama. Tiene las cejas finas muy juntas y el pelo enmara?ado pegado al cuello y a la frente. Tiembla por las pesadillas y gime sin despertarse, ni siquiera se mueve cuando la siento para cambiar las sábanas húmedas y pegajosas. Le limpio el sudor de la cara y el cuello y sollozo mientras rezo para que lo que sea que le haya hecho Isaac salga de su organismo.

?Este arte es veneno. —La voz de mi abuela suena fuerte en mi mente—. Lo siento, cari?o?.

—?Dónde estabas? —grito—. ?Adónde fuiste?

?Estoy usando todo el poder que tengo para llamar de nuevo a la antigua madre, como me pediste —murmura—. No podía ayudarte allí y tampoco aquí?.

—?Tiene que haber algo que puedas hacer!

Se queda en silencio y me preocupa que se haya vuelto a ir.

Entonces se me calienta el cuerpo y una nueva presencia se extiende bajo mi piel.

—?Quién…?

Me responde una voz nueva.

?Jessie. Una sanadora. De hace tres generaciones?.

—Por favor. —Se me corta la voz estrangulada cuando Jessie empuja mis manos sobre la frente de Alice.

?Mi sanación y tu inmunidad, quizá. —Una pausa—. No hay hierbas en este lado, así que tendrás que servir?.

—?Tendré que servir para qué…?

Una llama mística roja me brota de las palmas y fluye por la cara y el pelo de Alice. Jessie no me deja apartarme. Observo con horror cómo la raíz, el éter, cae en cascada por el cuerpo de mi amiga y se pega a su piel. Entonces, Jessie me suelta y las llamas se apagan.

La amenaza de desmayo me estremece. Estoy agotada. Débil.

En lugar de hierbas, Jessie me ha usado a mí, mi poder y energía.

Alice abre los ojos de golpe.

—?Bree?

—?Alice! —Llevo las manos a sus mejillas y le aparto el pelo húmedo lejos de los ojos.

Me tira de la mu?eca.

—?Qué ha pasado? —jadea y mira a los lados con frenesí—.

Había un hombre. Un hombre de ojos rojos, con colmillos. Me llevó a un lugar. Una casa fuera del campus. —Se sienta a duras penas y tiembla cuando los recuerdos regresan—. Estabas allí. Te habían atado. Ay, Dios. Ay, Dios. Me quitó los recuerdos.

Empieza a hiperventilar. Me arrodillo y casi me caigo hacia adelante en el proceso.

Siento la sangre aletargada en las venas, pesada y gastada.

—Respira —digo, para tranquilizarnos a las dos—. Estoy aquí.

—Te conocían. —Frunce el ce?o y entonces me mira a los ojos —. Los conocías.

Es el momento. Ya no hay forma de evitarlo.

—Te lo explicaré.



*

Cuando termino de contárselo todo a Alice, tiene una decena de preguntas preparadas. Se pasea por la habitación y mueve las manos mientras habla, y yo, arrodillada en el suelo, recupero las fuerzas poco a poco. Luego lanza una nueva tanda de preguntas sobre las líneas y la Orden mientras se cambia el pijama empapado de sudor y se pone unos vaqueros y una camiseta. Respondo a las preguntas una por una y termino con el plan de lord Davis.

Segura de que las dos estamos bien, me levanto para cambiarme de ropa mientras sopeso las opciones.

Mientras me planteo si me queda alguna opción.

Le digo que podría marcharme, como acordé hacer. Es culpa mía que Alice esté en el punto de mira de la Orden y será culpa mía si van a por mi padre. No me arriesgaré a que ninguno de los dos caiga en manos de Isaac. Su bienestar me importa más que el mío.

—?Y qué pasa con Nick? —pregunta y se levanta mientras me pongo una camiseta negra y unos leggings.

—No lo sé —digo. Me recojo el pelo en coleta tirante y apretada.

Preparada para la batalla—. Nadie me ha escrito ni me ha llamado para saber dónde estoy, así que, sea lo que sea que estén haciendo lord Davis y Isaac, o bien han convencido a todo el mundo de que me he ido para siempre o han procurado mantener a toda la división ocupada de alguna otra manera.

—?Con demonios?

Me agacho para ponerme las deportivas.

—Si Davis planea que Nick empu?e a Excálibur esta noche, entonces tiene que tener un plan en marcha para exponerlo a más sombríos, y poner a Nick en peligro pone a todos los demás en peligro, sobre todo a Sel.

Miro la caja de mi madre.

?Nuestra ni?a valiente?.

—Bueno —dice Alice y se recoge también el pelo—, pues voy contigo.

—No, de eso nada —digo, sorprendida.

Levanta una ceja.

—Has estado sola hasta ahora. Necesitas apoyo.

—Necesito que estés a salvo. Lord Davis está detrás de todo, Alice. Es un monstruo. Hizo que mataran a personas, obligó a mi madre a la clandestinidad, me ocultó la verdad de mi familia. Y

ahora pretende empezar una guerra en la que más inocentes morirán en el fuego cruzado. No pienso dejar que se acerque a ti.

Sonríe.

—Podría decir exactamente lo mismo de ti.

Parpadeo, sin palabras.

—No fingiré que soy una especie de cazadora de demonios, pero soy tu mejor amiga, Matty. Quería a tu madre. Te quiero a ti. — Se me pone delante en el centro de la habitación, lo bastante cerca como para verle la determinación en la mirada—. Si esta es tu lucha, entonces también es la mía.





49

Recorremos el perímetro de los jardines de la logia, con cuidado de no hacer ruido al pisar la grava. Si Isaac está dentro, dudo que importe, pero necesito evitar que me detecten el mayor tiempo posible. Alice es rápida y cuidadosa; sigue mis órdenes susurradas sin preguntar.

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