Legendborn (Legendborn #1)

—Voy donde los Regentes me ordenan que vaya —responde Isaac con neutralidad—. Igual que harás tú, cuando te gradúes de este puesto y continúes al servicio de la Orden.

—Si pudiéramos predecir el futuro —dice Sel con calma. De vuelve hacia mí y los ojos le brillan con picardía—. Entre tanto, quisiera hablar con nuestra visitante común.

Extiende el brazo derecho hacia mí justo cuando el ritmo de la banda disminuye. Es una clara despedida para Isaac y estoy deseando que se vaya, así que le tomo del codo.

Las finas líneas alrededor de los ojos del hombre se tensan incluso cuando sonríe.

—Disfrutad de la velada. —Isaac inclina la cabeza y se vuelve para dirigirle hacia la puerta de la antesala.

Dejo que Sel nos guíe por entre la multitud de bailes lentos en la dirección contraria, hasta que llegamos al rincón más alejado de la pista. He supuesto que solo había intervenido para ayudarme a escapar de las atenciones de Isaac, pero, cuando me dispongo a apartar la mano, sus dedos se cierran alrededor de los míos, lo que me provoca una corriente hasta el codo. Sin darme tiempo a protestar, desliza la mano libre alrededor de mi cintura y me atrae hacia sus brazos.

Su mirada reluce, como si supiera muy bien lo que el contacto con su piel me ha provocado y fuera tronchante. Pongo los ojos en blanco y dejo que guíe un baile lento y oscilante.

—Un consejo. Nunca mires a un maestro merlín directamente a los ojos. A su edad, el encanto del maestro Isaac es mucho más poderoso que el mío y actúa mucho más rápido.

—?Creía que eras el merlín más poderoso de la generación?

—Soy el merlín más poderoso de mi generación. —Me observa por un momento y trato de no ponerme nerviosa por el escrutinio—.

Después de cómo dejaste las cosas, me sorprende que hayas venido esta noche. —Una pausa. Frunce el ce?o hacia nuestras piernas—. Casi tanto como me sorprende que me dejes guiar.

Frunzo el ce?o y fijo la mirada en algo por encima de su hombro.

—No pensaba hacerlo.

—?Venir a la gala o dejarme guiar?

—Las dos cosas.

Se ríe.

—?Qué te hizo cambiar de opinión sobre la gala?

—Las películas Disney —murmuro.

—Ah, sí. La propaganda nada sutil de vestidos y príncipes encantadores. —El ligero desprecio de su voz me hace volver a mirarlo. Se lo traga y esboza una media sonrisa resignada, aunque es incapaz de ocultar sus sentimientos hacia Nick. Nunca ha podido —. Cuando te vi entrar, pensé que habías venido a despedirte.

—Así es.

—Si es lo que quieres.

Inclino la cabeza y examino su rostro en busca de humor, pero no lo encuentro.

—Deberías alegrarte. Has pasado cada segundo de mi presencia aquí intentando que me vaya.

Me sostiene la mirada durante un largo rato.

—Cada segundo, no.

De repente, me cuesta respirar. Aparto la vista.

—Tengo una pregunta.

Sel me inclina sin previo aviso y el estómago me da un vuelco.

—Te escucho —susurra y me levanta con facilidad.

Una vez erguida, lo fulmino con la mirada, pero se limita a sonreír.

—?Se puede usar el éter para manipular objetos existentes?

Levanta las oscuras cejas hasta la línea del pelo.

—?Te ha entrado un repentino interés por la teoría del éter?

—Compláceme.

—Pídemelo bien.

Pongo los ojos en blanco.

—Por favor.

Me da una vuelta antes de responder y luce una sonrisa burlona mientras me hace esperar.

—En teoría, se podría adherir un constructo de éter a un objeto material existente o cubrirlo con una especie de capa de llama mística pura y sin formar, pero la duración sería temporal. Al igual que con mis constructos en la búsqueda del tesoro, el conjurador tendría que mantener una atención continua en el objeto.

—?Y cuánto tiempo se puede mantener esa atención?

—Todo lo que fuera más allá de cinco o seis horas supondría un dolor de cabeza devastador, incluso para un maestro. No lo recomiendo. ?Por qué?

Seis horas no es la respuesta que buscaba. No tenía la Visión antes de que mi madre muriera, así que, por lo que sé, el éter de la pulsera siempre había estado ahí, oculto hasta que su muerte me brindó la capacidad de verlo.

Sel me aprieta los dedos para que vuelva a centrar la atención en él.

—?Por qué?

—?Qué me dirías si te dijera que tengo algo de mi madre imbuido de un éter que ha estado en ese objeto durante, al menos, varios meses? Tal vez más. Tal vez a?os. Y cuando toqué ese objeto, se desbloqueó un recuerdo.

Sel parpadea.

—Diría que es imposible. Si un merlín sostuviera un constructo durante tanto tiempo moriría por el esfuerzo. ?Bloquear un recuerdo que requiera una llave de éter para acceder a él? Es un nivel de precisión del que nunca he oído hablar. —El cálido pinchazo de su mirada me provoca un cosquilleo en las mejillas, la boca y la garganta—. No obstante, te diría que todo lo que tiene que ver contigo desafía el orden natural de las cosas.

Asiento, distraída. No he dejado de pensar en la pulsera desde que la encontré. Manipular objetos con éter parece acorde a las prácticas de la Orden y la sensación de la fue igual a una especie de recuerdo encantado que salía a la superficie desde algún lugar de mi interior. Sin embargo, la pulsera se había activado con el tacto, lo que se acerca más a la magia de la raíz y la experiencia de encontrarme dentro del recuerdo como mi yo actual y mi yo del pasado me recordó a un paseo por la memoria. ?La pulsera de mi madre es una creación del arte raíz o de la Orden? ?Quién era la mujer que la acompa?aba?

—Conozco esa mirada —dice Sel con un suspiro—. ?Siempre serás la chica misteriosa?

Sonrío.

—Es probable.

—?Puedo ayudarte en esta búsqueda? —Hay una tensión en su voz me hace levantar la vista—. ?O Nicholas volverá a sentirse excluido?

—Eso no es justo.

Se encoge de hombros.

—Es una oferta por tiempo limitado. —Las siguientes palabras suenan tirantes y salen en apenas un susurro—. Tal vez no esté aquí mucho tiempo.

Me pongo rígida.

—?De verdad te van a sustituir? ?Todavía es una opción?

—No se ha descartado del todo.

—Pero no eres… —Me cuesta encontrar las palabras adecuadas.

—?Un demonio furioso y salvaje? —La sonrisa no le llega a los ojos—. Después de lo que hemos descubierto de mi madre, sería ingenuo no vigilarme.

Desvío la mirada para que no vea cuánto me duelen sus últimas palabras y porque no creo que agradezca la compasión. Me gustaría que no tuviera que cargar con el conocimiento de las acciones de su madre y preocuparse por terminar igual que ella.

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