Incluso con tacones, el vestido es lo bastante largo para tener que sujetar los lados para que no se arrastre.
Un portero con traje negro y guantes blancos me da la bienvenida y con una sonrisa que ilumina las mejillas marrones de su cara. Cuando atravieso la puerta, murmura: —Bien hecho, hermana.
Le devuelvo la sonrisa. Es justo el estímulo que necesito para cruzar el elegante vestíbulo con la cabeza alta y atravesar las amplias puertas dobles que conducen al salón de baile.
El salón de baile es impresionante. Grandes ventanas recorren la pared del fondo, hay una pista de baile y un escenario en un lado, y mesas redondas con manteles blancos en el otro. La banda de jazz del escenario, llamada The Old North Greats, según el logotipo de la batería, interpreta una alegre versión de una canción popular.
En el techo, las lámparas de ara?a cuelgan de las vigas de caoba que lo atraviesan como enormes dedos de madera.
Debe de haber al menos trescientas personas aquí. La noticia de los ataques de los demonios y los murmullos de la inminente reunión de la Mesa se han extendido. Nick me dijo que esperan la presencia de familias de legendborn y vasallos de todas las líneas, algunos venidos de lugares tan lejanos como Europa, para conocer las últimas noticias de los ataques y examinar a la generación actual de descendientes y escuderos. Las mesas están agrupadas por colores que identifican a qué línea sirven los vasallos.
Mujeres mayores con vestidos largos y llamativos que charlan en sus mesas mientras beben copas de vino. Varios grupos peque?os de hombres vestidos de esmoquin que se api?an en las dos barras situadas en los extremos de la sala. Parecen cómodos con los trajes de etiqueta; sonríen y ríen como si fuera una fiesta.
Me pregunto si el padre de Sarah estará aquí y si lo conoceré.
Incluso con la invitación formal apretada en los dedos, me siento fuera de lugar.
—?Bree! —Felicity es la primera en verme desde el otro lado de la sala. Me saluda con la mano mientras se levanta de una mesa medio vacía y se acerca con una copa la mano. Cuando dice mi nombre, Tor y Sarah levantan las cabezas y se apartan de su mesa para seguirla.
Mientras las demás se acercan con sus vestidos del color de sus líneas, siento el cosquilleo de la mirada de Sel, pero no lo encuentro entre la multitud. Ahora sabe que lo percibo cuando me mira. No sé cómo me siento al respecto. Ni qué pienso de que, aunque sepa que lo noto, me mire de todos modos.
Felicity lanza un chillido en el que encadena varias palabras como si fueran solo una.
—?Madremíaquépasadadevestido! —La manera en que arrastra ligeramente las palabras me empuja a pensar que va al menos por la tercera copa de vino.
—Gracias —digo y paso las manos nerviosas por la parte delantera del vestido.
Alice no lo sabía cuando lo admiró, pero es el vestido perfecto para despedirme de la Orden y encontrar mi propio lugar en la raíz.
La falda acampanada es sencilla y elegante; fluye desde la cintura en capas de tul de color champán, pero el corpi?o de escote halter es una explosión de rojo y dorado. Vides de encaje y adornos florales suben desde las caderas, fluyen por el pecho y las costillas y se juntan a la altura de la garganta. Charlotte tenía razón en que me faltaban accesorios; desde luego yo no tenía unos zapatos dorados de tiras, ni unos pendientes dorados como el sol y jamás se me habría ocurrido apartarme el pelo de la cara con una diadema ancha dorada. Detrás de la banda, mi pelo se despliega en brillantes rizos casta?os oscuros que se elevan como la orgullosa copa de un árbol.
Felicity sigue admirando mi vestido.
—Nick perderá la cabeza cuando te vea.
Con voz cantarina, Sarah dice:
—Hablando del rey…
Sigo su mirada por encima de mi hombro y encuentro a Nick que camina hacia nosotras, un espejismo andante. Ha optado por un traje negro que se adapta a la perfección a cada centímetro de sus anchos hombros y largas piernas. Me quedo paralizada y me preparo para que me reciba con enfado o una legítima decepción, pero no veo nada de eso. Su expresión pasa de la conmoción a algo muy parecido al alivio y, cuando llega a mi lado, se convierte en esa sonrisa de infarto que me deja la boca seca.
—Hola —dice sin aliento.
—Hola.
Se muerde el labio inferior y no sé si salir corriendo o lanzarme sobre él.
—Estás increíble.
—Tú pareces un agente secreto recién reclutado —digo.
—Ah, ?sí? —Extiende los brazos y se mira el atuendo—.
?Inexperto y ansioso, pero que tiene lo que hay que tener?
—Ese que intimida al agente veterano al principio, pero luego, a rega?adientes, el veterano lo acepta como pupilo.
—Y al final, el nuevo se gana el respeto del veterano. Quizá incluso un nuevo nombre en clave.
—Exacto.
Nos miramos y siento el familiar tirón que nos une, hasta que Sarah se aclara la garganta. Solo entonces me doy cuenta de que el resto nos observa con atención y expresiones que van desde la fascinación del rostro de Felicity a la molestia en el de Tor.
—Uf —dice la chica rubia mientras se aleja—. Menuda grima.
Nick agacha la cabeza y se rasca la frente con el pulgar para ocultar el rubor.
—?Descendiente Davis? —Un hombre mayor aparece a su lado y hace un gesto de disculpa por interrumpir. Ahogo un grito ante la repentina pérdida de la mirada de Sel. Me había acostumbrado a ella y había olvidado que me había observado durante todo el intercambio con Nick. Seguro que también nos ha oído—. Su padre quiere que se sienten. —El hombre se?ala una mesa detrás de nosotros—. ?Me permiten?
Lo seguimos y nos sentamos a una mesa con ocho cubiertos.
Por el camino, Nick se inclina y esboza una sonrisa irónica.
—No escribes, no llamas.
—Lo sé. Siento haberte alejado…
Me rodea la mu?eca con la mano, con expresión cálida y comprensiva.
—Lo hablaremos más tarde. Ahora, me alegro de que estés aquí.
Asiento, porque tiene razón. Ya hablaremos más tarde. Nuestra última despedida, la verdadera, tiene que ser en privado.
Whitty y Greer ya están en la mesa cuando llegamos, y Evan y Fitz se acercan a la vez que nosotros. Tor y Sarah se sientan en frente.
Greer inclina la cabeza en mi dirección y saluda.
—?Ha venido! —Va muy elegante con un traje de tres piezas de cuadros marinos y un conjunto de corbata y pa?uelo de bolsillo a juego del color rojo de Lamorak. Esta noche, lleva el pelo largo recogido en una elegante trenza en forma de corona.
El resto me saluda con sonrisas y copas alzadas. La única expresión hosca es la de Fitz, pero incluso eso lo ignoro. Si mis amigos son capaces de aceptar que haya venido sin echarme nada en cara, entonces quizá yo también pueda.
Nick me sorprende mirando alrededor de la habitación.
—?A quién buscas?
Sonrío y me siento una maleducada por no prestar atención a mi propia mesa. Por alguna razón, también me avergüenza buscar a Sel.
—?Está Vaughn por aquí? —pregunto.
La mirada de Nick se oscurece.
—He pedido que se siente en el lado opuesto de la sala.
Al otro lado de la mesa, Fitz pone los ojos en blanco.