Legendborn (Legendborn #1)

—Es un buen luchador, Nick.


—Pelea sucio. —Levanta la servilleta de tela de la mesa y se la coloca en el regazo.

Fitz resopla.

—?Crees que los sombríos pelean limpio?

—La última vez que lo comprobé, era decisión mía a quién elijo como escudero, Fitz. —La cara de Nick es la imagen de la educación, pero el acero de sus ojos azules da el tema por zanjado.

—Venga. —Evan se inclina hacia adelante y extiende una mano —. No empecemos con el drama antes de la cena. Hablemos de cómo conseguir que los camareros sirvan a los menores de veintiuno, ?vale? —Mueve las cejas—. ?O qué tal si clasificamos los modelitos de la gente en una escala del uno al diez? Bree, tú eres un diez, obviamente.

Se da un beso en las puntas de los dedos para dar efecto.

—Estoy de acuerdo —dice Nick y levanta la copa en mi dirección mientras me gui?a un ojo.

Una mano con guante blanco que sostiene un plato de ensalada entra en campo de visión. Cuando levanto la vista, me encuentro con unos ojos marrones un poco rasgados en un rostro marrón dorado. La mujer sonríe y pasa a servir el siguiente plato a Greer. El hombre que está a la derecha de Nick sirve té dulce en los vasos vacíos; también es de piel morena. Frunzo el ce?o cuando me fijo en que todos los camareros de las demás mesas de la sala, hasta el último de ellos, son negros y morenos. Otro recordatorio de que este no es mi mundo. Solo he venido a despedirme como es debido.

Nick me roza la mano con el dorso del nudillo.

—?Todo bien?

Parpadeo.

—Sí —digo y la sonrisa que esboza es dolorosamente dulce.

El resto de la cena transcurre en una sucesión de platos sabrosos y variados. Pato asado con chirivías, calabaza y calabacín salteados con tiras de albahaca fresca y pi?ones, y un risotto de verduras.

Hasta que la banda comienza de nuevo a tocar durante el postre, no recuerdo que hay una pista de baile. Estamos terminando el budín de pan cuando Nick me da un codazo.

—?Te apetece bailar?

Lo miro incrédula, pero habla en serio, así que balbuceo un sí y me dirijo con él a la pista de baile al son de los nada sutiles vítores de Evan. Por suerte, quedan casi apagados por el movimiento y el ruido del otro lado de la sala.

—?Es que nunca se cansa? —murmuro.

—No que yo sepa.

Nos detenemos en una esquina vacía de la pista, pero antes de que empecemos a movernos, la banda cambia a un fuerte ritmo de swing. Nick me rodea la cintura con una mano y sonríe. Aquí no se puede hablar, solo bailar. Entonces, una mano de dedos largos le toca el hombro.

El hombre detrás de Nick es un demonio silencioso vestido de etiqueta. Unos ojos rojos y amarillentos como las hojas moribundas hundidos un rostro pálido de cejas negras que recuerdan a un halcón. Debajo del traje negro, lleva camisa roja oscura y una fina corbata negra. Tiene una belleza severa e innegable, pero canalizada en cualidades inquietantes; como una antigua estructura gótica, todo arcos y rasgos afilados y agresivos. El olor acre y empalagoso de su firma se me acumula en el fondo de la garganta como bilis.

Un merlín.

—Isaac. —Siento un escalofrío en la espina dorsal tras el tirante saludo de Nick.

Este hombre aterrador es Isaac Sorenson.

El mago del rey de lord Davis.





45

—Nicholas.

Isaac inclina la cabeza, pero por algún motivo el gesto es más una burla que una deferencia. Su mirada salta hacia el hombro de Nick. Parece que no soy la única que se ha dado cuenta de que, al moverse, se ha colocado ligeramente delante de mí.

—?Qué quieres? —dice, con la voz una octava más baja de lo habitual.

—Tu padre quiere que te reúnas con él en la antesala —dice Isaac con un barítono profundo. Cuando se vuelve para indicar una puerta lateral junto al escenario, me fijo en las ligeras puntas en la parte superior de sus orejas.

Líneas duras ya se marcan en la mandíbula de Nick, pero se endurecen cuando menciona a su padre.

—?Ahora mismo?

—Me temo que sí, mi se?or —murmura y sostiene las manos frente a él como un sirviente educado, aunque el poder y la feroz inteligencia de su mirada sugieren que es de todo menos eso.

Nick eleva los hombros en una respiración pesada con la que pretende calmarse. Se vuelve hacia mí y me bloquea la imagen de Isaac.

—Lo siento mucho. Tengo que irme. —Frunce las cejas claras con consternación, pensativo, como si quisiera tomar una decisión de la que no está seguro—. Nos veremos después de la selección, ?de acuerdo?

La mezcla de preocupación y esperanza en sus ojos azules hace que el corazón me repique entre las costillas. Recupera la compostura cuando respondo:

—Vale.

Deja escapar otro suspiro, esta vez con un cierto alivio silencioso. Creo que ambos esperamos que Isaac se vaya con él, pero el merlín se limita a asentir en dirección a la puerta. Nick nos mira a ambos un momento antes de dedicarme una advertencia velada con la mirada que no necesito. Ya sé que Isaac es peligroso.

Cuando desaparece entre la multitud, siento toda la fuerza de la mirada del merlín. Si los ojos de Sel me provocan una especie de chispas o brasas, los de Isaac desencadenan un calor sofocante de finales de julio. Me penetra con una mirada insondable.

Aun así, no rompo el contacto visual. No he venido para acobardarme.

??Quién es este hombre??.

Cuando me sobresalto al oír la voz de mi abuela, los finos labios de Isaac se retraen en una horrible sonrisa que revela los caninos más largos que jamás he visto. No, no son caninos. Son colmillos.

—Eres la chica unanedig.

?Alguien malo, abuela?.

—Así es.

?No me gustan sus ojos?.

?A mí tampoco, pero necesito concentrarme mientras esté aquí rodeada de gente. Podrías…?. Se desvanece, rápido y sin hacer ningún ruido; me preocupa que se haya ido para siempre. Cierro la puerta tras ella por ahora y me aseguro de bloquearla bien.

La mirada de Isaac me recorre de arriba abajo y, tras un momento de inspección, emite un ruidito divertido.

—Fascinante. —En cualquier otra persona, la palabra podría ser un cumplido; en él, me revuelve el estómago como si hubiera comido carne en mal estado.

—Maestro Isaac.

Sel aparece junto a mi codo, con las manos en los bolsillos, como si viniera de darse un paseo casual. Va entero de negro, por supuesto; traje negro, camisa negra y corbata negra. Si Nick es un agente secreto, Sel es el asesino del bando contrario.

Nunca me he sentido tan agradecida por un asesino.

Los ojos de Isaac se deslizan hacia él.

—Ah, uno de mis alumnos favoritos.

Un peso de plomo se me hunde en el estómago; ?este merlín ense?ó a Sel?

Sel inclina la cabeza en una ligera reverencia, pero no antes de que capte la tensión de su mandíbula.

—No pensé que le vería aquí esta noche. Supuse que los maestros disponibles estarían en la división Norte. He oído que anoche sufrieron otro ataque.

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