El mapa de los anhelos

—No me lo puedo creer…

—En realidad, hacía mucho tiempo que tu padre y yo ya no caminábamos en la misma dirección. Por lo visto quiso solucionarlo antes, pero entonces Lucy murió y…, bueno, no ha sido fácil. Pensó que no podría soportar otro golpe.

—Es que no es justo para ti…

—La cuestión es que soy fuerte, siempre lo he sido. Y me siento capaz de seguir adelante sin él. Creo que es lo mejor para los dos, nuestra relación ha mejorado bastante desde que tomamos la decisión de divorciarnos.

Así que era eso. Cuando creía que estaban mejor que nunca, que empezaban a compartir espacios y momentos, a entenderse y encontrarse, en realidad lo que ocurría era que habían optado por romper su matrimonio y tomar desvíos distintos. De ahí la paz en casa.

—?Por qué nadie me lo contó?

—íbamos a hacerlo pronto. Pero te veíamos tan bien que no queríamos ser una preocupación para ti después de todo lo que hemos pasado este último a?o. Y acabas de empezar con ese chico… Y estás a punto de irte de viaje… tan lejos… Mi peque?a. —Alarga la mano por encima de la mesa y aprieta la mía con ternura—. Yo le pedí que esperase.

Tengo un nudo en la garganta, soy incapaz de beberme la infusión.

—?En qué momento dejas de querer a una persona?

—No lo sé, tu padre y yo no hemos dejado de hacerlo…

—Pero… esto… —Hago un gesto con las manos y, finalmente, las dejo caer—. ?Cómo puedes defenderlo?

—Eres joven. Sé que ahora no lo entiendes. Y también sé que cuando te enamoras, al principio, todo parece tan perfecto que te preguntas si el resto del mundo habrá vivido algo igual o lo que sentís vosotros es único y diferente. Pero, cuando ese amor fugaz pasa, lo que queda son dos personas de carne y hueso, con sus debilidades y fortalezas. Tu padre y yo hemos pasado por mucho juntos. Mucho, Grace. Solo nosotros sabemos lo que queda dentro… y lo que ya no queda. ?Lo entiendes?

Asiento con la cabeza, aunque no estoy segura.

—?Y tú… estás bien? —susurro.

—Sí, de verdad que sí. Ha sido complicado… —Se le llenan los ojos de lágrimas y, cuando se escurren, se las limpia con el dorso de la mano—. He pasado tantos a?os viviendo para Lucy que ahora me cuesta vivir para mí. Ella era todo mi mundo…

Me levanto para ir a su lado y me siento en su regazo como si siguiese siendo una ni?a, quizá porque a veces todavía me siento así. Y la necesito. Si alguna vez dije lo contrario, mentí. Necesito a mi madre y ella me necesita a mí. El abrazo que le doy dice: ?Quédate a mi lado para siempre y yo haré lo mismo?.

—Me da miedo irme al viaje y dejarte aquí.

—De eso nada. Estaré perfectamente. Tengo el grupo de terapia, que es fantástico. Y está el abuelo, él nunca falla. Y Anne; de hecho, he quedado con ella para cenar el viernes en un restaurante que acaba de abrir.

—Pero…

—Y quiero que seas la protagonista de tu propia vida, Grace. ?Quién sabe si podrás hacerlo en otra ocasión? El próximo a?o es posible que estés estudiando en esa escuela de arte. O que Will y tú no podáis coincidir porque tengáis compromisos…

Le digo que sí, que tiene razón, aunque hace días que siento algo pegajoso dentro, pero no sé explicar por qué. Se ha convertido en algo molesto. Una piedrecita en el zapato. Y tiene que ver con él, con Will, pero no sé qué es, no sé qué es…

—Deberías cenar algo —me dice.

—Más tarde, quizá. Ahora no me apetece.

En mi habitación, saco las guías de viaje y las dejo desperdigadas sobre la cama. Me pongo el pijama y cierro la ventana, porque septiembre se perfila a lo lejos y empieza a refrescar por las noches. Paso un rato perdida entre las calles de ámsterdam mientras leo, pero termino desistiendo porque no me concentro. No dejo de pensar en esa mano, en el gesto dulce que compartían, en la mirada de Allison, en los comienzos.

?Cómo es posible que todo cambie tanto con el paso del tiempo? Hubo una época, aquella en la que Lucy apenas recayó y que duró un par de a?os, en la que fuimos felices. En el álbum de fotografías que hay en el salón aparecemos los cuatro disfrazados en Halloween, junto al árbol de Navidad o en Sunken Gardens. Lucy sonríe con toda la boca, ense?ando los dientes. Yo hago muecas. Mamá nos acoge entre sus brazos. Y papá la mira a ella y no a otra mujer que ni siquiera conozco. Sobre el papel, todo es perfecto.

Me pregunto si el resto del mundo siente el mismo tipo de nostalgia incómoda cuando mira fotografías antiguas y hace balance de lo ganado y lo perdido.

Ahora Lucy está muerta. Y mamá es ella, pero otra. Y papá está lejos.

Yo estoy abriendo los ojos. Aún tengo lega?as. No conozco todos los desvíos y creo que voy a tener que aprender a improvisar, pero siento que me encuentro en el camino correcto y estoy decidida a seguir avanzando hacia delante.

Es precisamente lo que me hace reflexionar sobre lo que le dije a Will días atrás: hay que cerrar etapas para empezar otras nuevas. Y por eso necesito terminar ?El mapa de los anhelos?. Lo necesito, sí.





46


Will


—Así que vas a dejar el trabajo —repite Paul.

—Lo siento. Quizá debería haberte avisado con más antelación…

—No, no te preocupes por eso. —Termina de limpiar la barra con el trapo y después lo aparta y me mira—. ?Cuándo has dicho que os vais al viaje?

—En un par de semanas.

—?Estaréis fuera un mes o dos? Porque quizá pueda encontrar ayuda temporal hasta que regreses y guardarte el puesto mientras tanto.

Sigo colocando los vasos en la estantería, todos perfectamente alineados.

—Es que no sé cuándo volveré.

—?Cómo que no lo sabes?

Me encojo de hombros.

—Depende de Grace.

—?Y te da igual no saberlo?

Alice Kellen's books