Hay algo macabro en la idea de no querer crecer y cumplir a?os, porque la única forma de conseguirlo es muriéndote. Lucy siempre tendrá veinticuatro, yo hoy cumplo veintitrés y, dentro de poco, seré mayor que mi hermana mayor, algo que me obsesiona. Cuando intento hacer un balance de mi vida y pensar qué he hecho durante toda mi existencia, tan solo soy capaz de rescatar que en una ocasión salvé a Lucy. Es patético porque ni siquiera puedo recordar el momento de gloria, la peque?a haza?a que marcó mi vida, todas nuestras vidas. Pero no hay nada más. No encuentro ninguna otra cosa rese?able que valga la pena anotar en el currículum de mi existencia. No he pasado mis días trabajando en una protectora de animales o ayudando a ancianas a llevar las bolsas de la compra. No he desarrollado un brazo robótico con piezas de Lego para ni?os que han sufrido una amputación, como vi el otro día en la televisión que había hecho un joven, ni tampoco he encontrado y sacado a la luz la obra secreta de alguna artista magnífica como en el caso de Vivian Maier.
Todavía no he conseguido averiguar qué quiero hacer con mi vida, así que es bastante difícil que logre hacer algo por los demás.
En esencia, cumplir a?os me aterra porque me pregunto si, en algún momento, cuando llegue este día, seré capaz de decir: ?Ahora sí sé quién soy, lo logré?.
?Es posible alcanzar los cincuenta, los sesenta, los setenta y seguir teniendo las mismas dudas que te asaltaban en la veintena? ?O quizá los problemas serán otros, todavía más complejos y existenciales, más retorcidos y profundos? Me preocupa no ser capaz de comportarme como debería hacerlo una persona adulta. Para empezar, ?qué significa esa palabra? ?Que llega un momento concreto en la vida en el que debes ser totalmente resolutiva, tener unas metas claras, tomar grandes decisiones y mostrarte siempre serena?
Me miro en el espejo de la habitación y tomo aire. Son las siete de la tarde y Will está a punto de recogerme. Apenas hemos hablado desde la improvisada escapada de la semana pasada que terminó con él y yo sumidos en un silencio tenso durante el desayuno y el trayecto de regreso, pero anoche recibí un mensaje que decía: ?Siguiente casilla, tu cumplea?os. No hagas planes a partir de las siete, pasaré a buscarte?.
Cuando veo por la ventana que el coche negro para delante de la puerta, bajo las escaleras y encuentro a mis padres en la cocina. Ha sido un día raro. Hemos ido a comer los tres juntos a mi restaurante preferido y, a pesar de que mamá no habló demasiado, tampoco resultó tan incómodo como había imaginado.
Ahora, él está fregando los platos mientras ella rebusca algo en el interior de la nevera. Casi parece una escena normal de una familia normal en un día normal. La gente que tiene vidas corrientes no es consciente de lo reconfortante que puede resultar toda esta dosis de inesperada normalidad.
—Me marcho ya —anuncio.
—?Adónde vas? —Mamá cierra la nevera.
—Ni idea, creo que es una sorpresa.
—?Has quedado con Olivia?
—No, con un amigo. Will.
—?Will? No me suena…
Es como si la verdadera Rosie se estuviese abriendo paso lentamente entre la bruma. Me pregunto cuándo debería contarle lo del juego de Lucy, si está preparada para saberlo o si mi hermana tenía algún plan al respecto que todavía desconozco.
—Tengo que irme, llego tarde…
—Espera un momento, Grace. Quiero darte algo. —Coge el bolso que cuelga de una de las sillas de la cocina y saca una peque?a cajita. Es cuadrada y está forrada con terciopelo—. No es gran cosa, pero me gustó cuando lo vi.
La abro y encuentro una fina cadena plateada con una llave diminuta. La observo mientras se balancea. Es preciosa.
—Gracias, mamá. Me encanta. —Tengo un nudo en la garganta.
—Pensé que…, bueno, las llaves sirven para abrir cosas. —Es un mensaje un poco confuso, pero creo que sé lo que quiere decir—. Ven, te lo pongo. —Abrocha la cadena y la llave se asienta sobre la piel, justo al lado de un lunar—. Pásatelo bien.
—Ve con cuidado —a?ade papá.
Salgo de casa un poco aturdida.
Will está esperando fuera, apoyado en el coche con los brazos cruzados. Su expresión cambia al verme y las comisuras de su boca, de esa boca inalcanzable, se alzan lentamente.
—Feliz cumplea?os, Grace.
—Gracias. —Me abre la puerta del coche. Luego, él se sienta tras el volante—. ?Existe alguna posibilidad de que me digas adónde vamos?
—Ninguna.
Sonríe, sonrío y parece que todo vuelve a ser tan fácil como siempre. No hay rastro de la tensión del último día. Cuando para delante de un semáforo en rojo que hay a la salida de Ink Lake, se inclina para coger una carta y luego me la da antes de seguir conduciendo hacia las afueras.
?Feliz cumplea?os, peque?a Grace!
Sí, sí, ya sé que no es un día que te entusiasme especialmente y que tampoco te va mucho la idea de celebrar ciertas fechas por todo lo alto, pero ?qué demonios? Hoy cumples veintitrés a?os formando parte de este increíble y apasionante mundo, si te paras a pensarlo bien tan solo durante unos segundos es fácil que te sientas agradecida por ello. Así que disfruta cada hora, minuto y segundo del día.
Voy a pedirte algo: no es ningún secreto que tu cabeza es como una lavadora que siempre está en marcha. Dale al botón de apagado. ?Ya lo has hecho? ?Sí? Bien. Pues ahora sal ahí fuera y pásatelo en grande, ?y haz alguna locura sin pensar! Le he dicho a Will que te llevase a hacer algo divertido, ?espero que cumpla las expectativas!
Con amor, Lucy.
Doblo la carta y la meto en el sobre.
—Así que algo divertido…
—Es la idea. O eso espero.
Echo un vistazo a la parte de atrás del coche: hay una bolsa de plástico que antes no estaba ahí y un regalo rectangular bastante grande. Qué tentador.
—?Es para mí? —pregunto.
—Sí, pero te lo daré al final del día…