Por unos demonios más

Era un consejo excelente, aunque yo no quisiese aceptarlo, y miré amargamente a Jenks, de pie sobre la tapa de la lavadora con las piernas abiertas y las manos en la cadera. Tenía que utilizar el cuarto de ba?o, pero él parecía inamovible.

 

—?Te importa? —dije, y él se sentó y dejó de mover las alas.

 

No podía hacer que se marchase y no iba a utilizar el retrete con él sentado allí, así que cogí el cepillo de dientes. La boca me sabía a hierbas muertas y puse un chorro extra de pasta de dientes mentolada en el cepillo.

 

—Tú sabes dónde está, ?verdad? —le dije con tono acusador mientras me apoyaba en el lavabo para revisar mis dientes perfectos y, al verlo sonrojarse, continué—: ?Se marchó sin su ropa? Fue a casa de una amiga, ?verdad? Alguien que no tiene ninguna relación con Piscary.

 

Jenks no decía nada y evitaba mi mirada. Parecía sentirse muy, pero que muy culpable. Yo sabía que Kisten tenía a alguien a quien le chupaba la sangre y el hecho de que quienquiera que fuese pudiese desafiar a Piscary de manera voluntaria en el peor de los casos, me hacía sentir menos culpable. Además, una vampiresa probablemente fuese más dura que yo en una batalla campal. Siempre que no lo entregase. Si lo hace la voy a matar a hostias, pensé en un arranque de ira, y luego recé para no tener que tomar nunca esa decisión.

 

—?Cuánto tardas en asearte? —dijo Jenks, y yo le hice una mueca.

 

—Ería ás ápida si no ejtuviejes ahí —dije con la boca llena de espuma, molesta porque Jenks supiese dónde estaba Kisten y yo no. Si lo presionaba lo suficiente, me lo diría. Probablemente hasta vendría conmigo para salvarme cuando los malos me siguiesen hasta el escondrijo de Kisten. Me cago en todo. No me gusta sentirme tan desvalida.

 

Jenks agitó las alas.

 

—Ha llamado Glenn —dijo, como si aquello fuese un gran honor.

 

?Yupi!

 

—?Eh? —dije con el cepillo de dientes en la boca. Tenía el pelo suelto por encima de los hombros y fruncí el ce?o mientras me cepillaba los dientes. Normalmente los ni?os de Jenks hacían unos peinados estupendos, pero esta trenza se me había deshecho por completo. Hice un gesto de dolor cuando el cepillo de dientes chocó contra la parte interior del labio. Me incliné sobre el lavabo y escupí y vi el hilillo rosa que había en la pasta.

 

—?Qué quiere Glenn? —pregunté mientras me acercaba el espejo y, al doblar hacia fuera el labio inferior, veía una línea roja. ?Cuándo me he hecho esto?—. ?Más tabasco?

 

—Tiene una orden —dijo Jenks, revoloteando tan cerca que tuve que apartarme hasta que vi dos imágenes gemelas de dos pixies nerviosos entre yo y mi reflejo—. O la tendrá pronto.

 

Vale. Ahora sí que me interesaba.

 

—?Para quién? —dije aclarándome la boca y escupiendo, feliz de no ver más sangre.

 

Jenks sonrió. Parecía aliviado.

 

—Para Trent.

 

Levanté la cabeza de repente.

 

—??Qué!? —grité—. ?Lo ha conseguido? ?Ha conseguido una orden? ??Por qué no me lo habías dicho!?

 

Jenks despedía polvo plateado y volvió a ponerse sobre la lavadora.

 

—Tiene la aceptación verbal y está de camino a la sede de la AF1 en Detroit para recoger el documento original en papel. Por eso te dejé dormir. No quiere que hagas nada hasta que tenga los papeles en la mano. Todavía faltan horas. ?Necesitas ayuda en la cocina?

 

—?Joder! —exclamé, con el pulso a cien por hora. Miré lo que llevaba puesto y luego la ducha mientras me desabrochaba un botón. Tenía que lavarme. Eso era demasiado bueno.

 

—Fuiste tú —dijo Jenks con el rostro reluciente de orgullo—. Al decirle que Trent había confesado los asesinatos, Glenn consiguió un permiso para volver a examinar el cuerpo de Brett. Sacó una huella de una u?a del dedo del pie de Brett antes de que lo volviesen a convertir en persona y lo destruyesen. Coincidió con una que obtuvieron de Trent cuando conseguiste meterlo en la cárcel el a?o pasado.

 

—?Ay, la leche! —susurré, demasiado emocionada como para que me afectase que tenía algo más que la admisión de Trent de que había secuestrado, torturado y matado a otra persona en nombre de… cualquiera que fuera esa misión sagrada en la que se creía embarcado—. Tengo que vestirme. Tengo que ir a trabajar. —Me llevé una mano a mi pelo enmara?ado y vacilé—. Mmm… Glenn lo va a detener, ?verdad?

 

—Sí. —Jenks se elevó un centímetro de la porcelana fría zumbando ligeramente con las alas—. Dijo que te lo iba a dejar a ti, ya que tú… Espera un momento. Quiero decir esto bien. Dijo que no eras detective, sino más bien el tipo de persona que les pega la bofetada y los mete en la cárcel. Lo único que te pide es que esperes hasta que tenga el papeleo en sus manos. Por eso va a buscarlo en persona. Tiene miedo de que se pierda en la máquina de fax o algo.

 

No le culpaba. No por un momento de gloria. Eufórica, fui a la cocina a ver si necesitaba hacer algo.

 

—Tengo una orden para Trent por asesinato —dije resbalando el último metro por el suelo en calcetines y aterrizando en el umbral—. ?Voy a arrestarlo! ?Meló voy a quitar de encima para siempre! ?Y no tengo que rescatar al familiar de un demonio para hacerlo!