—Cabrón —murmuré sin demasiada emoción. Si solo hubiese sido un ladrón, quizá habría podido pasárselo, debido a mi nueva y mejorada perspectiva de la vida, pero había estado comprando favores de demonio a Al a cambio de cosas mías. Cosas inocentes, había dicho él, sin valor. Pero si no tenían valor, ?por qué había accedido Al?
Así que me senté a la mesa de metal y fórmica que ya venía con el apartamento mientras bebía café rancio y miraba las manchas de la alfombra apelmazada. Los ruidos del tráfico eran tranquilizadores y raros al mismo tiempo. El apartamento de Nick no estaba en una zona residencial, sino en lo que se consideraba el centro de los Hollows. No había ni rastro del olor de Nick en el aire, aunque casi podía oler el viejo aroma a magia.
Miré el linóleo raspado del suelo y vi el círculo que Nick había dicho que estaba allí, dibujado con un rotulador reactivo a la luz negra. Entonces recordé cuando estuve metida en el armario de Nick para invocar a Al. Dios, debería haber huido ya entonces, aunque invocar a Al para pedirle información había sido idea mía. Pero nunca habría pensado que alguien que decía amarme pudiese traicionarme a propósito como él lo hizo.
Oí derramarse agua en el ba?o y, al sentir el agua salir por las ca?erías, me puse en pie. Con un sentimiento de amargura y de estupidez, aparté la silla hacia atrás y fui a calentar una lata de estofado. El abrelatas era uno de esos baratos y endebles y todavía estaba peleándome con él cuando me giré al oír unos pasos dubitativos y una respiración suave.
Sonreí al ver a Kisten vestido con una toalla y el pelo húmedo. Llevaba en la mano la ropa rota y rasgada, como si no quisiese volver a ponérsela. El agua caliente había realzado las horribles heridas que salpicaban su torso y tenía el ojo mucho más hinchado que antes. En los brazos y en la cara tenía ara?azos enrojecidos. Se había lavado el pelo y, a pesar de la paliza, todavía estaba guapo, allí de pie en la cocina envuelto en una toalla, con aquellos músculos bien definidos, húmedos y brillantes…
—Rachel —dijo él con aire aliviado mientras dejaba el montón de ropa en una silla vacía—, sigues aquí. No te tomes esto a mal, pero ?dónde estamos?
—En el antiguo apartamento de Nick. —Por fin conseguí abrir la lata. Sentí ansiedad por la advertencia de Jenks, pero tenía que confiar en Kisten. De lo contrario, ?de qué valía amarlo?
Kisten abrió de par en par sus ojos azules y yo me chupé un poco de salsa que tenía en el pulgar.
—?En casa de tu ex? —dijo mientras miraba la sala de estar vacía en la que solo se movían las cortinas con la suave brisa—. Era un poco espartano con la decoración, ?no?
Yo resoplé, vacié la lata en la sartén y encendí la cocina.
—Supongo que no ha vuelto desde el solsticio, pero lo tiene pagado hasta agosto y yo tenía una llave, así que aquí estamos. Solo lo sabe Jenks. Estás a salvo —dije vacilante. De momento.
Exhalando, Kisten se sentó y puso un codo sobre la mesa.
—Gracias —dijo con firmeza—. Tengo que salir de Cincinnati.
Yo estaba de espaldas mientras revolvía el guiso y sentí un escalofrío.
—Quizá no tengas que hacerlo. —El frufrú de la toalla de algodón cuando se irguió me hizo darme la vuelta y, al ver su sorpresa, dije—: Voy a darle a Piscary el foco para que lo esconda, siempre que me deje en paz y evite que alguien acabe conmigo o contigo.
Kisten separó los labios y yo deseé que se le bajase un poco más la toalla. ?Dios! ?Qué co?o me estaba pasando? ?Los dos estábamos al filo de la muerte y yo le estaba mirando las piernas?
—?Quieres comprarle a Piscary protección? —dijo Kisten con descrédito—. ?Después de lo que me ha hecho? ?Le dio mi última sangre a alguien de fuera de la camarilla! ?Sabes lo que significa eso? ?Me está abandonando, Rachel! Lo que más me preocupa no es la muerte, sino el rechazo. Nadie se arriesgará a sufrir su ira para convertirme en no muerto ahora, excepto quizá Ivy y, si ella es su sucesora, eso no ocurrirá.
Tenía miedo. No me gustaba verlo así. Tomé aire con tristeza, me apoyé en la cocina y crucé los brazos.
—Todo saldrá bien. Nadie te va a matar, así que no te va a pasar nada. Además, ya he estado recibiendo protección suya a través de Ivy —dije, pensando que sería toda una hipócrita si eso significaba que ambos sobreviviríamos—. Esto simplemente lo hace más oficial. Voy a pedirle que te deje en paz a ti también. Que te vuelva a aceptar. Todo irá bien.
La esperanza encendió sus ojos azules, pero luego se apagaron de nuevo.
—No lo hará —dijo con un tono apagado.
—Claro que sí —dije para animarlo, sentándome a su lado.
—No, no lo hará. —Kisten parecía peor ahora después de haber vislumbrado la esperanza por un momento—. No puede. Ya está hecho. Tendrías que llegar a un acuerdo con quienquiera que sea mi due?o y no sé quién es. No lo sabré hasta que aparezca. Forma parte del juego psicológico.
él movía los ojos con nerviosismo y yo me eché hacia atrás. Aquello no estaba hecho. Yo sabía cómo funcionaban los vampiros. Hasta que cerrasen el ataúd había opciones.
—Entonces averiguaré a quién te ha regalado —dije yo.