Humo yespejos

algo, que surgía del mar gris.

 

Recordando a mi padre, corrí a proa y le llamé en voz alta.

 

No hubo más respuesta que el gemido solitario de las gaviotas.

 

Y el aire se llenó de un aleteo de alas blancas y luego la oscilación del botalón de madera, que me golpeó en la base del cráneo: recuerdo la manera lenta en que la mar fría vino hacia mí, me envolvió, me engulló, se me llevó para ella sola.

 

Yo sabía a sal. Estamos hechos de agua de mar y hueso: eso es lo que me dijo el due?o de la papelería cuando era un ni?o.

 

Más tarde se me ocurrió que las aguas se rompen para anunciar todos los nacimientos, y al recordar, quizá, mi propio nacimiento

 

estoy seguro de que aquellas aguas deben de saber a sal.

 

El mundo que hay bajo el mar estaba borroso. Frío, muy, muy frío…

 

No creo que la viera realmente. No puedo creerlo.

 

Un sue?o o locura, la falta de aire,

 

el golpe en la cabeza: ella sólo era eso.

 

Pero cuando la veo en sue?os, como la veo, nunca dudo de ella.

 

Vieja como el mar, era ella, y joven como una gran ola recién formada o una marejada.

 

Sus ojos de duende me habían espiado. Y yo sabía que me quería.

 

Dicen que los habitantes del mar no tienen alma: quizá el mar es un alma inmensa que respiran y beben y viven.

 

Ella me quería y me habría tenido; no podía haber ninguna duda.

 

Y sin embargo…

 

Me sacaron del mar y me bombearon el pecho

 

hasta que vomité agua marina abundante en los guijarros mojados por las olas.

 

Estaba frío, muy, muy frío, temblaba y tiritaba y estaba mareado.

 

Tenía las manos heridas y las piernas retorcidas,

 

como si acabase de salir del agua profunda,

 

conchas decoradas o madera flotante son mis huesos,

 

con mensajes grabados escondidos bajo mi carne.

 

La barca nunca regresó. La tripulación no fue vista nunca más.

 

Vivo de la caridad del pueblo:

 

allí, de no ser por la clemencia del mar, vamos todos, dicen.

 

Han pasado algunos a?os: casi una veintena.

 

Y mujeres enteras me miran con piedad, o con desdén.

 

Fuera de mi casita, el aullido del viento se ha convertido en un grito, hace que la lluvia repiquetee contra las paredes de hojalata, y también que los guijarros silíceos crujan, piedra contra piedra.

 

?óyenos ahora cuando Te gritamos

 

por los que están en peligro en el mar.?

 

Créeme, podría bajar al mar esta noche,

 

arrastrarme hasta ahí abajo a gatas.

 

Entregarme al agua y a la oscuridad.

 

Y a la chica.

 

Dejarle que chupara la carne de estos huesos enmara?ados, que me transmutase en algo incorruptible y de marfil: algo espléndido y extra?o. Pero sería una tontería.

 

La voz de la tormenta me está susurrando.

 

La voz de la playa me está susurrando.

 

La voz de las olas me está susurrando.

 

 

 

 

 

CUANDO FUIMOS A VER

 

EL FIN DEL MUNDO

 

 

Por Dawnie Morningside, 11 1/4 A?os[11]

 

Lo que hice el dia de los fundadores, que era fiesta, fue, mi papá dijo que ibamos a ir de picnic, y, mi mamá dijo donde y yo dije que queria ir al Valle de los Ponis y montar en los ponis, pero mi papá dijo que ibamos al fin del mundo y mi mamá dijo Dios santo y mi papá dijo vamos, Tanya, ya es hora de que la ni?a se entere de que van las cosas y mi mamá dijo no, no, solo queria decir que pensaba que el Singular Jardín de las Luces de Johnson estaba bonito en esta epoca del a?o.

 

A mi mamá le encanta el Singular Jardín de las Luces de Johnson, que está en Lux, entre la doceava calle y el rio, y a mi también me gusta, sobre todo cuando te dan palitos de patata y se los das de comer a las ardillas blancas que vienen hasta la mesa de la comida.

 

Esta es la palabra para las ardillas blancas: albinas.

 

Dolorita Hunsickle dice que las ardillas te dicen la buenaventura si las atrapas pero yo nunca conseguí coger una. Dice que una ardilla le dijo que llegaria a ser una bailarina famosa y que se moriria de tisis sin nadie que la quisiera en una pensión de Praga.

 

Asi que mi papá preparó la ensalada de patata.

 

Aquí está la receta.

 

La ensalada de patata de mi papá está hecha de patatitas nuevas diminutas, que hierve, luego cuando aún están calientes vierte su mezcla secreta por encima que es de mayonesa y crema y cositas como cebollas que se llaman cebolletas que saltea en grasa de beicon, y trocitos crujientes de beicon. Cuando se enfria es la mejor ensalada de patata del mundo, y es mejor que la ensalada de patata que nos dan en el colegio y que sabe a vomito blanco.

 

Nos paramos en una tienda y compramos fruta y Coca-Cola y palitos de patata, y lo metieron en una caja y la metieron en la parte de atrás del coche y nos metimos en el coche y mamá y papá y mi hermanita, ?Ya Nos Vamos!

 

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